Alicia Cervantes: El alma goleadora de Chivas que predijo su futuro

El futbol fue profecía antes que destino. Alicia Cervantes tenía apenas ocho años cuando, en una tarde, uno de sus hermanos la llevó por primera vez al Estadio Jalisco. Era un Clásico Tapatío: Chivas contra Atlas. El bullicio de las gradas, la emoción desbordada, los colores rojiblancos… todo la atravesó como una revelación. Y con la certeza de quien habla con el futuro, lo dijo: “Un día voy a jugar aquí”.
Nadie la tomó en serio. “Aquí solo juegan los hombres”, le dijeron sus hermanas. Pero ella regateó con palabras lo que después regatearía con goles: “Pero yo un día voy a jugar”. No existía aún una Liga femenil. Pero sí existía una niña con un sueño imposible. Hoy, esa niña es la máxima goleadora histórica de Chivas y una leyenda en plena construcción del futbol mexicano.
161 goles en la Liga MX Femenil. 140 solo con Chivas. Los números son demoledores. Pero con Alicia Cervantes, los números no alcanzan. Hay que verla jugar. Hay que sentir lo que transmite cuando se pone la camiseta rojiblanca. Porque su futbol no solo es talento, es devoción. Es amor.
Pero no todo es gol. También es alma. En una entrevista reciente en Verde Valle, las instalaciones de Chivas en Guadalajara, Alicia dejó clara la magnitud de su vínculo con el club: “Aquí he pasado los mejores momentos, amo a Chivas. Siempre voy a amar a este club como a nadie en el mundo. Siempre me respaldaron. Estoy en el mejor club de México”.
Y ese amor volvió a aparecer en el momento más decisivo de la temporada. En un Clásico Nacional de Semifinales del Clausura 2025, Alicia marcó un doblete que silenció al América y dejó todo listo para el partido de vuelta. Otro gol suyo, días antes, había sellado el pase a Semifinales frente a Pumas. Cuando Chivas la necesita, ella aparece. Como siempre. Como si el escudo le hablara.
Está a un paso de llevar al Rebaño a una nueva Final. Y quizá, Chivas logre su tercer título de Liga MX Femenil. Alicia juega como si todavía tuviera ocho años, como si aún intentara convencer al mundo de que sí es posible. Y en cada gol, le recuerda al futbol mexicano que esa niña tenía razón. La profecía se cumplió. Y sigue escribiéndose con cada balón que toca.
