REVISTA | Tabatha Rivas vuela más allá del sonido

La jugadora inspira a soñar sin límites: es la primera portera del mundo en debutar pese a tener sordera
Tabatha Rivas es la única portera del mundo que debutó en Primera División pese a tener sordera en la Liga MX femenil. Este hito se logró el 2 de noviembre de 2024 en la jornada 17 del Apertura 2024, en el partido contra Necaxa.​
Tabatha Rivas es la única portera del mundo que debutó en Primera División pese a tener sordera en la Liga MX femenil. Este hito se logró el 2 de noviembre de 2024 en la jornada 17 del Apertura 2024, en el partido contra Necaxa.​ / Diego Álvarez

Tabatha Rivas lloró con sus padres cuando. recibió la noticia. Marcelo Maria Frigério, el técnico de Pumas, acababa de decirle que estaba a punto de debutar en la Primera División.

Cuando pisó la cancha del estadio Olímpico Universitario, una lluvia de estímulos envolvió sus sentidos. La luz del sol pegándole en la cara. El fresco olor a hierba mojada como si recién hubiera cesado de llover.

Sin embargo, ella no escuchó cuando presentaron su nombre en el sonido local; tampoco el rugido del Goya en la tribuna.


Los sonidos más cercanos: el golpe seco del balón, los gritos de sus compañeras, el silbatazo de la árbitra llegaron con un efecto metálico, distorsionado. No importaba. Estaba ahí, en el lugar que tantas veces le dijeron que jamás podría alcanzar.

Nació sin oído, pero con una gran capacidad de soñar.

Era 2 de noviembre de 2024. A sus 17 años estaba a punto de debutar en la Liga MX femenil y de convertirse así en la primera portera del mundo con sordera profunda en jugar en un torneo de la Primera División de su país.

“Pensé que no iba a lograr algo así”, dice Tabatha. Lo cuenta como si esto hubiera ocurrido ayer, lo rememora con la voz quebrada y los ojos a punto de ebullición.


Rompe barreras

Sus padres tienen aún presente el momento en que la vida les reveló la condición de Tabatha. Estaban en casa. Ella dormía profundamente cuando, en medio de la calma, una puerta se azotó con fuerza en el cuarto. Hubo sobresaltos, sorpresa, pero Tabatha no despertó. Nadie entendía lo sucedido: ante el estruendo, la niña debió haber apretado los puños y llorado. Pero nada. Fue el primer indicio de la sordera profunda.

Octavio, su padre, recuerda aquellos días. “Hay dos sentimientos: ¿Por qué? ¿Y ahora qué hago para ayudarla?”

Su familia visitó pediatras, otorrinos, audiólogos, pero los doctores desestimaron las sospechas de Marisol, su madre: “Estás loca”, le decían. Un especialista. les vendió unos aparatos que nunca funcionaron. Pasó más de un año de peregrinación antes de conseguir un diagnóstico que confirmara su sordera.

Entonces comenzó otra lucha. Esta vez, contra el tiempo. Para ser candidata a un implante coclear (un dispositivo electrónico que ayuda a las personas con sordera profunda), tenía que ser menor de seis años para evitar consecuencias graves en el lenguaje. Su familia tenía que conseguir 450 mil pesos para financiar la operación.

Tabatha tenía un año y ocho meses cuando sus padres obtuvieron los fondos por medio de un instrumento gubernamental.

Tabatha es la primera portera del mundo con sordera profunda en jugar como portera en la Primera División.
Tabatha entrena en la Cantera de Pumas Universidad con el equipo de Primera División y es titular con la Sub 19. / Diego Álvarez

Así narran aquel momento: “Le abrieron la cabeza y debieron hacerle espacio en el cráneo para colocar el implante”, recuerda Octavio, su papá.

El aparato no devuelve la audición natural, pero permite a quien lo tiene escuchar sonidos y desarrollar o recuperar habilidades de comunicación. “El implante ayuda mucho, pero no es una solución completa; deja un oído distorsionado. Es como ver con cataratas permanentes”, comentan
varios especialistas.

La cirugía fue solo el primer paso. Recuperó un sentido, pero ahora tenía. que aprender a escuchar.

—¡Hola, ellos son tus papás!

Tabatha miró con asombro a su alrededor. Tenía dos años y, por primera vez, escuchó las voces paternas y la de su hermana, los ladridos de los perros, el zumbido del microondas. En pocas palabras, descubrió un nuevo mundo. A su lado, su mamá Marisol, su papá Octavio y su hermana Regina asistían a su alumbramiento auditivo.


—Vimos su reacción y de inmediato lo supimos: Tabatha ya nos escuchaba —rememora su mamá.
Ahora seguía el balón. El llamado al futbol lo sintió desde los seis años. Entonces, asistía a la escuela primaria y. durante la clase de educación física había un momento en el cual sus compañeros
jugaban y ella era una mera espectadora.

—Ella tiene un implante en la cabeza. Por ningún motivo debemos exponerla a un accidente —decían las autoridades. del colegio.

—A cualquier niño puede afectarle un golpe en la cabeza —respondían su papá. y su mamá, quienes finalmente lograron la inclusión de su hija con el resto de sus compañeros.

La decisión fue difícil, fue quizá controvertida, pero la familia de Tabatha la respaldó.


Sin embargo, el destino tenía otro obstáculo. Mientras jugaba como delantera con sus compañeros de primaria, Tabatha recibió un duro golpe en la cabeza. Fue un choque de frente con otro compañero.

Aquí reaparecieron las voces del impedimento y del escepticismo: “Un golpe en la cabeza puede ser peligroso si se le mueve el implante internamente”. “No puede lanzarse desde una resbaladilla”. “No debe hacerse tomografías ni resonancias magnéticas”. “No puede pasar a través de arcos de detección de metales”. “Hay que limitar su actividad física porque no. debe caerse”. Y, por supuesto, “no puede jugar futbol”.

Seis meses estuvo alejada del balón. Practicaba gimnasia, pero no era feliz, pese a tener mucha habilidad para esta disciplina. “Papá, quiero volver a jugar futbol”, expresó hasta lograrlo.

Tabatha quiere ser seleccionada nacional y jugar en Europa.
Tabatha es especialista en detener penales, especialidad que ha practicado analizando videos y en la cancha. / Diego Álvarez

Secreto al descubierto

Su vuelta al juego fue en otra posición: la portería. No importaba en dónde, la meta
era la misma: ser futbolista profesional.

Ese regreso, sin embargo, vino acompañado de una decisión: jugar sin enterar a nadie de su condición. Si algo destaca Tabatha es que nunca ha querido miradas condescendientes ni tratos diferenciados.

Durante mucho tiempo mantuvo su secreto. Pero un día, a sus 13 años, no pudo ocultarlo más. Estaba en Mazatlán, con el equipo Chalco Soccer Academy, cuando la invitaron de emergencia como portera para completar un plantel Sub 20.

Durante un momento de esparcimiento, confiada en que su gorra de tela bastaría para evitar que la parte externa de su implante se mojara, se lanzó con sus compañeras a la alberca. Sin embargo, subestimó la capacidad del agua para filtrarse. La tela no alcanzó a cubrir por completo el dispositivo y al entrar en contacto con el agua éste dejó funcionar.

“No escucho, ya no sirve mi implante”, le escribió a su papá con angustia.

—Tienes dos alternativas: le dices a tus compañeras que no escuchas y que te ayuden o nos regresamos, porque así no tiene caso —respondió Octavio a su hija.

Aquellas palabras la sacudieron. Era un momento decisivo, un punto de inflexión en su vida deportiva. Respiró hondo y tomó la decisión.

—No escucho —confesó entonces a sus compañeras.

Su secreto quedaba al descubierto. Pero la respuesta fue inmejorable, conmovedora. “Me emocionó mucho su apoyo y el plan de todas para atajar este inconveniente”, recuerda.

Desde ese instante, cada jugadora levantó el brazo en sincronía para indicarle cuando el árbitro hacía sonar su silbato. La primera vez ocurrió al inicio de ese imborrable partido en mayo de 2021. Y así, en cada falta, tiro de esquina, saque de meta, fuera de lugar o tiro libre, el equipo entero se convirtió en su oído.


Aquella tarde en Mazatlán Tabatha encontró su lugar. Su progreso era notorio y sus sueños cada vez más altos. Quería llegar a un equipo de renombre. Así comenzó su camino en las Pumas. Una visoría en la Sub 17 le abrió brecha en el futbol profesional. “Quiero que me vean jugar, no les digas que tengo un implante”, volvió a pedir Tabatha a su padre, quien la acompañaba siempre a cada entrenamiento o partido, ya fuera en Puebla o en Nuevo León.

Cada fin de semana había una prueba y ella la superaba. El número de aspirantes se reducía de sábado a sábado; de pronto, Tabatha se vio entre un grupo de ocho a 10 futbolistas. Su entrega, su pasión y cualidades llenaron el ojo de los visores, quienes se vieron impedidos para registrarla porque solo tenía 13 años. Sin embargo, evitaron perderla y, un año más tarde, finalmente pasó a formar parte del Club Universidad.


El ascenso fue veloz. Pronto subió al equipo Sub 18, ahí ya era la portera suplente y fue campeona en el legendario estadio Azteca. Día a día, Tabatha daba de qué hablar gracias a su disciplina, sus
reflejos, su resorte en el juego aéreo y su capacidad analítica, sobre todo, en los tiros de penalti.
Entonces llegó aquel día de su debut contra Necaxa.

Tabatha aún recuerda la sensación de aquel pasillo que conduce a la cancha, los abrazos de sus compañeras, el estruendo del Goya y el momento en que pisó el césped. Reprimió las lágrimas, ajustó los guantes y se enraizó al suelo. Detrás de la oreja izquierda, entre su cabello, su implante coclear —aquel que le permitió escuchar por primera vez a los dos años— le acompañaba en silencio durante su debut en la Liga MX Femenil.

Las Pumas cayeron aquel día 1-2 frente a las Centellas y más allá de la emoción, Tabatha reconoce que pudo haber hecho más en uno de los goles. Los ataques misóginos y discriminatorios en redes sociales llegaron como un huracán: “¡Vete a la cocina! ¡Eres una coladera!”, fueron los primeros mensajes recibidos. El día más especial de su carrera se convirtió en el que casi lo abandona todo.

“Después de ello, fueron dos semanas en las que entrenaba perdida y rota emocionalmente”, recuerda su papá.

No era la primera vez que Tabatha sentía que el futbol se le escapaba de las manos. Lo que había sido un día especial, pasó a ser el día en el que pensó dejar la práctica del balón.

El sueño intacto

Es casi mediodía en Ciudad Universitaria. El sol ilumina con fuerza la enorme muralla de roca. Tabatha detiene penales con una habilidad ejercitada. Se sienta horas a mirar videos para analizar a sus rivales. Observa detalles minuciosos y así decide hacia dónde lanzarse. Esto llama la atención de Regina Cantabrana y Ximena Viñolas, sus defensas en Pumas, así como de su entrenador en la Sub 19, David Cotero.

Tabatha contempla los movimientos de los pies y las miradas de sus rivales que podrían anticiparle el viaje del balón. Observa la cadencia de las caderas, los sutiles movimientos de las manos. También calcula si la distancia entre la tiradora y el balón es larga, “entonces hay mayor probabilidad que el lance sea a la izquierda; si es corta, a la derecha”, dice con seguridad de veterana pese a su corta edad.


Se fija, incluso, si los pies hacen una forma de U, porque podría ser un tiro cruzado. Intenta sembrar dudas en sus rivales con frases como “la vas a fallar” o “ya sé dónde la vas a tirar”. Toma agua para romper el ritmo y así prolongar el tiempo.

Sentada bajo un árbol a un lado de la cancha principal de Cantera, Tabatha recuerda un papel que escribió cuando era niña. Ahí redactó cuatro sueños que parecían inalcanzables: “Recuperarme
de mis lesiones”. “Debutar en Primera División”. “Ser seleccionada nacional”. “Jugar en Europa”. Dos ya los cumplió.

En su hoja de ruta, la confirmación de que su historia no termina aquí. Hoy sigue entrenando en la Cantera Puma y formándose con el primer equipo. Mucho aprende de Melany Villeda, la portera titular del primer equipo, en ella ha encontrado un modelo de temple y madurez. Cuenta que la forma de ser de su compañera le ayudó mucho a dejar atrás esa mala experiencia del resultado
en su debut y las agresiones sufridas a través de las redes sociales.

Aquella amarga anécdota es ya agua pasada y ella ahora vive el presente para construir su futuro. Cada día estudia a sus rivales, refina sus reflejos y pule su técnica. Se para bajo los tres postes, calcula, aguanta, espera.

Y entonces, llega el momento. Tabatha estira el brazo. Se lanza... Y vuela.

Tabatha utiliza un implante coclear desde la niñez para poder escuchar, pero nunca ha escuchado un sonido de manera natural.
Tabatha practica detener penales en las canchas de la Cantera de Pumas Universidad. / Diego Álvarez

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Yarek Gayosso
YAREK GAYOSSO

Periodista en Sports Illustrated México, con 13 años de experiencia cubriendo eventos de gran magnitud como los Juegos Olímpicos de París 2024.