REVISTA | Canelo, el rey de dos mundos

En la calle 77 del Upper East Side de Manhattan, entre lujosas boutiques y galerías de arte, se asoma The Mark, un hotel con un menú especializado en caviar con fama de recibir con frecuencia a estrellas de Hollywood, miembros de la realeza, como Meghan Markle, y atletas históricas de la talla de Serena Williams. El lugar es, además, parada obligada antes de la gala del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
En el lobby del hotel camina Saúl Canelo Álvarez con Eddy Reynoso, su eterno entrenador. Con ellos también va Richard Schaffer, expresidente de Golden Boy Promotions y fundador de Ringstar Sports, una empresa promotora de talentos de boxeo. Un hombre alto forrado con un abrigo gris completa el cuarteto al que las miradas y algunos teléfonos siguen con atención. Es Tom Brady, la máxima estrella en la historia de la NFL.
Canelo sonríe y habla en inglés con el siete veces ganador del Super Bowl. La conversación gira en torno a los negocios que han crecido fuera de los reflectores de sus respectivas disciplinas, ambos con éxito, en una posición de iguales. Tanto el tapatío como el californiano transformaron su deporte y saben de su impacto en el imaginario cultural de todo el planeta. Pasados los minutos, Álvarez se despide, su agenda es abultada.
Media hora más tarde, la puerta de la suite de Canelo se abre. Adentro asoma un confortable sillón. Otro individual se postra enfrente. A un costado hay una amplia mesa con fruta y canapés variados. La televisión frontal está en silencio, concuerda con la tranquilidad del campeón mexicano. Ahí inicia la plática, sin tiempo para el “round de reconocimiento”.
—Son 20 años de carrera, ¿qué piensas cuando te mencionan el 1 de octubre de 2005? —es la pregunta a manera de primer jab.
Canelo respira profundo sentado en el amplio sillón de la suite. Toma su tiempo. El rostro le cambia poco a poco y se sonroja.
“¿En octubre cumplo 20 años?”, se cuestiona con un halo de inocencia. “Ya son 21 años, creo, ¿no?, ¿20? ¿Fue en 2005?”.
El boxeador se mueve alrededor de las fechas como con sus rivales en el ring, pero al final la memoria triunfa.
“¡Sí! ¡Oh, desde que me volví profesional! ¡Sí!”, exclama.
Pese a su corta edad, apenas 34 años, es comprensible que Canelo demore un poco para recordar la fecha exacta de su inicio en el boxeo. Debutó a los 15 años con una victoria por nocaut en el primer round ante Rodolfo González, en Tonalá, Jalisco, muy lejos del neón nocturno de Las Vegas, donde suele realizar sus peleas.
“Recuerdo cuando estaba en el vestidor y ya calentaba”, relata con una sonrisa. “Me acuerdo muy bien que Eddy me dijo: ‘Aquí es donde se ve a los hombres’. Yo estaba contento de salir a mostrar que ya era un hombre”.
Dos décadas después, Canelo presume una carrera de 66 peleas y solo dos derrotas. Pero al rememorar ese tiempo, el boxeo tiene como complemento constante su rol como empresario, que incluye una promotora deportiva, taquerías, gasolineras y otros negocios, aunque de todos el más exitoso es él mismo, uno de los atletas mexicanos y a nivel internacional con algunos de los contratos más lucrativos de la actualidad.
El inicio
La historia de Saúl comenzó en Juanacatlán, un poblado a 38 kilómetros de Guadalajara, donde, según su hermano Ricardo, mostraba una inquietud constante. “Era un niño muy impertinente, muy alegre, muy vago”, cuenta. “Tenía 7 u 8 años y ya andaba solo en la calle”.
Su hermano Rigoberto, quien tuvo una breve carrera como boxeador en Tijuana, donde ganaba 500 o 1,000 pesos por pelea, asegura que Canelo se ilusionó mucho y rápido con el boxeo.
“Él siempre me decía: ‘Yo quiero ser como tú, yo quiero ser boxeador’”, asegura. “Saúl era a quien regañábamos, lo reprendíamos; luego lo veía güerito, pelirrojo y no me lo imaginaba en esto”.
Es sabido que Santos, padre de los Álvarez, tenía una paletería con la cual sacó adelante a sus hijos y les mostró el valor del trabajo desde temprana edad. Canelo es el más pequeño de ocho hermanos y, al igual que ellos, vendía las paletas en camiones por 10 pesos cada una; su papá recibía 7 pesos y ellos se quedaban con los tres restantes a manera de comisión.
Santos no quería que su hijo Saúl viviera de los puños y lo hacía acompañarlo a la paletería para esconderlo de Rigoberto, quien lo buscaba para llevarlo a entrenar. Con el tiempo, Rigo y su padre se confrontaron por el futuro de Canelo.
“Yo no quiero que pelee, porque no quiero que le pase algo y lo dejen mal”, recuerda Rigoberto que le dijo su padre. Sin embargo, le insistió que Saúl era un golpeador natural, un chico que, con el tiempo, lo haría sentir orgulloso. Santos le dio a Rigo un fuerte abrazo, a falta de palabras, con el que selló el permiso para que la historia deportiva de Canelo sucediera.
Rigoberto lleva la carrera y el entrenamiento de Canelo, pero fue Chepo Reynoso quien lo reclutó tras verlo en un torneo. Era un diamante en bruto y junto a su hijo Eddy se encargaría de pulirlo.
“A veces me llegaba pintado de las manos por los colorantes que le ponen a las paletas”, recuerda Eddy, antes de partir a Arabia Saudita donde será la próxima pelea de Canelo el 3 de mayo. “Empezamos desde abajo, a veces, no había ni guantes, se tenía que poner los de otros cuando boxeaba, incluso todos sudados; se prestaban zapatillas, vendas”.
Pese a los contratos millonarios y al éxito, Canelo nunca rehuye de ese pasado, lo acompaña. El pueblito, los camiones, las paletas, todo eso es parte de su camino.
“Me siento muy orgulloso de saber de dónde vengo y hasta dónde he llegado, hasta lo máximo y desde cero”, dice Saúl.
—¿Cuál momento te ha marcado más?
—Todo me ha marcado —responde contundente Canelo. “Hay cosas que no te imaginas, algo ‘imposible’ y, al final de cuentas, está más a la mano de lo que crees. Obviamente, con mucho trabajo, sacrificios que se requieren, con la mentalidad de ganar, de estar siempre enfocado en lo que quieres”.
—¿Y cuál es tu mejor recuerdo? —insisto.
—Tengo muy bonitos recuerdos, la verdad que me siento muy contento de ver hacia atrás y ver todo lo que he logrado desde ese entonces y contento de estar aquí —confiesa.
—Nadie está en tus zapatos. ¿Qué tan complejo es manejar las expectativas?
“Desde los 17 años toda la gente ha esperado mucho de mí, ¿no?”, responde seguro. “Exigiendo más de lo que debía en ese momento quizás, pero sí, siempre me han exigido muchísimo en mi carrera, pero, al final de cuenta, para eso estoy aquí”.
Un contrato histórico
Seis horas después, Canelo se traslada al histórico Radio City Music Hall. En ese recinto de la políglota Manhattan esa noche domina el español. Afuera, un cartel de presentación promueve la siguiente parada deportiva del boxeador mexicano: Canelo vs. Scull.
Es la primera pelea de la mano de su nuevo promotor, el jeque árabe Turki Alalshikh, quien en 2024 compró The Ring Magazine, la publicación más influyente del mundo del boxeo, por 10 millones de dólares. Además, también ha irrumpido con fuerza en la UFC y WWE, eventos que también desea llevar a Arabia. Alalshkih, cuya fortuna se calcula alrededor de los 2,800 millones de dólares, es un apasionado del deporte y gracias a ser dueño del club Pyramids FC de Egipto, ha sabido gestionar de forma brillante su relación con figuras como Cristiano Ronaldo, Lionel Messi y Florentino Pérez, presidente del Real Madrid.
Es él quien llevará el combate de mayo a Arabia Saudita, con uno de los contratos más lucrativos de la historia del deporte: 400 millones de dólares por cuatro peleas, tres en Medio Oriente y una más, en septiembre, en Las Vegas.
Pero antes de los grandes reflectores, Canelo enfrentó 22 peleas en México, todas sin un título de por medio; desde entonces aprendió una máxima: soportar las críticas.
Su primer combate de campeonato mundial fue en 2011 ante Matthew Hatton, en California. Un año antes firmó uno de sus primeros contratos rentables con Golden Boy Promotions y luego defendió el cinturón Superwelter del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) contra Shane Mosley, José Manuel Josesito López y Austin Trout.
“El obstáculo que siempre he tratado de superar es a mí mismo. Obviamente, a mis demonios que llevo dentro. Es el obstáculo más difícil que puedo tener y creo que lo he manejado muy bien, lo he controlado muy bien y siempre enfocado en lo que me gusta, en lo que amo”, añade el tapatío.
—¿Tu pelea más complicada y de la que más lecciones extrajiste?
—Creo que un antes y un después puede ser cuando peleé con Floyd Mayweather o con Miguel Ángel Cotto. Fueron peleas que marcaron mi vida —afirma.
Contra Mayweather ganó alrededor de 12 millones de dólares en 2013, en su primera derrota después de 42 victorias y un empate. Su familia ubica esa pelea como la más dolorosa, pero que lo hizo crecer y ser más profesional, reorganizar su imagen, su figura. Se cayó, pero siempre se levanta.
Ante Miguel Ángel Cotto ganó otros 10 millones de dólares, en 2015, cuando obtuvo el título mundial de peso medio del CMB.
“Muchas cosas aprendí con Cotto, a tener más confianza arriba del cuadrilátero”, dice. “Maduré mucho en el ring porque le gané a una leyenda, a un grande, a un Salón de la Fama y eso me hizo tener más seguridad arriba del cuadrilátero”.
Golden Boy Promotions, la empresa de Óscar de la Hoya, fue clave para manejar el inicio de su carrera: negoció contratos millonarios y ayudó a Canelo a llegar a ser una de las figuras más importantes de la escena. Con De la Hoya tuvo peleas de alto perfil ante James Kirkland, Daniel Jacobs y Rocky Fielding. Tras su victoria ante Gennady Golovkin, Canelo firmó el acuerdo de 365 millones de dólares con DAZN, en octubre de 2018.
Sus ganancias aumentaron, sin embargo, la relación con Golden Boy Promotions terminó porque el mexicano no estaba de acuerdo en cómo se manejaban sus peleas y la falta de pagos acordados. Su último combate con esa promotora fue ante Sergey Kovalev.
“En 2019 me di cuenta de que necesitaba hacer cambios para poder avanzar, para sentirme al 100 por ciento en lo que hacía y fue lo que hicimos”, dice Saúl. “Siempre he sido muy responsable haciendo las cosas como deben ser y creo que en 2019 me di cuenta de eso”.
Tomar el control de sus decisiones, de sus contratos, peleas y patrocinios es, a su parecer, lo mejor que le ha pasado en su carrera. En 2020, un año después del rompimiento con Golden Boy Promotions, creó su propia promotora y, a través de ella, decide prácticamente todo en su futuro.
“Hemos trabajado con gente que no ha sido igual que nosotros o no ha respondido igual que nosotros”, enfatiza el tapatío. “Pero, al final de cuentas, son aprendizajes, creo que la mejor decisión que hemos tomado es esa, ser agente libre y poder trabajar con cualquier promotor y hacer las mejores peleas”.
Saúl también se ha diversificado en los negocios, tiene las gasolineras Canelo Energy, tiendas de conveniencia Upper, su propia marca de ropa. También ha incursionado en el sector de bebidas preparadas con tequila (VMC), así como productos energéticos y suplementos nutricionales, además de la taquería El Pastor del Rica, de la cual es socio con su hermano Ricado, en San Diego.
Canelo ya figura en las listas de deportistas mejor pagados, con nombres como Roger Federer, Lionel Messi, Michael Jordan, Cristiano Ronaldo, LeBron James o Stephen Curry. Su éxito deportivo suena tan fuerte como la caja registradora de su propia imagen y marca.
“A veces quiero que me dejen así, sin entender la magnitud de lo que hablamos, de estar en esa lista con los más importantes de la historia”, afirma. “Para mí, es un orgullo, porque, al final de cuentas, para eso inicié en el boxeo, para ser uno de los mejores de la historia. No nada más como boxeador. Ahora ya sé que también logré otro tipo de cosas y me hace sentir muy orgulloso”.
Hoy, su fortuna está valorada en 275 millones de dólares, según Forbes, aunque se estima que pueden ser 600 antes de impuestos. Uno de sus consejeros empresariales fue Carlos Bremer, presidente de Value Grupo Financiero, quien falleció el 5 de enero de 2024.
“He conocido a mucha gente y aprendí que, obviamente, el boxeo no es para siempre, que en algún momento se va a terminar y que tengo que hacer otras cosas para vivir como vivo ahora, más que ya conozco todo esto.
“Antes no pensaba en nada, no conocía nada de esto, pero ahora es diferente y para seguir así tengo que invertir bien mi dinero. Tras el transcurso de los años empecé a aprender todo eso”.
Saúl ha sido campeón en cuatro divisiones: Superwelter, Mediano, Supermediano y Semipesado. Uno de sus mayores logros fue unificar los cuatro títulos del peso Supermediano en 2021, aunque un año más tarde tuvo su segunda derrota ante Dmitrii Bivol.
El tiempo y otras muchas victorias sanaron sus heridas, y ahora con su nuevo promotor busca retos que lo conviertan en algo más que la leyenda que muchos ya reconocen en él.
“Me emociono porque sigo logrando grandes cosas, ¿no?”, añade. “A pesar de que llevo mucho rato peleando en el primer nivel, todavía logro muchas cosas y me emociona muchísimo, de verdad me motiva muchísimo”.
La expectativa es alta. Su contrato con la empresa Riyadh Season es uno de los mejores para un boxeador en toda la historia y los rivales de peso se agotan para sumar a su lista de casi 70 combates en estas dos décadas.
“Me siento muy orgulloso porque se escucha fácil, pero no es nada fácil y, al final de cuentas, ahora entiendo la frase de que ‘cuando amas lo que haces no es trabajo’. Para mí, el boxeo siempre ha sido algo que he amado, que disfruto hacer y es él quien me ha traído a donde estoy”.
Canelo termina la charla. Sale de su habitación para minutos más tarde reunirse con el jeque Turki Alalshikh. Al final, el campeón tiene claro un mensaje: “No empecé en el boxeo por dinero. Empecé porque amo el boxeo, sigo amando el boxeo porque dinero tampoco es como que me haga falta, ¿no? Sigo amando el boxeo, sigo disfrutándolo como el día que empecé, entonces, eso es lo que me ha hecho más fácil todo, porque desde que me acuerdo yo nunca empecé el boxeo por dinero”.
