La alimentación consciente incentiva el deporte paralímpico

Hay fuerza en cada remada. No solo la que se ve en los brazos tensos o en la espalda que se curva con ritmo. En el remo, como en muchos deportes, hay una fuerza silenciosa que viene de lo invisible: la constancia, el propósito y la alimentación.
Los competidores paralímpicos que practican remo en México han aprendido que su cuerpo es tanto herramienta como territorio. Que lo que comen no solo les da energía, sino que puede cambiar el modo en que entrenan, descansan, se recuperan y sueñan. Por eso, en el camino hacia sus próximas competencias internacionales, una nueva forma de alimentarse ha entrado a sus vidas: lo orgánico.
Durante los siguientes meses, los atletas contarán con un acompañamiento nutricional especial: una selección de alimentos orgánicos mexicanos que complementarán su preparación con ingredientes reales, limpios y vivos. Productos que provienen de suelos sanos y procesos respetuosos, y que buscan alejarse de lo ultraprocesado para acercarse a lo esencial.
Esta iniciativa nace con el respaldo de Campo Vivo, una marca que desde hace años impulsa la agricultura orgánica en México y que, en esta ocasión, ha decidido aportar su grano de arena en el alto rendimiento paralímpico. No con discursos ni campañas, sino con alimentos y productos naturales que, semana a semana, acompañan el esfuerzo de estos atletas.
“Creemos que lo orgánico puede ser un motor silencioso del rendimiento. No solo mejora la salud, también crea una cadena positiva que conecta al deportista con quienes cultivan sus alimentos, con la tierra y con una forma más honesta de alimentarse”, comparte Mateo Dornier, fundador de Campo Vivo.
La relación entre deporte y alimentación ha cambiado. Ya no basta con contar calorías o medir porciones. Cada vez más atletas buscan alimentos que no sólo nutran, sino que respeten su cuerpo. Y si ese alimento, además, honra la tierra y genera empleo digno en el campo mexicano, la cadena se fortalece.
Detrás de cada bocado hay una historia: de quien sembró, de quien eligió, de quien confió. En ese tejido sutil, estos remeros paralímpicos encuentran hoy un nuevo tipo de apoyo. Uno que no se mide en segundos ni en medallas, pero que también impulsa.
Porque el rendimiento no solo se entrena. A veces, también se cultiva.
