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Ya lo dijo el mítico delantero madridista Juanito: "90 minuti en el Bernabéu son molto longos". Esta vez no era el Inter, era la Roma, y no venía de ganar 2-0 el partido de ida, era el debut en esta Champions 2018-2019. Sin embargo, a los romanistas el partido se les hizo muy largo.

El vigente campeón de Europa, el Real Madrid, regresaba ayer a una nueva edición de su competición fetiche, esa que lleva dominando tres años consecutivos, y se enfrentaba a uno de los mejores equipos de Italia, la AS Roma. Los madridistas llegaban con un equipo semejante al del pasado año, aunque sin Cristiano Ronaldo, pero con nuevo entrenador, Julen Lopetegui, que se estrenaba en Europa con el conjunto blanco. Sin embargo, lo sucedido no fue muy diferente a lo que pasa normalmente cuando el Real Madrid comienza una Champions League.

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Trece años consecutivos lleva el club de Chamartín debutando con victoria en la máxima competición europea de clubes, no importa el rival no el terreno de juego, siempre es lo mismo.

Lo increíble fue la facilidad con la que se impuso a su, aparentemente, rival más complicado del grupo. Desde el minuto 1 hasta el 90, el Real Madrid fue un auténtico rodillo que no cesó en su empeño por tener la posesión, generar ocasiones y rematar el balón, y el partido. Y eso se vio reflejado claramente en las estadísticas finales del encuentro.

Los campeones de Europa salieron a por el partido desde el inicio, se hicieron con el balón ante una Roma que solo podía ver como las oportunidades de gol se sucedían en su propia portería. Ocho ocasiones de gol en unos primeros 20 minutos de infarto con un Real Madrid revolucionado, aunque incapaz de mandar ningún balón al fondo de la red. No fue hasta el último minuto de la primera mitad cuando el club blanco 'abrió la lata'. Isco Alarcón ejecutó con maestría una falta al borde del área que supero la barrera y dejó al portero estático cual estatua. Un gol que ponía fin a un periodo inicial que finalizó con 17 ocasiones para los de Lopetegui.

En la segunda parte la tónica del partido fue semejante. Un Real Madrid que buscaba sentenciar el choque frente a un conjunto italiano que tenía en los contragolpes su único arma frente a una defensa implacable. El gol de Gareth Bale en el minuto 58 dejó resuelto un encuentro que terminó de rubricar Mariano, en su debut, con un auténtico golazo.

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El partido llegó a su fin con un 59% de posesión para el Real Madrid, que tuvo el control del balón gracias a un sobresaliente Luka Modric, que estaba presente en todas las jugadas aportando su lucidez, y un extraordinario Toni Kroos que sacó su batuta para dirigir al equipo. La entrada de Casemiro en el centro del campo permitió a ambos liberarse parcialmente de tareas defensivas y generar mucho juego, como quedó claro con los 639 pases que completó el equipo, gracias en gran parte a ellos.

Una labor de equipo en la que todos sumaron, Bale con varias galopadas vertiginosas, Asensio con regates mágicos y Keylor Navas solventando las pocas ocasiones que generó la Roma. Intervenciones aplaudidas por la grada del Santiago Bernabéu, que reconoció el trabajo del costarricense cuando tuvo que emplearse a fondo para dejar su porteria a cero.