De Babe Ruth a José Molina: El último jonrón del viejo Yankee Stadium

José Molina escribió con un último jonrón la página final en la historia del viejo Yankee Stadium, cerró un ciclo que Babe Ruth comenzó en 1923. Entre nostalgia y presagios etílicos, este texto revela la conexión íntima entre la leyenda del Bronx y el manager de los Algodoneros de Unión Laguna.
El receptor José Molina jugó durante 15 temporadas en las Grandes Ligas
El receptor José Molina jugó durante 15 temporadas en las Grandes Ligas / Getty Images

El 13 de junio de 1948, el Yankee Stadium —aquel vasto anfiteatro del Bronx que contenía en sus muros el eco petrificado de la historia— se transformó en un templo pagano consagrado a su deidad moribunda. 

Babe Ruth apareció como un espectro formidable, envuelto en un abrigo de lana que ya era demasiado grande para su figura encogida. Frank Dulaney, su enfermero, le ayudó a desprenderse de la pesada prenda y le colocó por última vez el uniforme a rayas que lo había elevado al panteón de los inmortales.

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Con paso de enfermo y apoyado en un bat que le había sido entregado como una especie de báculo sagrado, Ruth llegó hasta la línea de tercera base. Su piel tenía la cetrina transparencia de la agonía y su voz, áspera y rota, evidenciaba sin piedad el cáncer que lo consumía. “Estoy orgulloso de haber bateado el primer jonrón aquí en 1923”, dijo ante las casi 50 mil almas que lo contemplaban. 

Babe Ruth (6to de izquierda a derecha en la fila superior) en su última aparición pública en el Yankee Stadium, en 1948
Babe Ruth (6to de izquierda a derecha en la fila superior) en su última aparición pública en el Yankee Stadium, en 1948 / Foto por: Keystone/Hulton Archive/Getty Images

“Y solo Dios sabe quién conectará el último. Gracias”, se despidió. 

El registro de la Sociedad para la Investigación del Beisbol en América (SABR por sus siglas en inglés) no tiene constancia de que la última frase haya sido pronunciada por el Sultán del Swat. Esta, sin embargo, quedó grabada en el acervo popular beisbolero, como una leyenda que se tejió en las gradas y en las crónicas de la nostalgia. 

Lo cierto es que, seis décadas más tarde, cuando se anunció que La Casa que Ruth Construyó sería demolida y reemplazada por un nuevo estadio, ese enigma —de quién conectaría en último cuadrangular en el santuario del Bronx— aguardaba aún con más urgencia por un nombre. 

José Molina, catcher de los Yankees de New York, fue el último pelotero en conectar jonrón en el viejo Yankee Stadium
José Molina, catcher de los Yankees de New York, fue el último pelotero en conectar jonrón en el viejo Yankee Stadium / Getty Images

José Molina jamás se habría postulado como candidato. Era un catcher puertorriqueño de linaje beisbolero, hábil para la defensa, modesto con el bate. Un trabajador del juego. Nadie —ni siquiera él— habría sospechado que el destino le tenía reservada una distinción de tal magnitud

La noche previa al adiós definitivo del viejo estadio, Molina se hallaba en casa de un amigo, entregado sin apremio al ritual doméstico de un corte de cabello y unas copas compartidas. Entre tragos —quizá alguno de más— aquel amigo pronunció un presentimiento tan inverosímil como grandilocuente. 

—Oye, yo presiento que tú vas a darle el último jonrón al Yankee Stadium.

Molina, con la natural sorna del caribeño incrédulo, soltó una carcajada

—Chico, deja eso. Eso lo puede dar Jeter, Alex Rodríguez… Cualquiera, ¿pero yo?

Su amigo insistió y, como una especie de profeta ebrio, le siguió recortando el pelo con cuidado mientras repetía su augurio. Por los extraños designios del beisbol, esas palabras etílicas habrían de convertirse, horas más tarde, en un presagio cumplido.

José Molina (derecha) celebra con Alex Rodríguez la Serie Mundial número 27 de los Yankees de New York
José Molina (derecha) celebra con Alex Rodríguez la Serie Mundial número 27 de los Yankees de New York / Getty Images

El 21 de septiembre de 2008, los Yankees disputaban su último juego en la vieja catedral del Bronx. Todo era pura nostalgia. Michael, el hijo de Thurman Munson, saltó al campo y se colocó detrás del plato, tal como su padre lo había hecho incontables veces; Don Larsen, ayudado por Whitey Ford, recogió un puñado de tierra del montículo como si tomara un fragmento sagrado del pasado; Yogi Berra, a sus 83 años, emergió del dugout para ser recibido con la ovación que tanto se mereció durante años. 

Fue, bajo esa atmósfera cargada de solemnidad, que José Molina —portando el número 26 en la espalda— se acercó al plato en la parte baja de la 4ta entrada, con el juego empatado 3-3 ante los Orioles de Baltimore, un out en la pizarra y Robinson Canó en la segunda base. Nadie —ni él, ni los suyos, ni los 54 mil testigos presentes— podían saber que aquel swing sería el último en estampar un cuadrangular contra los muros sagrados de Yankee Stadium.

Vio pasar un par de pitcheos hasta que llegó el indicado. Con un swing profético, envió la bola a lo más profundo del Monument Park

“Me sentí contento, alegre, porque también estaba ayudando al equipo a ganar. En ese momento, era lo que me importaba. Las cosas que le suceden a uno en el beisbol, de récords y todas esas cosas, eso es personal. Cuando tu ayudas al equipo a ganar, ya es otra cosa”, dice el ahora manager de los Algodoneros de Unión Laguna en la Liga Mexicana de Beisbol

No ignoraba el significado del hito —estaba consciente de la historia y del privilegio—, pero en el momento solo pensaba en la victoria.

Al terminar el juego, se abrazó con su amigo de la víspera. Le recordó aquella predicción velada entre copas:

—¿Tú te acuerdas de lo que hablamos anoche?

—No me acuerdo mucho —confesó el amigo, algo aturdido—. Pero sé que hablamos de algo del jonrón, del último juego.

—Sí —le aclaró Molina—, que tú dijiste que yo iba a dar el último jonrón del Yankee Stadium. Y mira, se dio. Se cumplió.

Celebraron. Bebieron otra vez. Sellaron la leyenda con la misma camaradería que la había incubado.

El catcher José Molina conectó uno de los jonrones más emblemáticos en la historia del Yankee Stadium: el último
El catcher José Molina conectó uno de los jonrones más emblemáticos en la historia del Yankee Stadium: el último / Getty Images

“Recuerdo que él dio el último jonrón y luego yo di un fly que empujó una carrera. Creo que esa fue la última de ese estadio. Tengo el bate en la casa guardado”, dice Robinson Canó, el veterano bateador de los Diablos Rojos del México, también en la LMB. “Son momentos que uno no olvida. Molina es un gran amigo al que le mando un abrazo”, concluye Canó. 

Poco después de aquella noche —apenas tres semanas más tarde—, el padre de José Molina falleció en Puerto Rico. No alcanzó a ver a ninguno de sus hijos coronarse campeones de una Serie Mundial, hazaña que los tres lograrían en los años siguientes como parte de una epopeya familiar sin parangón —el único trío de hermanos en hacerlo en la historia de MLB—. Pero sí fue testigo de algo que trasciende lo cuantificable: vio a su hijo inscribirse en la historia con un gesto colosal, selló el círculo que Babe Ruth había inaugurado con su cuadrangular en 1923.

El jonrón de José Molina cayó en el Monument Park, ese santuario interior donde descansan los números inmortalizados de las grandes glorias del beisbol newyorkino. Allí, donde yace el mítico número 3 de Babe Ruth, el hombre que, con la voz quebrada por el cáncer y apenas unos hilos de vida sosteniéndolo, pronunció en 1948 aquellas palabras que, sin saber su nombre, parecían convocarlo. 

José Molina se desempeña actualmente como mánager de los Algodoneros de Unión Laguna en la Liga Mexicana de Beisbol
José Molina se desempeña actualmente como mánager de los Algodoneros de Unión Laguna en la Liga Mexicana de Beisbol / Sports Illustrated México

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Alejandra González Centeno
ALEJANDRA GONZÁLEZ CENTENO

Reportera y creadora de contenido en Sports Illustrated México.