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El FC Barcelona empató ayer ante el Real Madrid en un encuentro en el que, al menos en la segunda mitad, merecieron más. Los culés tocaron y tocaron y tuvieron al Real Madrid a su merced y, entre todo el espectáculo, surgió una figura que nadie esperaba: Malcom. El brasileño fue el titular inesperado, la sorpresa que había preparado Ernesto Valverde para afrontar el duelo contra los blancos y dio la cara. Apareció continuamente por la banda derecha buscando hacer daño y consiguió tener la mejor oportunidad de su equipo en la primera mitad y anotar el gol en la segunda. Malcom aprovechó una y otra vez los espacios de Marcelo. Un segundo. Reflexionen sobre esto. Prometemos analizarlo pero paren y reflexionen antes de seguir leyendo.

Marcelo, sí, he dicho Marcelo. El brasileño que hizo bueno al brasileño y por el que muchos no se deben cegar, al igual que se ciegan con el del Real Madrid. Todos tenemos una venda en los ojos por la fantasía que el lateral es capaz de hacer y, aunque no se nos escapan sus errores defensivos, lo defendemos a capa y espada. Ayer fue precisamente Marcelo el que hizo bueno a Malcom. Fue Marcelo el que estuvo continuamente fuera de sitio, el que no parecía saber ni en qué posición le había colocado Solari de partida. Fue Marcelo el que cayó una y mil veces en los amagos de Malcom teniendo la cabeza en otro lado. Bueno… y no todo es Marcelo. Fue Sergio Ramos el que dejó pasar el balón para que el disparo del extremo culé terminara en gol.

La aclaración está referida y es acorde a las declaraciones de muchos entrenadores que siempre se empeñan en decir una y otra vez: el rival también juega. Declaraciones que realizan solo cuando pierden o para dar más mérito a una victoria, no cuando sobresalen por el mal hacer de este. Así ha sido el caso. Malcom es un gran futbolista, con verticalidad, pero la autopista Marcelo sin peaje también influyó, y mucho, en que consiguiera destacar.

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Llegados a este punto, con todo pronto a terminar, ustedes se preguntarán si tan solo achaco a Marcelo esta crítica a Malcom. No. No pude evitar asustarme ante la definición tan burda del cara a cara contra Keylor Navas. Un cara a cara que falló él, no paró Keylor. Un cara a cara que fue anulado por un fuera de juego inexistente que le salvó del ridículo. Además, mi impresión con este brasileño cada vez que le he visto saltar al campo es que mucho ruido y pocas nueces. Cuando puede muestra su verticalidad pero nunca o casi nunca concreta. No es decisivo.