Ichiro Suzuki, el “primer hombre” en Cooperstown

Este domingo, Ichiro Suzuki se convirtió, oficialmente, en el primer pelotero japonés en ser exaltado al Salón de la Fama de Grandes Ligas.
Ichiro durante el All-Star Game de 2001.
Ichiro durante el All-Star Game de 2001. / Foto: Jed Jacobsohn/Allsport.

Noboyuki Suzuki, un hombre de placeres sencillos, oriundo del corazón del archipiélago japonés, deseaba que su hijo fuera especial. En un alarde de dignidad, decidió llamarlo Ichiro, que significa “Primer hombre”.

Apenas cumplió tres años, le diseñó una rutina profesional con estándares militares. Bajo el manto de su padre, el pequeño Ichiro pasaba hasta cuatro horas diarias practicando con un bate de proporción a su diminuta figura y una pelota en el jardín de su casa. 

"Mi sueño es ser un jugador de primera clase de beisbol profesional. Comencé a practicar desde los tres años. A partir de que cumplí nueve, he practicado los 365 días al año y lo he hecho duro. Yo solo he tenido cinco o seis horas al año para jugar con mis amigos. Así que creo que sin duda puedo llegar a ser un profesional ", escribió en una hoja de papel cuando cumplió 12 años.

En siete temporadas dentro de la pelota profesional japonesa, con el Orix BlueWave del puerto industrializado de Kobe —hoy Orix Buffaloes tras su fusión con los Kintetsu Buffaloes de Osaka— de la Liga del Pacífico, ganó tres veces el premio al Jugador Más Valioso.

Te puede interesar: El sol japonés también nace en Grandes Ligas

Su talento para batear en todas direcciones cualquier cosa que se asomara por el plato, merecía ser reconocido a mayor escala. En 2001, se convirtió en el primer jugador japonés de posición en llegar a las Grandes Ligas. La era post-Ken Griffey Jr., Alex Rodríguez y Randy Johnson en Seattle, la ciudad pesimista que vio nacer el grunge y alcanzó la madurez bajo una lluvia pertinaz, pasó a tener como estandarte a un pelotero novato, proveniente del otro lado del Océano Pacífico, que tenía un peculiar estilo para pararse en la caja de bateo. Todos, sin excepción, se preguntaron lo mismo: ¿acaso están locos los Mariners?

Sorpresivamente, Seattle ganó 116 partidos con una brillante temporada de debut de Suzuki, quizá el año de novato más completo en la historia de la liga: .350 de promedio, 242 imparables, 127 carreras anotadas, 58 bases robadas, ocho cuadrangulares y 68 remolques, una línea inasequible para un primer bate terrenal.

Hay algo en el entrañable relato del cronista Dave Niehaus, cuando Ichiro Suzuki pescó a Terrence Long en tercera con un strike desde el jardín derecho en un Athletics-Mariners, que define la conmoción que provocó su temporada debut: “I’m here to tell you that Ichiro threw something out of ‘Star Wars’ down there at third base!”.

Fue, como era de esperarse, condecorado como Novato del Año y MVP, segundo pelotero en toda la historia en alcanzar dicha proeza —en 1975, Fred Lynn de los Red Sox lo consiguió, aunque con un registro mucho más discreto que el del japonés—.

“No creo que haya una manera de lanzarle”, dijo Joe Torre, entonces manager de los Yankees. “Puedes intentarlo afuera y adentro, abajo y arriba, él hará los ajustes necesarios. Te puedes poner adelante en la cuenta, pero Ichiro se mantiene enfocado. No parece tener alguna debilidad”.

Suzuki pasó 12 temporadas en Seattle, donde eclipsó varios récords improbables: promedio, robos, hits. Además de coleccionar 10 guantes de oro consecutivos y tres bates de plata. Nunca ganó un anillo de Serie Mundial. Ni siquiera estuvo cerca. Pero a nadie le importó. Fue tan bueno que hay quien piensa que rivaliza con Ken Griffey Jr. por el apelativo de mejor jugador en la historia de la franquicia.

El 23 de julio de 2012, Ichiro fue canjeado a los Yankees por los lanzadores D. J. Mitchell y Danny Farquhar. Los Mariners aprovecharon la oportunidad de salir de su contrato y obtener un par de brazos jóvenes a cambio. Nueva York habría sido el lugar perfecto para Ichiro años atrás, pero no en ese momento. Perdió velocidad en las piernas, habilidad con en el bate y su brazo ya no era el mismo de antes. La curva de descenso natural de la vida.

Mientras otros peloteros le jugaron una broma al paso del tiempo con sustancias prohibidas, Ichiro, imperturbable, continuó sus rutinas diarias de entrenamientos, patentó una mística relación con el madero y afrontó el crepúsculo con el honor del último samurái.

Su consistencia y dedicación fueron retribuidas: rompió la barrera de los 4,000 imparables como pelotero profesional, incluyendo su estancia en Japón. Para poner en perspectiva el hecho, solo Pete Rose y Ty Cobb han logrado hacerlo en toda la historia.

Habrá escépticos que sugieran que el beisbol japonés es de segunda línea, pero hay noticias para ellos: tan solo cinco peloteros han sumado 4,000 imparables en las Menores —asumiendo que en Japón se juega a un nivel AAA— y Mayores de forma combinada: Pete Rose, Ty Cobb, Hank Aaron, Stan Musial y Jigger Statz. 

Ichiro Suzuki nunca se preocupó por hacer más grandes sus bíceps, maquillar su leyenda o granjearse una reputación como ídolo pop. Él, fiel a su condición y origen, fue mucho más concreto: nunca dejó de esforzarse.


Published |Modified
Ricardo López Si
RICARDO LÓPEZ SI

Editor en Sports Illustrated México. Periodista y escritor.