REVISTA | El pasatiempo de México

La pelota de verano cumple 100 años. Un día como hoy, se celebró el primer partido oficial de la Liga Mexicana de Beisbol.
El estadio Alfredo Harp Helú, casa de los Diablos Rojos del México.
El estadio Alfredo Harp Helú, casa de los Diablos Rojos del México. / Photo by Hector Vivas/Getty Images

En los albores del México posrevolucionario, consagrado a los caudillos y el culto a la personalidad, el beisbol se asomó como una potencial herramienta descentralizadora.

Alejandro Aguilar Reyes –sacralizado en el argot beisbolero y periodístico como Fray Nano– y Ernesto Carmona fundaron la Liga Mexicana de Beisbol un 24 de febrero de 1925. Juntos imaginaron una liga con presencia nacional y voluntad democrática, que defendiera, como establece el historiador César González, un todavía incipiente “criterio de territorialidad”. Sin embargo, para entonces era inviable pensar en una idea consolidada de nación. Con un Estado que seguía buscando legitimarse tras el conflicto armado que depuso a Porfirio Díaz, aunado a los fuegos abiertos que derivaron en la Guerra Cristera, la posibilidad de establecer equipos profesionales en el agitado Norte del país, el inabordable Sureste y zonas con cristeros radicalizados como el Bajío y el Occidente, era una utopía. Al final, la primera temporada oficial estuvo integrada por seis equipos fundadores: México, el Agraria y el Nacional, de la Ciudad de México; el 74 Regimiento, con sede en Atlixco, Puebla; el Águila de Veracruz; y el Club Guanajuato.

Los años subsecuentes atentaron contra los ánimos democratizadores del beisbol. Durante la siguiente década, los clubes adscritos estuvieron estrechamente vinculados con instituciones gubernamentales, militares y sindicales, cuyas sedes estaban indefectiblemente acotadas a la capital del país. Paradójicamente, la política de peloteros extranjeros que impulsó Fray Nano, permitió que plazas como Veracruz, Tampico, Córdoba y Río Blanco solicitaran su afiliación. A partir de entonces, la liga se sostuvo en dos grandes báculos: la apertura y la diversidad. 

El mapa contemporáneo

El trayecto para que el circuito profesional cumpliera con el “criterio de territorialidad” estuvo lleno de obstáculos y turbulencias. Los propietarios y directivos de turno afrontaron etapas que incluyeron proyectos fallidos de expansión, mudanzas de franquicias y desapariciones de equipos que inhibieron la construcción de un mapa con perspectiva nacional.

Sin embargo, los esfuerzos escalonados de personajes icónicos como Jorge Pasquel, principal instigador de la Guerra Fría entre la Liga Mexicana de Beisbol y Grandes Ligas; Alejo Peralta, el magnate entusiasta y caprichoso que encumbró a los Tigres; y Alfredo Harp Helú, el mecenas perenne de Diablos Rojos y el beisbol mexicano, fueron pavimentando el camino para que, con el centenario en el horizonte, los clubes y la propia LMB afrontaran una transformación radical en términos de su modelo comercial y la distribución de sus derechos televisivos.

Esto permitió que se conquistaran dos objetivos que antes parecían inabordables: la sustentabilidad de todos los actores del circuito de verano y la posibilidad de hablar de una liga plural y democrática, que abandera, mejor que ninguna otra, la idea de deporte con resonancia nacional. 

Desde Tijuana, la esquina de América Latina que alberga a los Toros, hasta la Península de Yucatán, una planicie de roca caliza que divide al Golfo de México del mar Caribe y que acoge a los Piratas de Campeche, a los Leones de Yucatán y a los Tigres de Quintana Roo, la pelota tiene presencia en gran parte del territorio nacional. El estado de Coahuila y sus tres equipos de clase trabajadora: Saraperos, Algodoneros y Acereros. Los Sultanes como una extensión de lo que significa ser regiomontano. Durango y su aura de western crepuscular. El sueño binacional de los Tecos de Dos Laredos. Chihuahua y la impronta revolucionaria en sus Dorados. Aguascalientes y la tradición ferrocarrilera de los Rieleros. León y sus Bravos con alma popular. Los Charros y el orgullo jalisciense. Querétaro como territorio fértil de Conspiradores. Los Diablos Rojos del infierno capitalino. El Águila de Veracruz y su origen petrolero. Los Pericos como reflejo de la altivez poblana. Los Guerreros que custodian Oaxaca. Los Olmecas del edén tabasqueño. 

Todos los puntos cardinales. Todas las regiones. Todos los colores y aromas. Todos los sabores y texturas. Todos los climas y paisajes naturales. Todo el folclor y la gastronomía típica. Todo abona en un solo sentido: el otrora utópico sueño democratizador de Fray Nano y Carmona alcanzó, un siglo más tarde, tierra prometida.


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Ricardo López Si
RICARDO LÓPEZ SI

Editor en Sports Illustrated México. Periodista y escritor.