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Se las prometían muy felices el Real Madrid y el PSG antes de jugar sus partidos de vuelta la semana pasada. Sergio Ramos incluso se permitió el lujo de forzar la amarilla para llegar limpio a cuartos de final, pero ya conoce todo el mundo como ha acabado siendo la realidad: con los dos equipos fuera.


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No hace falta ser un erudito en el fútbol pasa saber de qué el Barça tiene una plantilla bastante mejor que la del Lyon, pero los otros dos equipos venían con un resultado favorable y están donde están, viendo la Champions League por TV.

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El Barça llega con el 0-0 de la ida, un resultado engañoso. No perder en la ida no es mal resultado, máxime cuando juegas la vuelta en casa, pero no marcar fuera en la ida puede llegar a condicionar mucho la eliminatoria. Solo hay que pensar en el hipotético caso de que el Lyon se adelante en el marcador, ya no habría lugar a la prórroga y el Barça se vería abocado en todo caso a remontar el marcador. Ya pasó el año pasado con la Roma, fueron a la capital italiana con un 4-1 a su favor, y acabaron fuera de la competición por exceso de confianza.


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Lo mismo que le ha pasado al Real Madrid y al PSG, especialmente al segundo. A fin de cuentas, el Real Madrid llegaba hundido y el Ajax lo único que hizo, además de jugar un partidazo, fue dar el golpe de gracia al equipo de Solari. Por su parte, el PSG se confió de verdad, salió reforzado de Old Trafford y cuando le tocó jugar la vuelta se vio con un rival plagado de bajas. Olvidaron que en el fútbol, en muchas ocasiones, puede más la actitud y el empuje que la calidad de un equipo o de unos jugadores. El Barça debería recordar esa moraleja. Ya le pasó el año pasado y no deberían repetir los mismos errores.