Copa Oro: futbol entre sirenas y grilletes

Frente al debut de la Selección Mexicana ante República Dominicana en la Copa Oro, la comunidad latina en California enfrenta redadas y miedo por parte de ICE. El gol hoy ya no es refugio
Algarabía en las tribunas del SoFi Stadium el pasado 23 de marzo; mañana el ambiente podría ser muy diferente para el inicio de la Copa Oro.
Algarabía en las tribunas del SoFi Stadium el pasado 23 de marzo; mañana el ambiente podría ser muy diferente para el inicio de la Copa Oro. / Getty Images

La sensación debería ser otra, aunque el miedo no lo permite. Este sábado, la pelota rodará sobre la verde alfombra del SoFi Stadium, una estructura monumental que parece una nave espacial posada en Inglewood, California; sin embargo, en sus gradas no se vivirá ese sentimiento de libertad que define a cualquier espectáculo deportivo, más cuando la protagonista es la Selección Mexicana de Futbol. Hoy es imposible, porque la Copa Oro arranca entre sirenas y grilletes.

Los últimos días en Los Ángeles y otras ciudades de California, el primer estado fuera de México con mayor población de origen mexicano en el mundo, han sido una tormenta de tensión. Redadas masivas lideradas por ICE, la agencia encargada de la aplicación de leyes migratorias, han sembrado miedo y desconfianza en la comunidad latina.

Desde hogares hasta lugares de trabajo, las autoridades han desplegado una ofensiva implacable en todo Estados Unidos. Más de 50 mil personas han sido detenidas en los primeros meses del año, un récord nacional que ha hecho eco más allá de las fronteras. La comunidad se siente bajo asedio, incluso en espacios públicos y eventos masivos.

Los partidos de la Copa Oro no son la excepción. La posibilidad de que agentes estén apostados en las afueras del estadio para detener a quien ellos consideren sospechosos genera incertidumbre y desasosiego entre los aficionados. La idea de gradas semivacías, especialmente en los juegos de la Selección Mexicana de Futbol, que este sábado por la noche hace su debut, comienza a perfilarse como un termómetro de la sensación que vive la comunidad.

Inglewood, sede del SoFi Stadium, alberga a unos 106 mil habitantes, casi la mitad latinos, de los cuales cerca de 38 mil son de origen mexicano. Esa presencia masiva ha convertido al estadio en una plaza fuerte para el Tricolor: sólo en marzo de este año, el duelo México‑Panamá por la Nations League convocó a 68 mil 212 aficionados.

Incluso la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha expresado su preocupación. Durante su más reciente "conferencia Mañanera” solicitó a las autoridades estadounidenses evitar operativos durante el torneo, justo para intentar que el deporte no se convierta en un espacio de miedo. Sin embargo, el contexto político y migratorio complica cualquier promesa.

Los aficionados latinos viven en una dualidad constante: la pasión por el futbol y el temor a la persecución. Muchos consideran no asistir o evitar ciertos horarios para reducir riesgos. Las redes sociales se llenan de testimonios y consejos para mantenerse a salvo durante las jornadas del torneo.

Esta realidad marca un contraste brutal con la celebración deportiva. El SoFi Stadium, con su tecnología de punta y su capacidad para más de 70 mil espectadores, debería ser un templo de alegría. En cambio, al menos este sábado, se perfila para ser un escenario donde el futbol, una fiesta siempre esperada por la comunidad latina en Estados Unidos, sea incapaz de reunirlos en busca de alegrías.

La Copa Oro, más que un torneo, se vuelve así un reflejo de las tensiones sociales y políticas que atraviesan a Estados Unidos y a su comunidad latina. Cada pase y cada gol corren riesgo de disputarse en medio de un ambiente cargado de incertidumbre.

A pesar de todo, la pelota rodará, y con ella, la posibilidad de que el futbol sea un puente, aunque sea momentáneo, entre la alegría y la realidad.

El desafío está en que esas gradas no terminen vacías, porque detrás de cada asiento vacío habrá una prueba de la dura sensación de haber perdido la libertad.


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