Raúl Jiménez, un Ave Fénix

Tras un año de lucha y de soportar los látigos de la crisis descarnada, Raúl Jiménez vuelve a ser una estrella en la liga inglesa,
Raúl Jiménez celebrando un gol con el Fulham.
Raúl Jiménez celebrando un gol con el Fulham. / Clive Rose/Getty Images

El aire se cortó con un crujido seco, como un latigazo en medio del bullicio. Luego, silencio absoluto. Brazos rígidos. Cuerpo inerte.

Hace un segundo, todo era algarabía. Un inicio eléctrico en el Emirates Stadium de Londres, cinco minutos de euforia. Pero ahora, un agujero negro se abría en el césped con un hombre fulminado en el centro. Ese hombre era Raúl Jiménez.

Jiménez (Tepeji del Río, 1991) era, hasta ese instante, el mejor delantero mexicano del momento. Nadie dudaba de ello. Pero la vida lo había puesto frente a un obstáculo monumental, monstruoso. Lo conocería varias horas después, postrado en la cama de un hospital, tras el espeluznante choque de cabezas con el brasileño David Luiz.

Entre la confusión y el dolor, los recuerdos afloraban. Su infancia. Sus viajes en combis del transporte público, de la mano de su madre, rumbo a los entrenamientos en las fuerzas básicas del América cuando tenía 13 años. Pero junto a los recuerdos, la preocupación. Su futuro inmediato era una incógnita. Perdió el conocimiento en el campo. Sufrió una fractura de cráneo. Fue operado de emergencia en un hospital de Londres.

Eran los primeros días de un calvario de duración maratónica. Ocho meses y 16 días. Eso fue lo que tardó en volver desde aquel malogrado 29 de noviembre de 2020 hasta su reaparición en la Premier League, el 14 de agosto de 2021.

Hasta ese momento, la trayectoria de Jiménez había sido ascendente. No sin obstáculos, porque el deporte profesional rara vez ofrece caminos sencillos, pero siempre con la puerta abierta a su esfuerzo y compromiso.

Debutó el 9 de octubre de 2011 con el club en el que siempre soñó jugar: el América. Sólo 21 días después, ya era titular. En ese mismo partido, anotó su primer gol en Primera División: un tanto que significó la victoria frente al Puebla en el estadio Cuauhtémoc (2-3).

Su percance también significó una fractura definitiva en la línea de flotación del Wolverhampton Wanderers. Con Raúl en el campo, el equipo navegaba en la sexta posición del campeonato inglés. Era líder de goleo del club con cuatro tantos después de 10 jornadas jugadas. Esos cuatro goles eran la punta de una fulgurante estela de 44 anotaciones en 110 partidos jugados con el club de las Tierras Medias Occidentales de Inglaterra, desde su llegada para la temporada 2018-19.

Ese impasse fue desgarrador. Sin Raúl, los Wolves únicamente consiguieron marcar 8 goles en los restantes 15 partidos de la Liga; toda una sequía. Además, naufragaron fuera de la zona de clasificación a la Liga de Campeones y Nuno Espírito Santo, entrenador del equipo, fue cesado al final de la campaña.

Para Jiménez, regresar ha sido una muestra más de su corazón de campeón. Trotó entre pantanos de dolor y miedo por una nueva recaída. Lo hizo entre miradas juzgadoras que lo veían más como a un exfutbolista, uno más de quienes no logran salir adelante de un trance de tal magnitud, en lugar de un Ave Fénix.

Pero si algo ha desarrollado el hombre, autor del gol más espectacular en la historia de la selección mexicana en partidos clasificatorios para la Copa del Mundo —una chilena tan agónica como mágica cuando el tiempo se agotaba y Panamá estaba a punto de dejar fuera al Tricolor del máximo torneo futbolístico a jugarse en Brasil 2014— es esa capacidad para jamás rendirse; darse por vencido no está en su ADN.

Tras un año de lucha y de soportar los látigos de la crisis descarnada, Raúl Jiménez vuelve a ser una estrella en la liga inglesa, ahora con el Fulham, club en el cual desea mantener este paso de figura para una revancha en la próxima Copa del Mundo a jugarse en México, Canadá y Estados Unidos. Un premio para un titán, quizá indestructible.


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Ángel Soto M.
ÁNGEL SOTO M.

Editor y redactor de Sports Illustrated México.