Mike Brown, un campeón forjado en el tiempo

Cuando la bocina final confirmó el título de la NBA Cup, Mike Brown no celebró como alguien que llega por primera vez. Lo hizo como quien entiende exactamente lo que cuesta volver a ganar. Para Brown, el trofeo no fue un punto de llegada inesperado, sino la continuación lógica de una carrera construida con paciencia, caídas, aprendizaje y convicción.
La NBA Cup se suma ahora a un currículum que atraviesa casi tres décadas de liga, múltiples organizaciones y distintos roles. Desde asistente joven hasta entrenador del año, Brown ha sido parte de prácticamente todas las etapas del éxito en la NBA.
Su historia comenzó a finales de los años 90 en Washington, donde entre 1997 y 1999 trabajó como asistente bajo la tutela de Bernie Bickerstaff. Aquella oportunidad fue decisiva. “Bernie me dio una oportunidad cuando no tenía por qué hacerlo”, compartió Brown. “Todo lo que me enseñó terminó siendo verdad con el tiempo”.
Ese aprendizaje continuó en San Antonio. En el año 2000, Gregg Popovich lo incorporó al staff de los Spurs, una experiencia que marcaría su entendimiento del juego y de la cultura ganadora. En 2003, Brown celebró su primer campeonato de la NBA como asistente, formando parte de una de las dinastías más respetadas de la liga.
Luego llegó a Indiana, donde entre 2003 y 2005 fue coach asociado bajo el mando de Rick Carlisle, ayudó a los Pacers a clasificar de manera consecutiva a los playoffs. Para entonces, Brown ya era considerado una de las mentes defensivas más sólidas de la NBA.
En 2005 recibió su primera gran oportunidad como entrenador en jefe con los Cleveland Cavaliers. Con apenas 35 años, se convirtió en uno de los coaches más jóvenes de la liga. Dos temporadas después, en 2007, llevó a Cleveland a las Finales de la NBA por primera vez en la historia de la franquicia. El destino quiso que el rival fuera San Antonio, su antiguo equipo. En 2009, tras una temporada histórica de 66–16, fue nombrado Entrenador del Año.
Su carrera, sin embargo, no fue lineal. Pasó por Los Ángeles como sucesor de Phil Jackson en los Lakers en 2011, en una etapa breve y compleja. Regresó a Cleveland en 2013 y fue despedido nuevamente en 2014. Lejos de marcar un final, esos episodios redefinieron su camino.
Brown encontró estabilidad y renovación en Golden State. Entre 2016 y 2022 fue coach asociado de los Warriors, formó parte del núcleo técnico que llevó al equipo a múltiples Finales y al campeonato de 2022. Ese anillo fue el cuarto de su carrera como asistente y el tercero con Golden State.
En 2022, asumió el reto de Sacramento. En su primera temporada, transformó a los Kings, los llevó a un récord de 48–34 y a su primera aparición en playoffs desde 2006. El reconocimiento fue unánime: Entrenador del Año 2022–23, el primero en la historia en ganar el premio con todos los votos.
Hoy, como entrenador de los New York Knicks, Brown vuelve a levantar un trofeo. A pesar de que Jalen Brunson ganó el MVP del juego, OG Anunoby y Karl-Anthony Towns fueron sus pilares para sostener al equipo en la victoria 124-113 de su equipo ante los Spurs.
La NBA Cup no solo representa un título más, sino la confirmación de una idea que él mismo expresó días antes de la final: “Todos llegan a la NBA, ganan dinero, son reconocidos. Lo que te separa es poder decir: ‘Yo fui parte de algo que quedó para siempre’”.
La NBA Cup ya forma parte de ese legado. Y en el caso de Mike Brown, es la prueba de que las carreras más sólidas no se definen por la velocidad, sino por la capacidad de mantenerse, aprender y volver a ganar.
