La NBA Cup se convierte en pieza clave del calendario y se consolida como nueva tradición

En apenas tres años, la NBA Cup pasó de ser un experimento curioso a convertirse en una tradición emergente dentro del calendario de la liga. Lo que comenzó como un concepto extraño para muchos —inspirado en formatos de copas europeas— hoy es un torneo que jugadores, entrenadores, ejecutivos y aficionados esperan con ansias. Para James Jones, vicepresidente ejecutivo y responsable de operaciones de baloncesto de la NBA, la Copa representa mucho más que un trofeo adelantado: es un nuevo lenguaje competitivo dentro del juego.
“Cuando hay un trofeo en juego, ves todo lo que un jugador tiene”, explica Jones. Y esa ha sido la clave. El torneo ha logrado lo impensado: que la intensidad de mayo se cuele en noviembre y diciembre. Para Jones, la fuerza de la NBA Cup nace en la cancha.
“Siempre empieza con los jugadores. Cuando ves que realmente les importa algo, los aficionados se suman”, argumenta. La presencia de grandes nombres en semifinales y finales no solo impulsa la audiencia, sino que también eleva el nivel competitivo y abre la puerta para que jóvenes talentos irrumpan antes de lo habitual.
Jones lo describe con un ejemplo claro: “La Copa es donde muchos jugadores jóvenes obtienen un escenario para mostrarle al mundo lo buenos que son. Antes eso solo ocurría en playoffs. Ahora lo vemos en diciembre”.
Durante la fase de grupos de esta temporada, cuatro equipos —Toronto, Orlando, OKC y los Lakers— avanzaron invictos, mientras Knicks, Spurs, Heat y Suns completaron el cuadro con récords de 3–1. Cada partido tuvo el sabor de una noche de playoffs en pleno inicio de temporada. Y es precisamente esa sensación, comenta Jones, la que ha redefinido el impacto del torneo: “Cada noche tienes que competir hasta el final. No hay margen para descansar”.
Las semifinales del torneo serán el próximo sábado entre el Magic de Orlando y los Knicks de Nueva York, además de San Antonio Spurs y Oklahoma City Thunder en la T-Mobile Arena de las Vegas, que ha encontrado en la Copa una nueva vitrina y se ha convertido en el escenario perfecto para las rondas finales: una mezcla de espectáculo, neutralidad y tradición reciente. Pero Jones aclara que el uso de la ciudad no debe confundirse con planes de expansión: “Es simplemente un lugar que sabe cómo producir baloncesto NBA”.
La final será el próximo martes en el mismo sitio. La expansión digital ha jugado un rol clave. Con transmisiones de plataformas como Prime Video en mercados como México, la Copa ha encontrado nuevas comunidades de seguidores.
“Ha sido increíble. Sabíamos que sería importante, pero no imaginamos cuánto”, dijo Jones. Destacó que Prime no solo facilita el acceso, sino que crea comunidad global: “Miembros de Prime en todo el mundo pueden ver el partido al mismo tiempo, comentar, compartir la experiencia. Eso nos ha sorprendido para bien”.
Posibilidad de equipos europeos
Parte del éxito de la Copa radica en su flexibilidad. La estructura actual permite soñar con futuras expansiones, incluso con la participación de equipos europeos. Jones no confirma planes concretos, pero reconoce que el torneo “está diseñado para ser inclusivo”.
La idea de un Barcelona o un Real Madrid midiéndose ante equipos NBA no parece descabellada en el largo plazo. “Es la belleza del juego: el baloncesto es global. Y un equipo realmente bueno puede ganar venga de donde venga”.
Uno de los temas que más interés generó fue el debate sobre lesiones y carga competitiva. Jones fue directo: las lesiones no son nuevas ni exclusivas del calendario actual: “Jugamos un deporte físico, de contacto. Si juegas 65 partidos, o 85, o 100… siempre jugarás tan fuerte como puedas”, afirma.
A su juicio, las lesiones han acompañado históricamente a la liga, pero la creciente sofisticación física y técnica de los jugadores hace que regresen más fuertes. Y cuando las estrellas no están, surge una consecuencia natural: otros talentos emergen.
“El próximo jugador siempre está listo para ocupar ese espacio. Ahí es donde descubres la siguiente camada de estrellas”, señala.
El torneo no solo ha elevado la competencia dentro de la liga, sino que ha reforzado también la identidad global de la NBA. La Copa permite amplificar la visibilidad de equipos que normalmente no están en el radar internacional. Desde México hasta Japón, pasa por Europa y Medio Oriente, el torneo ha generado un crecimiento notable en audiencia y en presencia cultural. “La NBA siempre ha tenido una temporada de 82 partidos. La Copa introduce otra manera de ganar. Y no hay nada mejor que tener dos trofeos en la misma temporada”, dice Jones.
La NBA Cup ya no es un experimento. Es un escenario donde los equipos descubren quiénes son antes de que la temporada llegue a su clímax y, a veces, un trampolín para los que buscan dar el salto hacia la élite. En un deporte que no deja de expandirse, la Copa es el recordatorio perfecto de que la NBA continúa como un laboratorio de innovación que piensa en sus aficionados —sin importar dónde estén— y en cómo llevarles la mejor versión posible del juego.
