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Desde que se lo confirmó en el cargo como flamante entrenador de la Selección Argentina Mayor, Lionel Scaloni fue criticado por gran parte de la prensa y de los fanáticos en nuestro país, en cierta medida de manera justa por no haber hecho los méritos para ocupar tan prestigioso lugar.

“¿Cómo va a ser el DT de la Selección un tipo que nunca dirigió en ningún lado?” “¿Qué títulos o reconocimiento consiguió para ocupar semejante lugar de élite?”, son las preguntas que más resonaron en el mundo futbolero.

El ex ayudante de Jorge Sampaoli se encontró con la oportunidad de manera sorpresiva y la tomó, como seguramente haría cualquiera de nosotros, por lo que la responsabilidad mayor en este caso recae en los dirigentes de la AFA, encabezados por su presidente Claudio Tapia.

Si bien habrá que esperar hasta julio para analizar su rendimiento e influencia en la Copa América de Brasil, hay un aspecto de Scaloni no relacionado directamente a lo futbolístico que quiero destacar.

El rosarino de 41 años le está promoviendo a su plantel, que está conformado por una mezcla de jóvenes con experimentados, una mayor cercanía a la gente, esa que cada vez que el combinado nacional llega a una provincia se desespera por poder compartir un instante con los astros con Lionel Messi a la cabeza.

El primer ejemplo se vio en Córdoba en noviembre del año pasado, donde Argentina enfrentó a México en dos amistosos por Fecha FIFA. Allí, los futbolistas visitaron el Hospital de Niños y les regalaron a los chicos internados camisetas y pelotas, además de realizar un entrenamiento a puertas abiertas en Instituto.

Otro gran resto se volvió a repetir el miércoles pasado, cuando antes de viajar a San Juan para enfrentar a Nicaragua algunos futbolistas de la Selección se trasladaron al Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, donde compartieron un grato momento.

Scaloni busca volver a acercar a los jugadores con el público, lograr esa unión que tanto se perdió en los últimos tiempos por la mezcla de falta de resultados futbolísticos con bronca por la poca flexibilidad que mostraban los protagonistas.

En el Mundial de Rusia, antes del trascendental partido ante Nigeria, fue el actual entrenador quien los impulsó a bajar a la puerta del hotel, que explotaba de fanáticos argentinos realizando un banderazo de apoyo al equipo.

Más allá del resultado final, bancamos a muerte el objetivo del entrenador fuera de la cancha, que esperemos que cuente con la colaboración activa de los jugadores. Vamos todos unidos, vamos no nos quedemos...