Tomohiro Anraku, el Emperador de los Diablos Rojos del México

Del monstruo escolar que lanzó hasta quebrarse en el Koshien, al Emperador implacable del bullpen en México. La historia de Tomohiro Anraku es la de un brazo marcado por el exceso, la caída y la reconstrucción.
Tomohiro Anraku fue líder de salvamentos como cerrador de los Diablos Rojos del México
Tomohiro Anraku fue líder de salvamentos como cerrador de los Diablos Rojos del México / Getty Images

Tomohiro Anraku nunca ha escapado del peso de los nombres que lo persiguen. En Japón fue Kaibutsu, el monstruo del Koshien; en México es el Emperador, dueño de la última palabra en la loma. Sus apodos resumen la paradoja que lo acompaña: la fuerza descomunal y, al mismo tiempo, la fragilidad de un brazo que conoció el exceso demasiado pronto. 

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Anraku ha demostrado, durante dos años, ser uno de los relevistas más fríos y temidos de la Liga Mexicana de Beisbol. Con él en la loma, las probabilidades rivales se reducen a la mínima expresión. Sin embargo, si alguien conoce de derrumbes y vacíos, es precisamente él. 

Porque antes de llegar a México, ya había vivido en carne propia lo que significa desmoronarse. 

Kaibutsu en japonés significa monstruo, bestia. Así fue apodado Anraku en el archipiélago. 

Su nombre quedó impreso en la memoria colectiva de Japón durante el Koshien, el torneo escolar más importante de los nipones, en el que participan más de 40 equipos de todo el país y que es, al mismo tiempo, fiesta y sacrificio. 

A los 16 años, Tomohiro cargó con la exigencia desmedida de un país que venera la resistencia del brazo como virtud. Durante el evento —que consiste en partidos de eliminación directa entre las escuelas— Anraku lanzó en cinco partidos a lo largo de nueve días. Hasta que en la final, lanzó hasta que no pudo más; hasta que su brazo, colgaba inerte de su hombro después de lanzar su pitcheo número 772. 

“Don Nomura, el agente que representa a Darvish, le dijo a Jeff Passan de Yahoo que el trato que recibió Anraku era nada menos que abuso infantil”, detalló ESPN sobre la actuación de Tomohiro

Ahí nació la leyenda del Kabutsu, la bestia, el monstruo. 

Su historia estuvo ligada al Koshien incluso antes de que naciera. Sus padres se conocieron allí, jóvenes trabajadores de una concesión de alimentos. El padre, un lanzador prometedor cuyo brazo se quebró antes de llegar a la preparatoria, le colocó una pelota en la mano cuando apenas tenía tres años. 

Tras abrirse camino en la liga profesional japonesa —jugó durante nueve temporadas con los Tohoku Rakuten Golden Eagles en la Nippon Professional Baseball—su carrera se vio abruptamente interrumpida por un escándalo de acoso con sus propios compañeros. En un país que concibe la disciplina como valor supremo, su nombre quedó manchado, fue expulsado del equipo y condenado a un estigma que parecía definitivo.

Tomohiro Anrku como lanzador en Koshien
Tomohiro Anrku como lanzador en Koshien / Social Media

“Según un reporte de The Japan Times, varios jugadores de los Golden Eagles testificaron durante una investigación que Anraku hostigó a peloteros más jóvenes del equipo. Entre los actos de acoso de los que fue acusado se incluyeron bajarle los pantalones a un compañero para exponerlo a la burla del resto del plantel y hacer llamadas telefónicas de hostigamiento a altas horas de la noche después de que rechazaran cenar con él”, informó CBS Sports sobre el caso. 

Aquel héroe escolar se convirtió en una especie de figura incómoda, un recordatorio cruel de la fragilidad que habita detrás de los mitos.

Fue entonces cuando apareció México y con los Diablos Rojos halló la oportunidad de reconstruirse. En la Ciudad de México se transformó en uno de los cerradores más sólidos de la liga. Su recta y su temple, forjados en los veranos inclementes del Koshien, se tradujeron en una efectividad casi implacable.

En la LMB sus números han sostenido la leyenda creciente del ahora llamado Emperador. En la temporada regular acumuló más de 22 salvamentos en 26 oportunidades con una efectividad de 2.98, números admirables en un año de ofensivas desbordadas para México

Apenas permitió un par de cuadrangulares en más de 40 innings lanzados y su proporción de ponches por cada base por bolas confirma lo que la vista anticipa: las adversidades forjan carácteres en el montículo. 


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Alejandra González Centeno
ALEJANDRA GONZÁLEZ CENTENO

Reportera y creadora de contenido en Sports Illustrated México.