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La realidad es innegable: desde su retorno de China tras su flojo paso futbolístico por el Shanghai Shenhua, Carlos Tevez jamás pudo recuperar el nivel que venía teniendo antes de irse, y mucho menos el que supo demostrar en sus grandes momentos en Europa.

Por ese motivo, Guillermo Barros Schelotto, entrenador de Boca Juniors, no lo considera titular en la estructura del equipo Xeneize, y si bien le da minutos buscando algún destello de calidad resulta muy complicado poder encontrar regularidad en su juego.

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Con dicho panorama, cualquier persona con un conocimiento básico de fútbol podría asegurar tranquilamente que el Apache no hizo ningún mérito para disputar la final de Vuelta de la Copa Libertadores de América, nada menos que ante River y en el Monumental.

Analizándolo desde el lado puramente futbolístico, lógicamente que tienen razón: Tevez ya no se saca rivales de encima con la facilidad asombrosa que demostraba en sus épocas anteriores, ya no tiene esa explosividad que liquidaba a cualquier defensa, ya no tiene ese poderío de gol y esa sensación de que cada vez que él tocara el balón algo importante iba a ocurrir. No.

Pero hay algo que ocurre en casi todos los deportes, y se destaca mucho en el fútbol, que se hace llamar "fuego sagrado". ¿Qué es el fuego sagrado? Es la capacidad que tienen algunos futbolistas para sacar una fuerza interna y destacarse por sobre los demás, en circunstancias complicadas.

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Tevez es uno de los futbolistas "elegidos" para los partidos que definen cosas importantes. Boca y River se verán las caras por primera vez en una final de la Libertadores, con todo lo que eso significa, y el jugador más representativo del plantel no puede faltar adentro de la cancha.

Es cierto que el nombre fuerte por sí mismo no va a ganar ningún partido ni hará asustar a los rivales: pero estoy convencido de que para Pinola y Maidana tener a Tevez en frente los hará, al menos, dudar bastante, sabiendo que el Apache ya tiene mucha experiencia jugando frente al Millonario en partidos importantes, y sabiendo también que es uno de esos que te cambia el partido con un detalle, con una finta, con un pase gol, con un remate inesperado.

En el partido de ida en La Bombonera ya demostró que levantó su nivel respecto de partidos anteriores y la lesion de Cristian Pavón lo ubica con muchas chances de pelear un puesto para estar desde el arranque en el definitorio choque que quedará para la historia.

Por último y no menos importante, es para destacar el pensamiento que tiene el propio futbolista, algo vital para obtener resultados. Sabiendo que su presente no es el mejor, Tevez se quedó callado en el banco de suplentes y se la aguantó, sin armar operetas en contra del DT ni de sus compañeros. Puede parecer una obviedad, pero los reiterados casos de internas en los planteles del fútbol profesional nos hacen valorar su gesto de tirar siempre para arriba desde el lugar que le toque, con 34 años y tantos títulos importantes en el lomo.

Es más: organizó un asado en su casa para todo el plantel esta semana, en pos de unir aún más al grupo de cara al transcendental encuentro que se les viene. Tevez no sabe si será titular, pero sí sabe que aportará desde cualquier sector. Si es dentro de la cancha, mucho mejor para Boca. Él lo sabe. Guillermo lo sabe. River también...