El punto de quiebre que moldeó a Benjamín Gil como manager

El manager de moda en el beisbol mexicano bebió de las enseñanzas de un staff de coacheo histórico con el que conquistó la gloria como jugador en el mejor beisbol del mundo.
Mike Scioscia y Benjamín Gil durante la Serie Mundial de 2002.
Mike Scioscia y Benjamín Gil durante la Serie Mundial de 2002. / Foto: Brian Bahr/Getty Images.

Cuando Benjamín Gil irrumpió en el equipo grande de los Rangers de Texas como campocorto en 1993, la franquicia se reconocía, principalmente, en su talento latinoamericano. Para entonces Rafael Palmeiro, José Canseco, Juan González e Iván Rodríguez eran las voces cantantes de un clubhouse que atestiguaba el último año de Nolan Ryan como profesional. 

Mirando en retrospectiva, Gil admite que, con 20 años, “no estaba preparado mental y psicológicamente” para afrontar el reto de codearse con peloteros de ese calibre. Una imagen que hoy contrasta con la versión desafiante y arrojada que lo tiene consolidado como el manager mexicano más ganador de los últimos años.

Al rastrear ese punto de quiebre en la carrera de Gil en términos de intangibles, todos los caminos conducen a 2002. Ese año, Gil vio limitada su presencia con los Anaheim Angels respecto a temporadas anteriores, pero se mantuvo como un utility valioso que podía darle descanso a Scott Spiezio en la primera base, a David Eckstein en las paradas cortas y Adam Kennedy en la intermedia. 

La aventura que protagonizaron los Angels en postemporada terminó con una victoria en el Juego 7 de la Serie Mundial ante los Giants de San Francisco. Gil colaboró con cuatro hits en cinco turnos al bate, un doble y una carrera anotada durante la serie. Sin embargo, lo que más recuerda de aquella etapa en Grandes Ligas es el staff de coacheo con el que le tocó coincidir: Mike Scioscia como manager, Joe Maddon como coach de banca, Bud Black como coach de pitcheo y Ron Roenicke como coach de tercera.

El respetado Scioscia se mantuvo casi dos décadas como manager de los Angels; Maddon, “una mente privilegiada”, fue el responsable de transformar la cultura competitiva de los Rays y de terminar con la maldición que mantuvo aletargados a los Cubs durante más de un siglo; Black tuvo gestiones de siete años tanto con San Diego como con Colorado; y Roenicke llevó a los Brewers, con una versión estelar del abridor mexicano Yovani Gallardo, a la Serie de Campeonato de la Liga Nacional en su primer año como responsable absoluto.

“Eran un tremendo staff. Le aprendes a las distintas personalidades; aprendes unas cosas de unos y unas cosas de otros. Tuve a Scioscia y a Maddon. A Ron Roenicke, que fue muy buen manejador en Ligas Mayores, Bud Black, que hasta hace dos semanas estaba con los Rockies”, cuenta Benjamín Gil en charla con Sports Illustrated.

De ese tiempo surgió, precisamente, la relación con Joe Maddon, que lo llevó a ser promovido como coach de banca con los Angels en 2022. Y que le ha permitido, a su vez, estar consistemente en la órbita del equipo como potencial candidato a manager; circunstancia que, de concretarse, lo ubicaría junto a Benjamín “Cananea” Reyes como los únicos mexicanos en dirigir en el mejor beisbol del mundo. Con el matiz de que la gestión de Reyes fue un interinato de dos partidos con los Mariners de Seattle en 1981y Gil podría ser el primero en hacerlo a tiempo completo.

"Todo atleta se acostumbra al que lo rodea y a las expectativas de quien lo dirige", dice, casi a modo de mantra, sobre sus aprendizajes en Grandes Ligas.

Si Benjamín Gil está en ruta de eclipsar la leyenda de Cananea, mucho tiene que ver la epopeya de 2002: el punto de quiebre que moldeó al manager audaz que trastocó el beisbol mexicano. 


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Ricardo López Si
RICARDO LÓPEZ SI

Editor en Sports Illustrated México. Periodista y escritor.