Tadej Pogacar, el cometa esloveno de los paseos en bicicleta

El ciclista esloveno conquista, con 26 años, su cuarto Tour de Francia y amenaza el reinado de Anquetil, Merckx, Hinault e Induráin, cinco veces ganadores de la competición.
El ciclista esloveno del equipo XRG, Tadej Pogacar, con el maillot amarillo de líder de la general.
El ciclista esloveno del equipo XRG, Tadej Pogacar, con el maillot amarillo de líder de la general. / Foto: Marco BERTORELLO / AFP

“Yo vi llorar a Merckx y a Coppi. Y no me imagino a Induráin llorando”, sostenía el mítico Pierre Chany, tres veces condecorado con la Cruz de Guerra, miembro de la Resistencia francesa ante la ocupación nazi y el periodista especializado con más ediciones del Tour de Francia cubiertas sobre la espalda.

Chany, como recuerda el escritor vasco Ander Izagirre en el libro Plomo en los bolsillos, sostenía que Miguel Induraín “no entraría en la historia” como “un campeón ciclista”,  pese a sus cinco títulos, porque, según él, no demostraba la suficiente raza y coraje.

Por suerte para Tadej Pogacar, quien acaba de ganar su cuarto Tour de Francia consecutivo, Pierre Chany ya no es la unidad de medida para certificar leyendas. El esloveno gana con una suficiencia, superioridad y una naturalidad que, más que lágrimas, le dibujan una sonrisa pícara que ya forma parte del repertorio de gestos emblemáticos de la competición. 

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La leyenda de Pogacar se gestó en Komande, una pequeño municipio que bordea el extrarradio de Liubliana, en las faldas de los Alpes Julianos, un sistema montañoso que se extiende desde el noreste de Italia hasta Eslovenia y que fue bautizado en honor al conquistador romano Julio César. 

A los 9 años, cuando se desenganchó del futbol para consagrarse a tiempo completo al ciclismo de ruta siguiendo la estela de su hermano mayor, Tilen, comenzó su andadura con el rigor y obstinación de un niño acunado en el rincón menos convulso de los Balcanes de fin de siglo. 

Primero tutelado por el reputado entrenador juvenil Miha Koncilija y después por excliclista internacional Andrej Hauptman, hoy parte del staff directivo del equipo UAE Team Emirates —del que forman parte Pogacar y el mexicano Isaac del Toro— y dolorosamente célebre por ser excluido del Tour de Francia de 2000 tras dar positivo por eritropoyetina, Pogacar estableció su campamento base en el valle de Liubliana, sede del hoy denominado Pogi Team Gusto Ljubljana y sede, también, de varios de los enfrentamientos entre los partisanos comandados por el mariscal Tito y un frente fascista integrado por alemanes y eslovenos católicos y germanizados. 

Pogacar escaló las estructuras jerárquicas del ciclismo profesional con el vértigo y la luminosidad de un cometa: a sus 17 años le plantó cara a las leyendas locales Primos Roglic y Matej Mhoric en el Tour de Eslovenia, con 20 años ganó tres etapas de La Vuelta a España y a los 21 años, una edad inusual para devenir en certeza, ganó el primero de sus cuatro Tour de Francia, convirtiéndose en el campeón más joven desde la Segunda Guerra Mundial.

Uno de los testimonios clave para entender lo que significó la asunción de un jovencísimo Pogacar a la élite del ciclismo internacional, fue obra del periodista español Pablo de la Calle, quien no vaciló en ponderar la polivalencia como su gran argumento competitivo: “escala como Egan Bernal, contrarrelojea como Primoz Rogloc y esprinta en subida como Alejandro Valverde”.

A diferencia de otros contendientes a la eternidad, con Pogacar no hace falta tomar distancia y perspectiva del tiempo para situarlo en la misma dimensión que Jacques Anquetil, Bernard Hinault, Miguel Induráin y Eddy Merckx —quien le confirió el estatus de “Canibalito”, en honor al apodo que inmortalizó al belga—, cinco veces ganadores del Tour de Francia. Su dominio, con 26 años, es lo suficientemente nítido como para reservarse alabanzas y elogios por temor a rozar la hipérbole. 

Si alguien tiene dudas de lo que significa Pogacar para el ciclismo contemporáneo, basta mirarse en el espejo del danés Jonas Vingegaard, el único hombre capaz de interrumpir parcialmente el dominio del esloveno, en 2022 y 2023. Éste, al ver como se le escapaba, otra vez, la posibilidad de triunfo en la última etapa de montaña en La Plagne, manifestó con la resignación del que no ha visto el sol en meses: “Ha sido el más fuerte, merece ganar”. 

Hoy, como testigos en primera línea de la entronización de un cuatro veces ganador de la competición señera del ciclismo internacional, resuenan las palabras del campeón esloveno en camino a su segundo Tour de Francia, en 2021, cuando la esposa de Andrej Hauptman le preguntó, después de verle jugar con su teléfono durante todo el trayecto en automóvil rumbo al aeropuerto: “No estás nervioso”. A lo que Tadej Pogacar respondió: “Es solo otro paseo en bicicleta”.


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Ricardo López Si
RICARDO LÓPEZ SI

Editor en Sports Illustrated México. Periodista y escritor.