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Por años, el fútbol mexicano ha buscado una estructura y modelo de negocio que le permita posicionarse entre las mejores ligas del fútbol mundial. Aunque a nivel infraestructura la Liga MX sí podría catalogarse cuando menos en el TOP 10, las prácticas arcaicas que prevalecen en el balompié nacional, el sistema de competencia y el nivel mismo que permanece en el campeonato no le son suficientes para poder considerarla entre las mejores después de las cinco grandes de Europa.

Cierto es que el alcance económico es considerable y que a nivel de categorías inferiores se está progresando significativamente, pero uno de los grandes problemas es que existe un factor que lo condiciona todo: lo económico. El fútbol en México representa un negocio muy jugoso para la iniciativa privada, y no sólo en México, probablemente en todo el mundo entero, pero el valor que se le da a la parte monetaria es desproporcionado en comparación con el que se la da a lo deportivo.

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No existe un equilibrio que garantice el crecimiento parsimonioso de ambos. Mientras el negocio siga dejando números, el progreso futbolístico es un tema de segundo grado. Y entonces la Liga MX podría estar varada en el punto en que se encuentra varias años sin ningún problema siempre que de resultado en lo económico. Y ese éxito financiero, en un país pambolero por antonomasia, está garantizado.

Luego está el sistema de competencia, que surgió y está sujeto precisamente a la parte financiera. Dos torneos cortos garantizan un mejor superávit que un sólo torneo, y el problema del certamen semestral es que en él, salvo contadas excepciones, los proyectos deportivos serios son insostenibles. El resultado manda, más allá de las formas y la visión a largo plazo.

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Después está algo no menor y que se relaciona directamente con la idiosincrasia nacional: las prácticas arcaicas, un mal perenne. En forma de dobles contratos, pactos extra oficiales y demás compadrazgos entre televisoras y dueños de clubes la Liga MX aún incurre en prácticas dignas del fútbol amateur. De pronto, las reglas del balompié nacional no son muy claras (o se modifican a conveniencia) y varias escuadras sacan provecho de su vulnerabilidad.

A todo eso habrá que en el plano internacional el mayor reto de la Liga MX es la CONCACAF Liga de Campeones, un torneo que ha ganado 34 veces y que su más cercano 'perseguidor' en títulos es Costa Rica, con 6 copas alzadas. Para el lamento del fútbol azteca, cuando tuvo la chance de foguearse en el máximo torneo del continente nunca logró alzar la Copa Libertadores y sólo una histórica Copa Sudamericana (del Pachuca) no resulta, ni mucho menos, palmares suficiente para considerarse entre las grandes ligas mundiales.

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Más allá del campeonato mexicano, por el alcance económico, infraestructura y proyectos deportivos que existen en el fútbol europeo, para casi cualquier liga del continente es muy difícil llegar a codearse en el TOP 6 mundial. El contexto de los grandes países europeos - hablando en materia de fútbol - es muy distinto y más propicio para el desarrollo superlativo del balompié.

En conclusión, la Liga MX tiene un nivel digno, bueno dentro del fútbol de América. Pero llevándola a la comparación con las grandes ligas europeas aún se encuentra lejos, y ahora mismo resulta difícil pronosticar si en algún momento podría llegar a empatarse con ellas ya que, mientras prevalezca la tesitura antes descritas es muy complejo llegar a cimentarse en la élite del fútbol mundial a nivel clubes.