Berlanga vuelve a casa para dar gracias y devolver lo recibido en Brooklyn

Edgar Berlanga regresó a Bushwick no como boxeador, sino como vecino agradecido, repartiendo pavos, perniles y pollos a más de 300 familias en el Parque María Hernández, en un gesto que honró sus raíces y abrazó a la comunidad que lo formó desde niño.
Edgar Berlanga volvió a su localidad en Brooklyn para regalar a los vecinos con los que creció antes de ser boxeador.
Edgar Berlanga volvió a su localidad en Brooklyn para regalar a los vecinos con los que creció antes de ser boxeador. / Team Berlanga

El supermediano neoyorquino y puertorriqueño Edgar Berlanga volvió a Bushwick como quien regresa al origen de todo. Caminó por las mismas calles donde aprendió a moverse con rapidez, donde tiró sus primeros golpes y donde su comunidad lo alentó desde que tenía siete años, cuando apenas empezaba a soñar con ser boxeador. Esta vez, sin embargo, no volvió con guantes ni vendas: volvió con gratitud.

Para Acción de Gracias, Berlanga convirtió el Parque María Hernández en un punto de encuentro entre la memoria y la solidaridad. Bajo el cielo de Knickerbocker, entre las bancas, los árboles y el bullicio habitual del barrio, el púgil organizó una entrega masiva de alimentos. Más de 300 pavos, perniles y pollos pasaron de sus manos a las de los vecinos que crecieron con él o que han seguido su ascenso desde la distancia. Adultos mayores, madres y padres solteros, niños y familias completas se acercaron no solo por la ayuda, sino también para saludar al muchacho del barrio que cumplió su sueño sin olvidarse de dónde viene.

A su lado estuvo la asambleísta Maritza Dávila, junto a su hijo de tres años, Chosen. Entre sonrisas y fotos improvisadas, ambos ayudaron en la distribución, lo que convirtió la jornada en una escena íntima y comunitaria, casi familiar. Después de la entrega, Berlanga y Dávila caminaron por las calles que lo vieron crecer, pasearon por los pequeños negocios que el boxeador apoya. Cada paso era un recuerdo: las esquinas donde practicaba, las tiendas donde lo conocían por nombre, los mismos lugares donde el barrio le ofreció su primer público.

Para Berlanga, Brooklyn es más que una casa: es una identidad. Entre puertorriqueños y latinos que mantienen viva la cultura del vecindario, el boxeador reconoció que su carácter, su disciplina y su orgullo están hechos de Bushwick. Y en este regreso, entre abrazos, agradecimientos y el olor a pavo recién entregado, quedó claro que la comunidad también siente que Berlanga es, y seguirá siendo, uno de los suyos.


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