Rayados se impone al campeón y definirá la serie en el Nemesio Diez

Monterrey venció 1-0 a Toluca en la ida de semifinales gracias a un cabezazo de Germán Berterame, y llegará con ventaja al juego en el Nemesio Diez. El poste, el Mochis y una defensa monumental evitaron el empate en los últimos minutos y permitieron que Rayados sostuviera una ventaja que puede valer una final.
Luis Cárdenas reaccionó en los momentos críticos y sostuvo la victoria rayada con dos atajadas decisivas.
Luis Cárdenas reaccionó en los momentos críticos y sostuvo la victoria rayada con dos atajadas decisivas. / Azael Rodriguez/Getty Images

El Monterrey dio un paso firme rumbo a la final. En una noche de nervios, orgullo y una comunión total con su afición, Rayados venció 1-0 al Toluca del viejo conocido Antonio Mohamed, un triunfo trabajado con oficio y coronado por un cabezazo impecable de Germán Berterame, el hombre que volvió a encender al Gigante de Acero.

El duelo fue tan cerrado como se imaginaba ante un campeón que casi no concede, pero el sello de la Liguilla apareció justo cuando más se necesitaba. Monterrey encontró el gol al minuto 39, después de que una barrida salvadora de Ricardo Chávez cambiara la inercia del partido y empujara al equipo a ir hacia adelante.

Jesús Manuel Corona envió un centro quirúrgico, flotado con la precisión de quien conoce cada susurro del área, y Berterame lo transformó en arte: saltó, giró el cuello y colocó la pelota lejos de Hugo González, quien nada pudo hacer más que mirar cómo el balón besaba la red.

El estadio explotó. Más de 50 mil voces se unieron para empujar un partido que, desde ese instante, se volvió un ejercicio de resistencia. Porque si Monterrey atacó con convicción en el primer tiempo, en el segundo debió defender con el alma.

Toluca, herido, salió a buscar la reacción. Mohamed ajustó e intentó darle más filo a su ofensiva, pero se topó con una muralla albiazul comandada por Stefan Medina, que secó por completo al campeón de goleo, Paulinho, y convirtió cada cruce en una demostración de elegancia defensiva.

Y cuando la defensa ya no pudo, apareció la figura que terminó siendo coreada por el estadio entero: Luis “Mochis” Cárdenas. Primero con un par de atajadas decisivas y luego con la fortuna de su lado cuando un misil de Marcel Ruiz se estrelló en el poste, como si el acero del estadio hubiera intervenido para sostener la ventaja.

Los últimos minutos fueron una prueba de fe. Toluca empujó como solo un campeón sabe hacerlo, con alma, con orgullo, con ese fuego que obliga a sufrir a cualquier rival. Las tribunas eran un rosario colectivo. Mohamed gesticulaba, la defensa resistía, el tiempo se hacía eterno. Y entonces, al fin, llegó el silbatazo que liberó toda la tensión acumulada.

Monterrey ganó y viaja ahora al Infierno con una misión clara: rematar al campeón en su propia casa este sábado en el Nemesio Diez. Están a 90 minutos de la final. Noventa minutos de comprobar si esta noche de lucha y resistencia fue solo el inicio de algo más grande.


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