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Los grandes equipos tienen siempre su mente puesta en la Champions League y en LaLiga. La Copa del Rey ha pasado a un segundo plano, un torneo menor en el que los jugadores con menos oportunidades tienen delante un gran escaparate para mostrar sus cualidades mientras que las estrellas del equipo ven el partido por la televisión. Pero en las últimas temporadas hemos visto como el FC Barcelona ha competido en Copa levantando los cuatro últimos títulos, eso sí, también con la unidad B como protagonista.

Sin embargo, la sensación que trasmite el equipo esta temporada en la competición del KO no es la de años anteriores y el quinto título consecutivo no está del todo claro. En la ronda de dieciseisavos sufrieron para imponerse a la Cultural, un equipo de Segunda B, y en la ida ganaron con un solitario gol in extremis, aunque en el Camp Nou no dieron opción a su rival. En estos octavos han empezado aún peor cayendo ante el Levante, pero lo preocupante no es sólo la derrota, sino cómo se produjo.

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Ernesto Valverde sacó un once totalmente experimental, alternando jugadores del primer equipo y del filial con algún titular como si fueran recortes de una revista, y los puso sobre el terreno de juego. Pero si mirabas hacia el banquillo el panorama no era nada alentador y menos aún viendo como en el minuto 20 ya perdías 2-0 contra un equipo al que hace quince días le endosaste cinco goles en ese mismo escenario, no tenías a nadie que pudiera sacar las castañas del fuego. Puede que los experimentos hayan funcionado contra equipos de categorías inferiores, pero está claro que con un Primera no te la puedes jugar de esa manera.

Tanto el equipo como el entrenador pecaron de un exceso de confianza que acabaron pagando, aunque el castigo pudo ser aún mayor. Hasta que no se vieron con dos goles en contra, el Barcelona no despertó pero esa reacción no es la que se espera de un equipo que quiere pelear la Copa hasta el final. 

Quizá en el Barcelona a muchos no se les ha olvidado lo que pasó en Roma la pasada temporada y no les importa sacrificar la Copa si con ello mejoran su participación en la competición europea.

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Pero este Barça tiene plantilla y entrenador de sobra como para hacer frente a las tres competiciones, y más teniendo en cuenta que en Copa son Denis Suárez, Miranda, Aleñá y compañía los protagonistas, mientras que los partidos de Champions son para los pesos pesados. Es posible que esta segunda unidad no esté lo suficientemente cuajada como para pelear la Copa y es perfectamente comprensible que un equipo como el de ayer caiga ante el Levante, lo que ya no se entiende es la desgana demostrada en este torneo en el que está demostrado que los errores se acaban pagando. Una cosa es perder luchando, y otra caer sin hacer nada. 

El Barcelona tiene la oportunidad de hacer historia, otra vez, si a final de temporada levanta la Copa pero para que eso ocurra primero tienen que tomarse en serio la competición, desde el entrenador hasta los jugadores y sobre todo, no relajarse. Afortunadamente para el Barça aún queda el partido de vuelta donde esperemos que Valverde saque a otro equipo si es que realmente quiere ganar este torneo.

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