Archivo SI | Dallas Cowboys: De vuelta con venganza

Cada sábado, Sports Illustrated México reedita íntegramente una gran historia del archivo de la revista. Nos remontamos a septiembre de 1995, cuando Emmitt Smith y los Cowboys aplastaron a los Broncos, durante la gestación de la adquisición de Deion Sanders.
Emmitt Smith en acción, con los Dallas Cowboys en la mitad de la  década de los 90.
Emmitt Smith en acción, con los Dallas Cowboys en la mitad de la década de los 90. / Archivo Sports Illustrated.

Cada sábado, Sports Illustrated México reedita íntegramente una gran historia del archivo de la revista. La selección de hoy es BACK WITH A VENGEANCE EMMITT SMITH AND THE RESURGENT COWBOYS CRUSHED THE BRONCOS--AND ARE PRIMED TO GET EVEN STRONGER, de Austin Murphy, publicada originalmente el 18 de septiembre de 1995.

El sábado pasado, un grupo alegre de Dallas Cowboys se reunió para posar en la foto oficial del equipo. Las risas comenzaron cuando Chad Hennings, tackle defensivo, dio un paso en falso y casi se desploma del andamio donde estaban parados. Se soltaron aún más cuando el ala defensiva Charles Haley insistía en que Jerry Jones, el dueño del equipo, le arrancara el peluquín a un directivo que estaba justo debajo. Y estallaron en carcajadas cuando Leon Lett, el habitualmente reservado tackle defensivo, imitó con los talones en el aire el baile de anotación de cierto mercenario de dos deportes y cabellera engominada, quien esa misma mañana se había convertido en el más reciente Cowboy.

Los motivos para tanta euforia eran claros. Diez horas antes, el propio Jones había puesto el broche a una semana caótica fichando con éxito al esquinero agente libre Deion Sanders, con un contrato de siete años y 35 millones de dólares. 'Prime Time', que por ahora patrulla el jardín central de los San Francisco Giants, necesitará cirugía artroscópica para limpiar el tobillo izquierdo una vez concluida la temporada de beisbol, lo que podría retrasar su debut en la NFL hasta finales de octubre.

Te puede interesar: ARCHIVO SI | La obra maestra de David Cone

Eso no inquieta a Dallas. Los Cowboys recibirán a los 49ers de San Francisco el 12 de noviembre, y a juzgar por lo fácil que despacharon a sus dos primeros rivales, quizá ni siquiera lo necesiten antes de ese partido. A pesar de las distracciones que su dueño les impuso la semana pasada, el domingo los Vaqueros entraron al Texas Stadium y simplemente avasallaron a los Denver Broncos. El marcador final, 31-21, apenas reflejó la magnitud del dominio: Denver maquilló cifras con un touchdown en el último minuto.

¿Creías que Dallas era un equipo en declive? ¿Que tras perder la final de la NFC contra San Francisco, y después de ver partir al centro Pro Bowl Mark Stepnoski y al receptor Alvin Harper en la agencia libre, los Cowboys iban en picada hacia la segunda división de la NFL? Piénsalo de nuevo.

El núcleo de talento con el que ganaron dos de los últimos tres Super Bowls sigue intacto. El quarterback Troy Aikman, el receptor Michael Irvin y el corredor Emmitt Smith llegaron al campamento de verano en la mejor forma de sus carreras. El tackle ofensivo Erik Williams regresó tras el accidente automovilístico de octubre de 1994 en el que estuvo cerca de morir, y volvió a triturar linieros rivales como antes. Smith, por su parte, está libre —al menos por ahora— de las lesiones en los isquiotibiales que lo marginaron de cinco partidos en la temporada pasada. El equipo, además, ya se siente cómodo con el entrenador Barry Switzer, el delegador relajado que es la antítesis de su predecesor, Jimmy Johnson. Y todos recuerdan con nitidez lo que significa jugar un Super Bowl: están desesperados por volver.

Si los Cowboys necesitaban motivación extra para destronar al equipo que los desplazó, la recibieron en febrero, durante el Pro Bowl. Varios jugadores de Dallas aseguran que los 49ers llegaron a Hawái pavoneándose, con aires de superioridad. Uno de ellos lo resumió así: “Nos miraban por encima del hombro, actuando como si lo suyo no apestara.”

Portada del 18 de septiembre de 1995 de Sports Illustrated con Emmitt Smith, corredor de los Dallas Cowboys.
Portada del 18 de septiembre de 1995 de Sports Illustrated con Emmitt Smith, corredor de los Dallas Cowboys. / JOHN BIEVER/SPORTS ILLUSTRATED

Para septiembre, los Cowboys parecían tener combustible de sobra. En una charla con Smith, días antes del debut, Irvin le recordó la ausencia de Stepnoski y Harper: “Tenemos que levantar el nivel esta temporada.” ¿Y cómo pensaban lograrlo? “Todavía no me has visto correr”, respondió Smith con calma. “Este año voy a correr como necesito hacerlo.” El tres veces líder en yardas terrestres de la liga estaba avisando: lo mejor aún no lo han visto.

Y lo decía en serio. Smith estuvo sencillamente imparable en la paliza 35-0 a los New York Giants, el 4 de septiembre. En su primera jugada, recorrió 60 yardas por el centro para anotar. A quince de la zona prometida, el habitualmente sobrio corredor levantó la mano en señal de burla hacia el rival más cercano. ¿Estaría Smith, con ese gesto de arrogancia, tratando de hacer sentir en casa a Neon Deion?

Ese día Smith corrió para 163 yardas y anotó cuatro veces. Frente a la más dura defensa de Denver sumó 114 yardas en 26 acarreos. Tres jugadas, en particular, lo definieron:

A mitad del segundo cuarto, con Dallas en tercera y seis desde la yarda 16 de los Broncos, Aikman retrocede para pasar y parece condenado a la captura por el linebacker Keith Burns, que entra en blitz. Pero Smith lo frena con un bloqueo de manual, Burns vuela por los aires, y el corredor, en un resorte, se levanta, se abre a la izquierda y recibe un pase para una ganancia de 14 yardas.

Ya en el último cuarto, balón de los Cowboys, segunda y nueve en la yarda 15 de Denver. Smith, que había corrido diez veces en ese período, recibe un pase corto de cinco yardas y baja la cabeza contra una muralla de defensivos de los Broncos. Lo taclean y queda tendido: había quedado aturdido. Tras un minuto de incertidumbre, logra incorporarse y salir caminando del campo. En la banca lo reaniman con sales aromáticas.

Tres jugadas después de haber quedado grogui, anota el touchdown que a la postre sería el de la victoria, con una carrera de una yarda.

En la derrota, el ala cerrada Shannon Sharpe se dio tiempo para evaluar a los Cowboys y sus aspiraciones. “Creo que pueden ganar el Super Bowl sin Deion”, dijo Sharpe, quien tras atrapar diez pases en la Semana 1, sumó cinco más ese domingo. “Lo que los diferencia [de los 49ers] es Emmitt Smith.

“Es un guerrero”, coincidió el coach de Denver, Mike Shanahan. “Si él no es el mejor corredor de la liga, no quiero conocer al que lo sea.”

Smith es la menos convencional de las superestrellas en su posición: juega lesionado; bloquea con el ímpetu de un fullback buscando contrato. En 1993 se perdió los dos primeros partidos de la temporada regular, en medio de una disputa con Jones —a quien Smith se refiere como the Man—. Al final se presentó tras firmar un acuerdo por cuatro años y 13.6 millones de dólares, un contrato del tamaño aproximado al puro bono de firma que ahora recibe Sanders. Así que resultaba interesante observar la reacción de Smith, un jugador que ha tenido que pelear cada dólar que The Man le ha soltado, mientras Jones ahora rompe la alcancía por un jugador de medio tiempo y reacio al contacto físico.

El sábado por la mañana, mientras el equipo se formaba en orden numérico para la foto oficial y minutos después de enterarse de que Prime Time ya estaba firmado, uno podía preguntarse si algunas de esas sonrisas no eran forzadas. Fue una semana tensa para el tackle defensivo Russell Maryland, de quien se rumoraba que podría ser cambiado o cortado para liberar los 1.8 millones de dólares de su salario y hacer espacio a Deion. Tras la foto, Jones lo buscó para asegurarle que no había nada de cierto en esos comentarios. ¿Y qué decir del profundo estelar Darren Woodson? ¿Estaba fingiendo buen ánimo? Su contrato expira esta temporada, y con el fichaje de Sanders será difícil que Jones pueda pagarle lo que realmente vale el próximo año.

Smith, por su parte, aseguró recibir con gusto a Sanders. Su respuesta cálida obedecía, al menos en parte, a que Jones hizo algo muy astuto. En la recta final de las negociaciones llamó a su oficina a Aikman, Irvin y al propio Smith para darles la oportunidad de vetar el acuerdo.

“Tuve una conversación con ellos para detectar si nos estábamos yendo demasiado lejos”, explicó Jones el domingo durante el partido. “Quería tener una idea de si estábamos sobrepasando los límites.”

Aikman ya había dado su visto bueno: el quarterback pasó los primeros 25 minutos de la práctica del jueves en la oficina de Jones, reestructurando su contrato para que las bolsas de dinero que el dueño lanzaba a Sanders cupieran bajo el tope salarial. Smith también le dio luz verde a The Man y agradeció haber sido tomado en cuenta.

“Nos hizo sentir parte de la organización”, dijo tras el partido del domingo. “The Man me preguntó si tenía algún problema con eso. Le contesté: ‘No, lo necesitamos aquí’. Me dijo: ‘Quiero escucharlo de tu boca: ¿lo quieres en el equipo?’ Y yo le respondí: ‘Sí, lo quiero en el equipo’.”

¿Pero realmente necesitan los Cowboys a Sanders? La respuesta era “quizá”, hasta el primer juego de la temporada, cuando perdieron a su esquinero titular Kevin Smith por una ruptura del tendón de Aquiles. La urgencia de otro cornerback se volvió inmediata, y Switzer aprovechó los micrófonos tras el partido inaugural para mandar un mensaje a su jefe, súplica que también sirvió para que Prime Time inflara su precio. “Esto ya es serio”, dijo Switzer. “Ve por Deion. Necesitamos a Deion, ahora.”

Esa declaración poco ayudó a la confianza de Clayton Holmes, esquinero suplente en su cuarto año, quien tendrá que mantener caliente la posición por unas cinco semanas más. Holmes prefirió mirar su segundo inicio de carrera —nada menos que contra John Elway— no como una pesadilla, sino como una oportunidad. “Si logro tener un buen partido contra Elway”, dijo Holmes, un tipo de esos que siempre ven el vaso medio lleno, “eso sería un gran impulso para mi moral.”

Los Broncos no tardaron en atacarlo. John Elway intentó conectar con el receptor Anthony Miller en al menos tres rutas largas hacia el costado de Holmes. El esquinero las rompió todas. Cuando finalmente Elway y Miller lograron encontrarse para un par de touchdowns, de 11 y 59 yardas, no fue Holmes el quemado, sino los profundos veteranos Larry Brown, Scott Case y Darren Woodson.

A pesar de esas dos jugadas de anotación, fue un día para el olvido de Elway: completó apenas 11 de 24 pases, lanzó una intercepción y repartió varios envíos francamente horribles. El principal responsable de su calvario fue Charles Haley, apodado Chucky por los Cowboys porque les recuerda al muñeco diabólico.

Haley se había retirado tras la final de la NFC en enero pasado, pero ejerció su derecho constitucional a cambiar de opinión. Volvió en la pretemporada y el domingo se dedicó a acelerar el retiro del tackle zurdo de Pro Bowl, Gary Zimmerman, quien no habría podido bloquearlo ni con una retroexcavadora. Atacando sobre todo desde el lado derecho, Haley firmó cinco tacleadas, dos capturas, forzó un balón suelto que derivó en la última anotación de Dallas y obligó a Zimmerman a incurrir en un castigo por sujetar y en una falta personal.

Cada captura y cada tacleada de Haley le generan a Jerry Jones un placer adicional: el cazador de cabezas llegó a Dallas procedente de San Francisco. El sábado, tras recordar que los Cowboys conquistaron dos Super Bowls después de arrancarle a Chucky a los 49ers, Jones se atrevió a soñar en voz alta: “Con Deion, vamos a ganar los próximos dos Super Bowls.”

¿Quién podría culparlo por semejante entusiasmo? ¡Prime Time estaba en camino a Dallas! ¿Acaso alguien podría cansarse de hablar de Deion?

Bueno, sí. Después de que los 49ers aplastaran 41-10 a los Atlanta Falcons —la llamada Battle of Deion’s Former Teams—, Jerry Rice explotó en furia, despotricando contra reporteros a quienes acusó de darle demasiado crédito a Sanders y restar méritos al resto de la secundaria de San Francisco. Un directivo tuvo que llevárselo de la sala, asegurando que no hacía falta Thorazine para calmar al temperamental futuro miembro del Salón de la Fama.

En su propia conferencia posterior al partido, Troy Aikman también recibió una ráfaga de preguntas sobre Deion. No pudo resistirse a recordar que los Cowboys ya habían ganado dos de los últimos tres Super Bowls sin Sanders, y que su llegada al roster no convierte automáticamente a Dallas en favorito para llevarse el siguiente.

En esto, Aikman y Barry Switzer —quienes no siempre piensan igual— coincidían. Mientras almorzaba en su escritorio tras la práctica del viernes, el entrenador comentó sobre Deion: “Sí, te da una mejor oportunidad, pero eso no significa que esté hecho. Todo depende de cómo juegues el día que tienes que jugar.” Tras una pausa, ofreció su explicación del buen arranque del equipo: “Los jugadores ya conocen mi estilo, saben quién soy. Hemos superado la transición. El equipo alcanzó un nivel de comodidad.”

En resumen: los Cowboys han encontrado estabilidad y, además, aseguraron al mejor cornerback del mundo. Una combinación que debería causar seria incomodidad a sus rivales.


Published |Modified