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Es una final de Copa Libertadores, se enfrentarán por primera vez en esta instancia Boca y River y todos sabíamos que se nos venía una previa complicada. El jueves estuvo bastante entretenido y pasó bastante: Conmebol no confirmaba a los finalistas, el Ministerio de Seguridad pidió cambiar las fechas, se puso un sábado a las 4 de la tarde, hubo problemas con la comunidad judía, la Superliga reclamó por los problemas de calendario, la TV pedía jugarlo de noche y los clubes se quejaron por no ser consultados.

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Fue un día largo, pero el viernes comenzó muy temprano con Mauricio Macri abriendo la posibilidad de que se juegue la final con público visitante. Uno de los pocos temas que parecían no tener discusión y que causó un gran revuelo. Claro, el partido se iba a definir en el Monumental con todos hinchas de River y fue imposible no pensar que se trató de un capricho de un Presidente que parece estar más abocado en este partido, que en la delicada situación económica, política y social que está viviendo el país.

Lo más increíble, fue que horas antes de que Macri anuncie que el partido se iba a jugar con visitantes, Martín Ocampo (Ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires), afirmó que esto no era factible. Sí, entre ellos que son del mismo partido no hubo coordinación y declararon cosas completamente diferentes (típico error de comunicación en este gobierno). Finalmente tuvo que salir a decir que iban a ver visitantes y que cada equipo iba a tener 4 mil entradas a disposición.

Mientras Macri y compañía se divertían con su plan de final con visitantes (un día después de haber hecho el ridículo con el clásico entre Central y Newell's sin público en Arsenal), los clubes no se mostraban muy contentos. Principalmente porque los pasaron por arriba, no hubo una consulta previa sobre este tema y especialmente desde Núñez llegaron las quejas. 

"Es una oportunidad de demostrar madurez y que estamos cambiando, que se puede jugar en paz", decía Macri. El presidente, que en temas políticos se expresa poco y nada, se sintió muy cómodo con este juego. Charló con diferentes medios de comunicación y dejó todo listo para que estén presentes las dos hinchadas. Lastima que lo que le falló fue la memoria y no recordó que él fue uno de los máximos responsables de que el fútbol argentino se quede sin visitantes y fue el primero en promover que los Superclásicos se jueguen sin público de las dos parcialidades.

Por su parte, Patricia Bullrich no perdió la oportunidad para dejar su huella. "El que no arriesga no gana", afirmó y generó un repudio masivo por segunda vez en el día (ya se había viralizado por decir que "el que quiere estar armado que ande armado").

El final del día y de los caprichos del Presidente, terminaron con un cambio de tono en las declaraciones. Claro, las repercusiones probablemente no fueron tan buenas como las esperadas y dejaron que la decisión la tome cada club. Seguramente en las próximas horas será oficial que no tendremos visitantes, pero el papelón de un viernes en el que el Presidente se metió donde no debía, seguirá estando presente.