Erling Haaland frente a las expectativas del fenómeno

Erling Haaland arriba a los 25 años en medio de un dilema existencial: definir si está para ser el delantero que marque a toda una generación o sostener su relato como un goleador que se define, únicamente, por pulverizar registros.
Si bien ambas sentencias son compatibles, no necesariamente significan lo mismo. El techo de Haaland, un niño prodigio que destacó en el golf, el balonmano y el salto de longitud además del futbol, invita a pensar en él como un talento con perspectiva histórica y no solo como un goleador de época.
Nacido en Leeds, al norte de Inglaterra, el camino de Haaland como prospecto de estrella comenzó en un gélida localidad de la costa suroeste de Noruega, a orillas del lago Frøylandsvatnet. Hijo de un exfutbolista, Alf Inge Haaland, y una vieja gloria del heptatlón, Gry Marita Braut, el hoy futbolista del Manchester City es producto de un milagro: Jærhallen, un modesto centro de entrenamiento techado, sin calefacción, enclavado en el pequeño poblado de Bryne, el típico sitio de inviernos perennes, en el que nadie fantasea con las puestas de sol, y de donde también surgió Andrea Norheim, multiganadora de la Champions League femenil con el Olympique Lyon.
Haaland no solo forma parte, junto a Martin Odegaard y Alexander Sorloth, de la mejor generación de futbolistas en la historia de Noruega —con permiso de la de 1992 a 1998—, también de la mejor generación de deportistas en la historia de Noruega. Además de Ada Hegerberg, un nombre propio del futbol femenil, Haaland es coetáneo del fondista Jakob Ingebrigtsen, el jugador de balonmano Sander Sagosen, los voleibolistas de playa Anders Mol y Christian Sorum, el nadador Henrik Christiansen y el tenista Casper Ruud, por citar algunos nombres de relumbrón internacional que aparecieron en un extenso reportaje publicado por Mundo Deportivo.
“Aquí vemos el deporte como algo natural. No se fuerza a nadie. Todos los niños practican varios deportes y escogen cuando ya tienen herramientas para hacerlo. Erling, por ejemplo, también practicaba atletismo y jugaba al balonmano y hasta los 13 años no tuvo que decidirse. Además los padres suelen dejar espacio. He visto como en otros países a los 16 o 17 años los jugadores ya se creen los mejores del mundo y aquí eso no suele pasar. Todo el mundo se toma el deporte con naturalidad”, explicó Alf Ingve Berntsen, uno de los entrenadores clave en el desarrollo de Haaland durante sus días formativos en Bryne.
Ahora bien, el progreso meteórico de Haaland, que incluyó un paso por el prestigioso modelo de Red Bull en Salzburgo, un salto consagratorio por el Borussia Dortmund —uno de los mejores escalones intermedios de la élite— y su fichaje multimillonario por el Manchester City en el verano de 2022, está afrontando un reto que no se explica a partir de cifras (ni siquiera de los 178 goles en 235 partidos que tiene como profesional), sino en términos conceptuales.
No era difícil advertir que un delantero tan indomable como Haaland tuviera problemas para aclimatarse a un sistema tan sofisticado como el de Pep Guardiola. La cuestión no residía en si el noruego sería capaz o no de hincharse de cifras —sus 85 goles en 97 partidos con el City podrían hablar de un éxito rotundo—, más bien en que se integrará armónicamente a la meticulosa coreografía del Manchester City sin parecer un cuerpo extraño. Un reto mayúsculo si consideramos que se trata de un monolito con rasgos androides de casi 2 metros de altura.
“Pep es el mejor entrenador del mundo y es fantástico recibir sus consejos. Es duro porque es muy exigente, pero eso es lo que quiero”, expresó el noruego en febrero de este año.
Hay quien sugiere que Guardiola, un talibán de la pizarra, ha infrautilizado y desnaturalizado a Haaland, un delantero exuberante y salvaje que ha demostrado fluir mejor en los espacios que como el último eslabón de un engranaje prolijo.
Pese a los absurdos registros goleadores —en su primer año en Inglaterra marcó 36 tantos—, las dos ligas que ha conquistado y la Champions League alcanzada frente al Inter de Milán en 2023, queda la sensación de que no termina por consolidarse como el discurso principal del Manchester City que bocetó Guardiola.
Pareciera una presión excesiva para alguien que recién llega al cuarto de siglo de vida, pero la evidencia sugiere, desde aquellos veranos travestidos de invierno en la gélida Bryne, que Erling Haaland es todo menos un chico convencional.
