REVISTA | André-Pierre Gignac, el norte de Tigres

Gignac, delantero histórico de Tigres, cumple una década inolvidable y transformadora en México.
Gignac, el goleador histórico de Tigres.
Gignac, el goleador histórico de Tigres. / Foto: Manuel Guadarrama/Getty Images.

A Martigues y Lorient las separan más de 1,100 kilómetros, una distancia aparentemente intransitable para un adolescente de origen gitano que no quería ser bombero, como su padre, ni dependiente de un mercado ambulante, como su madre. 

André-Pierre Gignac tuvo claro desde niño que, en realidad, quería ser futbolista profesional. Y, de ser posible, del Olympique Marsella, el club representativo del puerto más próspero del Mediterráneo francés.

Cuando rememora lo que supuso dejar atrás su Martigues, un lugar del sureste al que le llaman la “Venecia provenzal”, para probar fortuna con el Lorient de la Bretaña francesa, en el extremo noroeste del país, respira hondo y concede que le resultó traumático abandonar el regazo de su madre y los días de sol de la Costa Azul.

Al recapitular el viaje que emprendió, habla del Norte con un tono distante, severo y hostil. Como un territorio vedado. Cualquiera que lo escuche pensaría que es improbable que se trate de la leyenda viviente de un equipo septentrional. Sin embargo, Gignac no solo se estableció con éxito en Lorient, sino también en Monterrey, una ciudad que forma parte de la segunda área metropolitana más poblada de México y que lo ha acogido a golpe de reverencia desde hace diez años.

El amor de verano que trascendió 

Es curioso que no se haya reparado lo suficiente en la contradicción que supone que Gignac, un sureño orgulloso, encontrara su patria sentimental en el norte de un país situado del otro lado del Atlántico, especialmente después de haber cumplido el sueño de jugar en el Marsella.

En julio de 2015, luego de meses de gestiones, Gignac le dio el sí a Tigres, el equipo de la clase popular en Monterrey. Mientras vacacionaba en la isla caribeña de San Vicente, tuvo “un buen feeling” en su primera toma de contacto con el ingeniero Alejandro Rodríguez, entonces presidente del club. La directiva de Tigres definió el hallazgo como la “beta que encuentra un minero”. 

Gignac aterrizó en Nuevo León con 29 años y un estado físico envidiable. Venía de firmar la temporada de su vida bajo el método de Marcelo Bielsa en Marsella y había dejado atrás los problemas de sobrepeso que lastraron su reputación como internacional francés.

A su llegada, se integró a la dinámica de los Tigres de Ricardo Ferretti para coronar uno de los mejores ataques organizados de la historia moderna del futbol mexicano. Ahí formó parte del virtuoso circuito asociativo que incluía a Israel Jimenez como lateral diestro que rompía por dentro y Rafel Sobis como segundo atacante que bajaba a organizar a la posición de interior.

Gignac simbolizó una nueva especie de delantero en México: autosuficiente, exuberante, dotado, arrojado e insuflado de esa dosis de altivez seductora.

Destrozaba en transición y ofrecía soluciones en espacios reducidos. Remataba, cabeceaba, anticipaba, eludía rivales en conducción, competía, se imponía en duelos y emergía de la adversidad. Se apropió del concepto clutch y lo adaptó al lenguaje de la Liga MX. Invariablemente aparecía en los momentos de máxima tensión. 

Asimiló muy pronto que para ser entronizado en Tigres había que asumir todas las responsabilidades de un ídolo: conectar con la afición, marcar goles en días importantes, comprometerse con las declaraciones, defender la contraposición sociocultural respecto al Monterrey, fomentar la incipiente rivalidad con América y tender puentes con las figuras que lo antecedieron.

En paralelo, fue solidificando su relación con México, el país con el que desarrolló un “amor a primera vista”. Adoptó el español como primer idioma, se integró a la cultura pop regiomontana y vio nacer a sus dos últimos hijos en Monterrey.

Se recuperó de la derrota en la final de Copa Libertadores frente a River Plate y, a cinco meses de distancia, comandó a Tigres para ganar su primera liga en México en el Apertura 2015. Luego de marcar 15 goles en su primera fase regular, experimentó la agitación de una liguilla que lo vio coronarse en el Olímpico Universitario, tras una emocionante tanda de penales ante Pumas.

En los años subsecuentes se encadenaron los títulos de liga (Apertura 2016, ante América; Apertura 2017, ante Monterrey; Clausura 2019, ante León; y Clausura 2023, ante Chivas) y de goleo (Clausura 2016, Apertura 2018 y Clausura 2022) que le confirieron el estatus de caudillo de la mejor generación de futbolistas en la historia de Tigres. La triada dorada se conformaba por Gignac el goleador, Pizarro el temporizador y Nahuel el guardián

La verdadera prueba de fuego de su investidura consistió en confrontar a Tomás Boy, el que hasta antes de su llegada ostentaba los títulos de máximo goleador y mejor jugador en la historia del club. En un partido entre Tigres y Chivas del Apertura 2019, ambos se enfrascaron en una acalorada discusión. “Yo soy el uno, yo soy el uno”, lanzó Boy desde el área técnica de Chivas, para después retarlo a golpes en el vestidor. Al otro día, Gignac subió a redes sociales una foto de Boy durante su presentación como técnico de Monterrey, cuestionando su fidelidad y estatus de máxima leyenda felina.

Semanas antes del incidente, Gignac había marcado su gol 105, superando a Tomás en la lista histórica de goleadores de los Tigres. 

Para entonces Gignac ya había recibido la carta de naturalización que lo certificaba como mexicano. “Teníamos este deseo, mi esposa y yo, de convertirnos en mexicanos como nuestros dos últimos hijos, que nacieron en Monterrey. Ellos tienen un pasaporte mexicano. Todos nos integramos perfectamente. Hemos estado aquí durante casi cuatro años. Nos quedaremos mucho tiempo. Tiene sentido tener doble nacionalidad”, le dijo a L’Equipe.

A finales de 2020, conquistó uno de los pocos títulos que se le habían resistido: la Liga de Campeones de Concacaf. La postal del partido fue uno de sus típicos goles en comba desde la frontal para decidir el partido ante Los Ángeles FC en Orlando.

Luego llegó el título de liga de 2023, tras la afrenta que significó el hecho de que Miguel Herrera tildara la plantilla de “vieja” durante su gestión. Con 37 años, el francés se mantuvo en pie al frente de la primera línea de batalla ante Chivas y levantó su quinto trofeo de liga. 

Aquejado en los últimos torneos por problemas físicos, André-Pierre Gignac cumple una década en México con 219 goles y 10 títulos en su registro personal con Tigres. 

Durante su estancia lo ha visto todo: el auge y la caída del proyecto de Ricardo Ferretti, la transición frustrada con Miguel Herrera, la efímera gestión de Diego Cocca, el interinato del 'Chima' Ruiz, la heroica liguilla de Robert Dante Siboldi, la insurrección frente a Veljko Paunovic y la toma de protesta de su otrora segunda guitarra, Guido Pizarro.

Y pensar que, como buen sureño, el Norte le provocaba rechazo.


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Ricardo López Si
RICARDO LÓPEZ SI

Editor en Sports Illustrated México. Periodista y escritor.