Minutos de menores: el espejo de los proyectos en la Liga MX

Más que un requisito reglamentario, la tabla de minutos de menores se ha convertido en uno de los indicadores más claros para entender cómo piensan y construyen su futuro los clubes de la Liga BBVA MX.
En una liga definida por márgenes mínimos, la tabla de minutos de menores revela algo más profundo que el cumplimiento de un reglamento: muestra quién apuesta por la formación y quién juega al límite para evitar una sanción.
En una liga definida por márgenes mínimos, la tabla de minutos de menores revela algo más profundo que el cumplimiento de un reglamento: muestra quién apuesta por la formación y quién juega al límite para evitar una sanción. / FMF

La tabla de minutos de menores se convirtió, una vez más, en uno de los termómetros más precisos para entender cómo se construyen los proyectos en la Liga BBVA MX. No se limita a reflejar el cumplimiento de un reglamento; expone decisiones deportivas, prioridades institucionales y la manera en que cada club concibe su relación con el futuro.

La norma es clara y no admite interpretaciones. Cada equipo debe acumular al menos 1,170 minutos con futbolistas menores durante la fase regular, con un límite de 225 minutos por partido, bajo la amenaza concreta de perder tres puntos en la tabla general en caso de incumplimiento. Esa sanción no es simbólica. Puede alterar posiciones, modificar accesos a liguilla directa o incluso cambiar por completo el cierre de un torneo.

En ese contexto, algunos clubes no solo cumplieron, sino que superaron el requisito con amplitud y convicción. Guadalajara lidera la tabla con más de 3,600 minutos, una cifra que responde a una identidad deportiva clara y sostenida. Puebla, León, Atlético de San Luis, Atlas y Tijuana también aparecen en la parte alta, con acumulados que reflejan continuidad y confianza real en futbolistas jóvenes. En estos casos, los minutos no aparecen como un ajuste tardío, sino como parte estructural del modelo de juego desde el inicio del campeonato.

Ese grupo demuestra que la regla puede transformarse en una ventaja competitiva. Los jóvenes no solo completan un requisito administrativo; sostienen partidos, permiten rotaciones y aportan energía en tramos clave del calendario. La formación deja de verse como un riesgo y se convierte en un recurso deportivo tangible.

La lectura cambia al observar a los equipos que alcanzaron el mínimo por márgenes estrechos. Clubes como Querétaro, Toluca, Santos, Pumas y Mazatlán cerraron el torneo con números ajustados, mientras que instituciones de alto perfil como Monterrey, América, Cruz Azul y Tigres quedaron peligrosamente cerca del límite. En estos casos, la regla condicionó el cierre del torneo. Cada jornada final implicó cálculos, ajustes y decisiones que no siempre nacieron del rendimiento puro, sino de la necesidad de evitar una sanción.

Aquí aparece el impacto competitivo real. La regla no distingue jerarquías ni contextos. Penaliza igual a quien pelea el título que a quien lucha por no quedar en el fondo de la tabla. Tres puntos menos no castigan una filosofía; castigan un resultado. Por eso, llegar justo al mínimo implica transitar el cierre del torneo con una presión adicional que no siempre se percibe desde fuera, pero que pesa en la toma de decisiones.

La tabla también revela dos formas de entender la formación. Para algunos clubes, el juvenil representa una pieza activa del proyecto deportivo. Para otros, funciona como una variable que se ajusta cuando el calendario lo exige. La diferencia no está en cumplir, sino en cómo y cuándo se cumple. En una liga tan cerrada como la mexicana, esa diferencia suele reflejarse en la tabla general.

Al final, los minutos de menores no miden solo tiempo en cancha. Miden planeación, coherencia y visión institucional. En un torneo donde cada punto puede definir la historia de un semestre, apostar temprano por el futuro no responde a una idea romántica. Responde, cada vez más, a una decisión competitiva.


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Álvaro Piñeirua
ÁLVARO PIÑEIRUA

Redactor en Sports Illustrated México.