Gilgeous-Alexander y la globalización de la NBA

La condecoración como MVP de la temporada 2024-25 del base candiense del Oklahoma City Thunder, Shai Gilgeous-Alexander, confirmó el dominio que mantienen los jugadores internacionales en la NBA.
Desde la 2017-18, cuando James Harden se encumbró como miebro de los Houston Rockets, ningún jugador nacido en Estados Unidos ha logrado ser distinguido por la liga como el más valioso.
Gilgeous-Alexander, nativo de Toronto, en el sur de Canadá, se impuso en las votaciones al pívot serbio de los Denver Nuggets, Nikola Jokic, y al alero griego de los Milwaukee Bucks, Giannis Antetokounmpo, que en conjunto ostentan cinco de esos siete premios MVP (2020-21, 2021-22 y 2023-24 para Jokic y 2018-19 y 2019-20 para Giannis). El otro cetro restante pertenece a Joel Embiid, el pívot camerunés de los Filadelfia 76ers, quien lo ganó en la 2022-23.
Esto, además de lo anecdótico, trae a la superficie un debate interesante sobre la globalización de la liga y el impacto que han tenido los jugadores internacionales en la evolución del juego.
El arribo de talentos provenientes de distintas culturas de baloncesto han promovido una gran diversificación de estilos en la NBA. Esta transición no solo ha estado orientada a la rotación de balón, un sello distintivo del baloncesto europeo, sino también a la capacidad de interpretación y la flexibilidad táctica de los jugadores.
Casos como el del base esloveno de Los Ángeles Lakers, Luka Doncic, y el ala-pívot camerunés de los Indiana Pacers, Pascal Siakam, no forman parte de la exclusiva lista de galardonados, pero su influencia tanto a nivel IQ como a nivel de habilidades físico-técnicas ha permitido ver un baloncesto más complejo.
La evolución del juego también ha despertado voces críticas. Gilbert Arenas, ex estrella de los Washington Wizards, criticó el hecho de que la NBA, según su punto de vista, haya “eliminado la agresividad” para dar paso a una suerte de “Euroliga”. El hecho de que la liga haya suavizado las reglas, desde su perspectiva, obedeció únicamente a la ambición de “abrir el mercado internacional”.
Si bien Gilgeous-Alexander, a quien el propio Jokic definió hace unos días como “un talento especial", pulió sus habilidades durante una temporada en el baloncesto de la NCAA con los Kentucky Wildcats, su asunción en el sistema de Mark Daigneault, un hijo de la estadística avanzada, puede interpretarse como parte de la globalización cuantitativa y cualitativa de la NBA.
La evidencia de los últimos años sugiere que los jugadores internacionales no solo están dándole profundidad a los rosters y vendiendo entradas por su carisma exótico, sino redefiniendo cómo se juega el mejor baloncesto del mundo.
