Simone Inzaghi, el hermano que alteró el relato familiar

Con un trabajo excepcional a nivel cancha y gestión, el menor de los hermanos inzaghi tiene al Inter de Milán en su segunda final de Champions en los úlitmos tres años.
Simone Inzaghi festejando junto a sus jugadores el triunfo ante el Barcelona en semifinales.
Simone Inzaghi festejando junto a sus jugadores el triunfo ante el Barcelona en semifinales. / Foto: Marco Luzzani/Getty Images

En el verano de 2016, en uno de esos arrebatos pasionales de un personaje perteneciente a una época antigua, Marcelo Bielsa renunció como entrenador de la Lazio dos días después de haber asumido el cargo.

Bielsa argumentó que no contaba con los recursos suficientes para implementar su modelo de juego. Lógicamente, el hecho no fue del todo bien recibido por el inflamable Claudio Lotito, presidente de la entidad romana, político conservador en ciernes y uno de los alumnos más aventajados del Silvio Berlusconi populista. “Bielsa vive sin límites, pero aquí hay normas”, sostuvo con firmeza ante la prensa.

Ante las excentricidades de Bielsa, entre las que se incluían, según Lotito, “llamadas ilimitadas a Argentina”, “un hotel cinco estrellas para vivir en Roma” y “unos simuladores de barreras de entrenamientos hechos en Alemania”, el presidente de la Lazio aseguró que, en realidad, "Simone Inzaghi era la primera elección para el cargo de entrenador”, pero que había terminado por ceder a la contratación del técnico argentino “para dejar contentos a los aficionados”.

Simone Inzaghi estaba por afrontar su primer gran reto como entrenador. Hasta entonces era más conocido por ser hermano de Filippo, el goleador que mejor convivió con la línea del fuera de juego. Semanas antes, después de peregrinar por las categorías inferiores de la Lazio, se había hecho cargo del equipo de manera interina tras el despido de Stefano Pioli.

A partir de ese momento, Simone, conocido en su núcelo familiar como Mone, se ha granjeado una sólida reputación como gestor y como estratega. Luis Alberto, el mediapunta español al que le cambió la carrera en la Lazio, lamentó que su trabajo como entrenador esté tan “infravalorado” y argumentó que su clásico esquema 3-5-2, que ha replicado con el Inter de Milán, “ha ido evolucionando” con el paso de los años.

Si bien el nombre de Simone ha despertado admiración en foros especializados, para buena parte de la prensa tradicional sigue siendo el menor de los hermanos Inzaghi. 

“Soy Simone, Simone”, dijo, esbozando una sonrisa, al ser confundido con Pippo por un periodista español en la víspera de una eliminatoria de Champions League frente al Atlético de Madrid.

Para rastrear el origen de los hermanos Inzaghi hay que situarse en el pueblecillo septentrional donde crecieron y comenzaron a relacionarse con el futbol: San Nicoló, ubicado a diez minutos en automóvil del centro de Piacenza, una antigua colonia romana en la zona circundante del valle del río Po, entre los Alpes y los Apeninos, a medio camino entre Milán y Bolonia.

La densidad demográfica de San Nicoló ha oscilado los últimos 30 años entre los 5 mil y los 10 mil habitantes. Las probabilidades de que alguno de los talentos anónimos del San Nicolò 1948, uno de clubes locales con mayor tradición de la llanura padana, alcanzaran cierta repercusión en la primera línea de batalla del futbol profesional, eran más bien escasas.

Sin embargo, los hermanos Inzaghi escaparon del amateurismo, con años de distancia, y terminaron cumpliendo el sueño de cualquier niño que haya crecido en el corazón de la región de Emilia-Romaña: debutar para el Piacenza Calcio.

Filippo prosperó hasta jugar para los dos clubes más populares del norte del país: la Juventus y el Milán. Disputó tres mundiales con Italia (98, 2002 y 2006), conquistando el título en Alemania con un rol testimonial. Simone se mudó a Roma para hacerse de un sitio en la histórica Lazio del 2000, maquillada por la ficción del imperio Cirio y dirigida por el sueco Sven-Goran Eriksson. Esa temporada, la Lazio de Simone le arrebató el título a la Juventus de Filippo en la última jornada. “Fue un día extraño”, rememoró sobre el episodio Simone.

Coincidieron once minutos en cancha como internacionales durante un partido amistoso entre Italia e Inglaterra, en noviembre del 2000. Fue la única ocasión en que la familia Inzaghi pudo ver el televisor en la misma sala. La madre apoyaba en secreto al menor y el padre, más conciliador, abogaba por la repartición de puntos cada vez que se enfrentaban. Siempre en cuartos separados.

Cuando lo cuestionan al respecto, Pippo siempre se apura a responder que “Simone tuvo mala suerte” y que, de no haber sufrido la lesión en la espalda que lastró su carrera, “hubiera llegado más lejos” que ser un jugador institucional de una Lazio inestable, puesto que “técnicamente era mejor” que él.

En los tiempos que corren, con Filippo comandando al recién ascendido Pisa y Simone a las puertas de su segunda Champions League en tres años con el Inter de Milán, el relato familiar se alteró dramáticamente: Pippo, otrora divo, está condenado a convetirse, simple y llanamente, en el hermano mayor de Mone.


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Ricardo López Si
RICARDO LÓPEZ SI

Editor en Sports Illustrated México. Periodista y escritor.