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Que no se engañe el lector después de ver que el Barcelona empató ayer en San Siro contra el Inter. Ayer el Barça, hay que recordar que sin Messi en el campo, dominó a un equipo relativamente potente, que venía de ganarlo casi todo en los últimos encuentros, y solo la mala puntería privó al equipo de Valverde de llevarse los tres puntos y el liderato matemático.

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Lo importante está ya hecho, el equipo está en octavos. Ahora puede afrontar los dos siguientes encuentros con la tranquilidad de saber que pueden rotar a los titulares. Aunque para el caso, poco importa viendo el contexto. Del Barça se ha hablado de la manida 'messidependencia' y de la fragilidad defensiva y la falta de centrales. Ayer, los culés, como vienen haciendo todos los encuentros en los que no ha estado el argentino, jugaron bien y solo necesitaron repartir los roles de Messi entre varios jugadores: Luis Suárez el liderazgo, los eslálones driblando a rivales son de Coutinho y la creación para el centro del campo.

Pero este año el equipo tiene un plus más. Encaja más goles, es una realidad, pero el plantel se transforma cuando oye el himno de la Champions, como si hubiera robado el 'modo Champions' al Real Madrid. Su grupo está entre los más complicados de esta edición y a todos los rivales los ha doblegado con solvencia. Parece que todos se han tomado al pie de la letra el discurso de Messi durante el Gamper.

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Un dato no menor es que a Valverde le está funcionando el banquillo. Ayer fue Malcom el que desatascó el partido y puso el 0 - 1 provisional. No es el mejor ejemplo de cómo los suplentes están ganando peso. Arthur y Lenglet se han asentado en el XI, especialmente el brasileño. Habrá que ver qué sucede con el francés una vez vuelva Umtiti, pero méritos ha hecho de sobra para seguir de titular. La temporada ni siquiera está en su ecuador, pero todo da a entender que el Barcelona es un fuerte candidato a levantar la orejona en el Wanda, el 1 de junio del año que viene.