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El sábado 29, última jornada del año, el mundo enfocó hacia Escocia para vivir el derbi más antiguo del mundo: The Old Firm. El choque que enfrenta a Rangers contra Celtic de Glasgow. El partido entre partidos de Escocia. Protestantes contra católicos. Unionistas contra irlandeses. El choque de la capital escocesa que esconde mil problemas internos entre una sociedad dividida. Un resquicio de fútbol antiguo en el que los jugadores se batían el cobre y no ofrecían ninguna concesión al rival. Ni tan siquiera en base al fair play. Así lo demostraron en un bote neutral que estaba dando la vuelta al mundo.

El árbitro decidió parar el encuentro y el balón se disputó en bote neutral. No importa quién tuviera la posesión del esférico antes de esta decisión. Los dos decidieron pelear por hacerse con su control. Un bote neutral intenso, de los que hacía lustros que no se veía y que, hoy en día, parece imposible ver casi en cualquier liga. Los escoceses, envueltos en una gran rivalidad histórica, recuperaron esa esencia del fútbol que todo aquel que realiza proclamas contra el fútbol moderno y el posfútbol reclama. Un oasis en el desierto. Nostalgia para los que echan de menos al futbolista calvo, bigotudo o desgarbado.

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Los protestantes se hicieron con el control del bote neutral igual que del partido. El encuentro estuvo muy disputado pero Rangers, entrenados por Gerrard, dominaron el encuentro y terminaron por llevarse el gato al agua. El gol de Ryan Jack a la media hora de partido sirvió para conseguir la victoria y que los de Ibrox Park empataran a puntos con el Celtic en la cabeza de la tabla. La ventaja sigue siendo para los Hoops pues, pese a perder, han jugado un partido menos que su eterno rival.