Historia de la Jornada 2 del Apertura 2025: Las primeras muestras del proyecto de Larcamón en Cruz Azul

Cuando la dirección deportiva de Cruz Azul presentó su plan de trabajo para el Apertura 2025 en una foro privado, ante un exclusivo comité de periodistas, quedó más o menos claro que los motivos que alejaron a Vicente Sánchez de la institución fueron estrictamente ideológicos.
Desde que tomó las riendas del proyecto, Iván Alonso propuso un ambicioso cambio de timón en términos deportivos, culturales y metodológicos. Con un radical de la estrategia como Martín Anselmi al frente de la revuelta, el plan se sustentaba en convertir a Cruz Azul en un equipo reconocible desde un modelo de juego que le permitiera dominar a través del balón.
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Sin manifestarlo abiertamente, Alonso entendía que Vicente Sánchez no era la correa de transmisión que Cruz Azul necesitaba para superar la traumática salida de Anselmi a Europa. No por un tema de resultados, donde el trabajo de Sánchez fue irreprochable, sino porque no demostró ser un guardián celoso de la nueva filosofía del club.
Viéndolo desde esa perspectiva, la salida de Vicente tenía sentido para Cruz Azul. Y, viéndolo desde esa perspectiva, la llegada de un entrenador como Nicolás Larcamón también tenía sentido para Cruz Azul.
Hoy, después de encadenar el segundo empate para abrir el torneo, es normal que existan voces escépticas respecto a la idea de prescindir de Vicente Sánchez, con el título de CONCACAF sobre la espalda, y apostar por Larcamón, un entrenador que, según la opinión popular, solo está hecho para “proyectos emergentes”.
Como ya lo demostró ante Mazatlán y Atlas, Larcamón es un estratega emparentado con ciertos rasgos de la filosofía que busca instaurar Cruz Azul (ritmo alto y presión agresiva) y, al mismo tiempo, menos obsesivo con otros (cadenas de pase y defenderse con balón).
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Esto supone que, como cualquier nuevo proyecto, el argentino necesite tiempo para afinar los aspectos que no necesariamente lo han distinguido en Puebla, León y Necaxa, sus anteriores equipos.
Ante Atlas, en el más reciente partido de Cruz Azul, Larcamón experimentó en carne propia lo que define al nuevo modelo institucional, para bien y para mal.
Que Kevin Mier, el portero que mejor juega con los pies en la Liga MX, fallara en un control automático en salida de balón, ante el asedio de Eduardo Aguirre, es parte de los riesgos que se le exige asumir como entrenador de Cruz Azul.
“Indudablemente fue una noche de esas que con algunos errores lo dejan expuesto, pero a sabiendas de que tenemos portero de la liga”, dijo Larcamón en la conferencia de prensa post-partido.
Por otro lado, el hecho de que pueda juntar a José Paradela y Mateusz Boguz para combinar por dentro y fungir de asistidores ante un Ángel Sepúlveda en estado de gracia que marcó el primer triplete para un delantero mexicano de Cruz Azul desde Carlos Hermosillo, también forma parte de las bondades de administrar talento que probablemente no haya visto antes en su carrera.
Otra cosa que Nicolás Larcamón probablemente no haya visto antes durante su periplo por México es la exigencia del día a día de un club como Cruz Azul.
Por suerte para él, su afinidad en términos de idioma respecto a Iván Alonso le garantizan un margen amplio para trabajar.
Este nuevo Cruz Azul parece dejar claro que busca ser un equipo estable y maduro en todos los sentidos: desde la oficina hasta el banquillo. Resultados aparte, ese simple aspecto debería ser motivo de entusiasmo para los aficionados celestes, antaño acostumbrados a los volantazos caprichosos.
