Charlyn Corral, más allá del gol

Una historia de fuerza, verdad y pasión que trasciende al marcador y narra un andar de constantes luchas personales y profesionales. Más que una goleadora, es una mujer de voz franca que inspira y desafía al futbol mexicano.
Charlyn Corral, jugadora del Pachuca, cumplió 34 años.
Charlyn Corral, jugadora del Pachuca, cumplió 34 años. / Edmundo Méndez

Charlyn Corral mira la pantalla de su teléfono móvil. Los minutos antes de cualquier entrevista son siempre extraños: ella espera, el equipo de Sports Illustrated México prepara video y micrófonos ya con el aire cargado de esa atmósfera que irradian las figuras importantes. Desde la silla frente a ella destacan sus tacos modernos, esos sin agujetas que ahora usan tantos futbolistas. El empeine de la goleadora luce delgado, pequeño. "Para nada", dice risueña ante el comentario, y ahí aparece esa sonrisa. La misma que ha iluminado celebraciones en estadios de México y España, genuina como un abrazo amigo. "Soy de pie grueso." 

Brota la curiosidad: ¿qué tal esos zapatos modernos ya sin cordones? Su respuesta revela más de lo esperado: "Los uso para entrenar, pero para los juegos siempre prefiero con agujetas. La sensación es diferente, y esa atmósfera que se crea antes de entrar al campo mientras los sujetas y haces el nudo... es esencial; es futbol."

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Es toda Charlyn Corral en una frase: la mujer para quien los rituales y las formas importan. Para ella los detalles marcan la diferencia, y por ello siempre procura de una preparación mental detrás de cada carrera hacia el arco rival y cada paso hacia el triunfo. A los 34 años (11 de septiembre de 1991), sabe que el futbol no se juega solo con los pies, sino también con la cabeza. Y que a veces, algo tan simple como hacer un nudo puede ser la diferencia entre estar lista y estar verdaderamente preparada.

La pregunta llega como un juego, casi como adivinanza: "Disciplina y perfeccionismo. Inteligencia analítica, modestia y discreción. Resiliencia física y mental. ¿Hablo de Charlyn Corral o de alguien nacido bajo el signo de Virgo?"

Su risa es inmediata, espontánea. "De Charlyn Corral, bueno, de los dos; sí, de los dos”, aclara, nuevamente detrás de su blanca risa.

No es casualidad. Charlyn se reconoce en cada uno de esos rasgos que tradicionalmente se atribuyen a su signo zodiacal. "No es que lea cada semana los horóscopos, pero sí creo en ciertas descripciones. Los virgo, por ejemplo, tenemos ciertas características que nos hacen ser más perfeccionistas, que puede ser algo bueno o malo, pero cuando lo tomas a bien, te puede ayudar mucho y creo que mi vida me ha ayudado mucho a ser perfeccionista."

El perfeccionismo. Ahí está la primera clave para entender a una de las delanteras más letales del futbol mundial. Pero no es el único elemento que la define.

Sports Illustrated: ¿Dirías que tu perfeccionismo es lo que te ha ayudado a llegar tan alto?

CC: "El perfeccionismo y la convicción. Porque creo mucho en que todo va a estar bien en base a la fe que tengas, al esfuerzo, a la dedicación y a la confianza. A veces uno no sabe qué camino va a tomar, pero cuando tienes esa convicción lo acabas encontrando. Entonces, así ha sido un poquito mi carrera y te digo desde mi nacimiento, difícil pero gracias a Dios como que he superado los obstáculos y he sido muy fuerte físicamente y mentalmente."

Ese "desde mi nacimiento" no en un concepto al aire. Charlyn Corral llegó al mundo con complicaciones que marcaron el inicio de una vida destinada a superar adversidades.

SI: un problema de pulmón al nacer, ¿verdad?

CC: Sí, bueno nací bien, nada más que después me lastiman, se me cierra la tráquea y se me revienta el pulmón. Y bueno, eso derivó a más cosas como una traqueotomía, incluso me dio un paro, o sea, como que muchas cosas. Pero bueno, gracias a Dios me curé y, bueno, el pulmón se regenera. Sí, de repente, me hacen estudios de corazón y sale una pequeña arritmia, pero nada grave.

La naturalidad con la que habla de haber sufrido un paro cardíaco siendo apenas una recién nacida dice mucho sobre la perspectiva que tiene de la vida. Es tal la rotundidad de recordar la gravedad de lo ocurrido como algo anecdótico, casi insignificante, que no nos detenemos más en el tema. Para Charlyn, los obstáculos no son excepciones: son la norma. Y su forma de enfrentarlos ha definido no solo su carrera deportiva, sino su carácter.

SI: ¿En dónde te has encontrado con más dificultades: dentro del campo o fuera del campo de futbol?

CC: Dentro del campo. Al final mi papá siempre me dice: 'Todas las dificultades del campo no superan a las de la vida que te han tocado más cabronas, entonces ya estás preparada'. Siempre he visto las cosas así: en el campo genero carácter para el día a día. Incluso pienso que un deportista de repente debe ser frío. Yo, por ejemplo, soy muy alegre y extrovertida, pero también tengo mis momentos de introspección en los cuales no transmito mucho mis sentimientos, podría decir que hasta llego a ser calculadora y eso a veces también el deporte te lo hace hacer."

El jing y el jang se entienden necesarios: la Charlyn sonriente que acabamos de conocer convive con una versión más fría, calculadora, diseñada para la competencia. Es una transformación mágica y necesaria que activa cuando cruza las líneas blancas del campo.

SI: Un killer del área tiene que ser por definición frío y calculador. ¿Dentro de la cancha eres fría y calculadora? ¿Te acercas a la defensa central y la desafías con juegos mentales, intentas provocar temor o no exteriorizas nada de eso?

CC: Soy más del tipo killer interior. No suelo dialogar con las defensas rivales, prefiero enfocarme en mí, en mi pensamiento y en la siguiente jugada por hacer. De hecho son más las veces que ellas me han querido desconcentrar y sacarme del partido. Por supuesto tengo mi carácter y no me dejo. Dentro del campo intento mantenerme enfocada y siento que eso hace a las rivales respetarte más.

Un killer interior. La definición es perfecta para alguien que ha aprendido que la verdadera fortaleza no necesita demostrarse constantemente, sino que se manifiesta en los momentos decisivos.

SI: ¿Qué te llegó primero, Charlyn: el éxito o el fracaso?

CC: "El éxito llegó primero a mi vida. Antes de ser futbolista siempre fui muy buena estudiante. Siempre me gustó mucho prepararme académicamente. Me gustó mucho sacar el diploma de primer lugar. Cuando era niña siempre quería ganar. Íbamos a olimpiadas nacionales y en mi cabeza la única idea era la de ganar. Me acuerdo que a veces jugábamos contra hombres, un equipo de mujeres contra hombres y a la mejor perdíamos, pero yo ‘los bailaba’, no me gustaba irme en cero. Me gustaba correr: tengo una medalla ganada en mi primera carrera; en kínder."

Una medalla en kínder. El detalle podría parecer menor, pero para Charlyn representa el momento fundacional de todo lo que vendría después. Cien metros, rememora, con los cuales su vida perfiló un camino. “La carrera la organizó la escuela y me acuerdo de ganar, de subir al podio y de recibir una medalla y… ¡era de chocolate! Ver a mi familia y al resto de la gente aplaudir fue algo realmente especial, sin duda de ahí viene mi gusto por ganar. Obviamente también he perdido en varias ocasiones, pero siempre intento ver el lado positivo de las cosas."

SI: Muchas veces las personas que suelen encadenar éxito tras éxito cuando se enfrentan a la primera derrota o primer obstáculo no saben sobrellevar ese golpe de realidad, ¿tú cómo llevaste ese primer revés?

CC: Sí es difícil, más allá de cuando te acostumbras a ganar, para mí el problema está en mi grado de exigencia. A veces digo que la máxima crítica soy yo misma, yo soy la que se da cuenta si jugó bien, si me faltó hacer algo más, o si me desconcentré. Soy mi propio juez, entonces cuando he fallado, sí me ha costado porque me cargo mucho la responsabilidad y la culpa. De hecho me llega a quitar el sueño, pero con los años he aprendido a gestionarlo porque, recuerdo que de chiquita me pasaban por la cabeza pensamientos muy radicales, de decir: 'chin... ya me retiro' o 'ya no sirvo'. Así mi nivel de exigencia para cumplir mis expectativas, pero cuando lo analizas y lo trabajas te das cuenta de que tampoco es bueno este extremo."

SI: Respecto a estos pensamientos extremos, ¿han sido más las veces que dices me quiero retirar o las veces en que alguien en el futbol ha querido retirarte o que te retires?

CC: "Ha sido más de la gente, más de lo externo. Comencé a recibir responsabilidades desde muy pequeña cuando comencé a jugar y eso para mí fue difícil, porque no es algo para lo que una niña está preparada. En cierto momento sí recibí mucha presión de la gente y de la selección. Entonces era muy complicado porque yo sólo quería un balón, divertirme y ser una niña; una más que falla, que intenta, que se ríe, que llora y muchas veces me debí comportar como la gente me decía. Sentí presión incluso de mi propia familia; mi papá me inculcó esta fortaleza mental, pero era duro."

La presión externa que menciona Charlyn no se limitó a las expectativas de rendimiento. Desde pequeña, su físico se convirtió en el blanco favorito de quienes creían tener la capacidad de ser videntes y anticipar éxitos o fracasos de quien deseaba ser futbolista profesional.

"Además, siempre recibía muchos comentarios de entrenadores", recuerda. "Le decían a mi papá frente a mí: 'Disfruta a tu hija ahorita que es chiquita; cuando comience a cumplir años y no crezca ya no va a competir porque es muy bajita y las rivales la van a superar'. Eso nos lo dijeron muchos entrenadores, incluso en selección nacional y mira, hoy sigo compitiendo sin importarme mi estatura, sin importarme mi peso, todo eso hoy es insignificante para mí."

La crueldad de esos comentarios iba más allá de las palabras: eran pronunciados delante de una niña que solo quería jugar futbol. Años después, Charlyn ha convertido el dolor de esas predicciones fallidas en combustible para su carrera, pero el proceso no fue sencillo.

México, sin identidad

SI: ¿Estás en el Levante y una futbolista del Barcelona llamada Jenni Hermoso compite contigo por el Pichichi. Finalmente la vences, y años más tarde —2023— la ves levantar la Copa del Mundo con España. Competitivamente estás a su altura, pero ¿qué tan lejos está el resto del futbol femenil mexicano de ese nivel?

CC: Me ocurrió durante la Eurocopa —España perdió la final en penaltis frente a Inglaterra hace unas semanas—. Estaba en mi casa viendo el partido y me brotaron recuerdos del tipo: “yo jugaba con ella o esta era banca y a aquella siempre la quería burlar…” Y hoy son campeonas del mundo y subcampeonas de Europa, entonces claramente algo he hecho bien, incluso el pichichi que gané allá cobra valor porque fue compitiendo contra las mejores del mundo.

Individualmente quizá no estamos tan lejos porque en México hay calidad, pero como equipo sí lo estamos porque al día de hoy no veo una filosofía. Cuando llegué a España ellas no eran la potencia de hoy, de hecho me tocó jugar en canchas más pequeñas, de pasto artificial, pero creo que el día que cambiaron de ser una selección X a una campeona del mundo fue cuando se dieron cuenta de que si bien no eran las mejores físicamente, ni las más fuertes, sí contaban con la calidad."

Su análisis del éxito de La Roja es preciso: "Esa es una virtud del futbol español porque tanto en hombres como en mujeres son muy buenos técnicamente: le pegan a dos toques, tienen controles de balón orientados y lo notas porque manejan un ritmo de juego diferente. Entonces ellos sí explotaron esa parte y trabajaron en corregir los otros aspectos sabiéndose superiores en calidad, al grado de coronarse campeonas del mundo con base a respetar su estilo."

Entonces, a bote vivo, Charlyn recuerda una conversación con Catalina Usme, capitana de Colombia. Ella le dio una perspectiva externa sobre el problema mexicano que la marcó profundamente.

"Ella estaba a punto de jugar una final contra Brasil y me dijo que México tiene todo para ser potencia. 'El problema es que ustedes se comparan mucho con Estados Unidos y físicamente no tienen nada en común, entonces, ustedes no van a ser Estados Unidos. Si jugaran de acuerdo a sus condiciones, ese día darán ese salto de calidad'. Y yo veo que estamos lejos justo por eso."

La reflexión la lleva a un análisis personal: "Acá, por ejemplo la parte física quizá no es mi mayor cualidad, pero tengo una técnica que no cualquiera tiene, y no me han explotado eso, ¿me explico? En el día de hoy no hay una filosofía para jugar con base a las características de las mexicanas: picardía, explosividad e inteligencia para hacer embonar a cada una de las jugadoras en un sistema."

SI: ¿Crees que aún te tocará, como jugadora en activo, ver a una Selección Mexicana con un estilo definido y con potencial real de desarrollo, o piensas que esto ocurrirá cuando estés retirada?

CC: Pienso que ya me va a tocar desde fuera. Todo esto que estoy viendo ahora, probablemente en algún momento me toque trabajarlo desde otra trinchera. No sé si como entrenadora, auxiliar, directiva... no sé en dónde estaré el día de mañana, pero desde donde esté, me gustaría aportar.

Su visión es clara: "Ojalá no sólo sea para ayudar a construir un estilo, sino realmente impulsarlo, porque yo sí soy muy partidaria de que México debe encontrar su estilo. En la selección varonil pasa lo mismo. Creo que hay buenos jugadores, pero muchas veces no hay una identidad clara."

La historia con la selección mexicana es, tal vez, el capítulo más complejo de la carrera de Charlyn Corral. Aprendió que, a veces, el amor por la camiseta no es suficiente cuando del otro lado no existe la voluntad de construir puentes.

SI: Volvamos al inicio: Charlin y Virgo comparten dos rasgos que tú misma dijiste que te definen, la modestia y la discreción. Apelando a esa modestia… ¿La selección mexicana no le ha dado la oportunidad a Charlyn Corral, o es la selección la que no se ha dado la oportunidad de tener a Charlyn?

CC: Yo creo que son las dos. No me han dado la oportunidad de ser Charlyn Corral… y tampoco han querido hacerlo, esa es la realidad. Hasta el día de hoy, estoy tranquila porque soy una mujer muy respetada. Me he ganado ese respeto, sobre todo de mis compañeras. Pero pasa como siempre: cuando estás ahí, nadie te dice nada, y es hasta que ya no estás cuando reconocen lo que aportabas.

Me pasó en Europa, cuando me fui del Levante. Mientras estuve ahí, muchas compañeras me respetaban, pero también me ponían trabas, todo era difícil. Y el día que me fui, fue cuando me dijeron: “Vamos a extrañar a una delantera como tú. Nos gustaba que eras tranquila, positiva, que trabajabas así…” Y yo pensé: ¿Y por qué nunca me lo dijeron antes?
Pero así es la vida: a veces uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

Siento que eso pasa también con la selección. No han sabido valorar lo que soy. No sé si entienden que soy una jugadora distinta, y una persona distinta también. No es que me caiga bien o mal alguien: soy diferente, y eso, cuando se entiende, se puede aprovechar. 

SI: En Pachuca ha sido diferente, ¿verdad?

CC: Pachuca lo entendió. Cuando llegué, sabían que era distinta. Supieron encontrar esa pieza que embonara para sacar mi mejor versión. Me dieron tiempo, respeto… y lo más importante: entendieron que la que más se va a exigir soy yo misma. A mí nadie me tiene que decir qué hacer. Yo lo sé. Pero si no te dan la oportunidad, si te ponen en una posición que no es la tuya, si no te sientes cómoda… es mucho más difícil.

Acá la sonrisa franca, brillante, alegre se ha escondido. Ahora Charlyn habla desde la seca sinceridad, desde su dolor interior y quizá hasta cierta impotencia porque, afirma, en el Tricolor“no han sabido explotar su potencial.

“Yo he intentado acercarme, decir: “Puedo ayudarles. ¿Ustedes quieren ayudarme también?” Porque de eso se trata, ¿no? De hacer equipo. Pero si no se da esa conexión… tampoco pasa nada. Yo siempre he sido buena compañera, aunque a veces nadie lo sepa porque no me han hecho sentir parte. Y creo que eso se nota, ¿no? No es algo que se pueda ocultar. Yo soy así. No tengo por qué fingir que todo es perfecto cuando no lo siento así. Y si no es mi lugar, está bien. Simplemente no es… y listo”.

SI: Reiteradamente dices que amas dar todo por México. ¿Sientes el mismo amor por la selección, aún te ilusiona esa playera?

CC: Sí... pienso que es cierto que la relación con la selección se ha ido desgastando. Sobre todo porque, cuando tú no has hecho nada malo y, aun así, sientes que te señalan, que te juzgan sin escucharte... eso cansa. Muchas veces pienso que nadie ahí —en la estructura— se ha puesto en mis zapatos.

Cuando me han vuelto a llamar, lo presentan como si todo fuera perfecto. Pero no lo es. Yo me pregunto: ¿Quién me ha dicho alguna vez: “Charlin, una disculpa. Me dejé llevar por lo que se dijo. No me informé bien, no te escuché”?

¿Quién ha venido a decirme: “Sé que esto te pudo doler, pero ahora las cosas han cambiado, vamos a darle otra vez”?
Nunca lo viví. 

Entonces, cuando regreso, y de pronto todo es sonrisas y felicitaciones, pienso: ¿y quién se puso en mi lugar? ¿Quién entendió cuántas veces pensé que no volvería? Que por X o Y razón, ahí ya no tenía cabida.

Y cuando intentas cambiar ese chip en tu cabeza —decirte que las cosas serán distintas, que ahora sí confiarán en ti—, llegas… y no pasa nada. Y entonces piensas: ¿sí es mi lugar?, ¿de verdad cambió algo?

SI: ¿Sientes algún rencor?

CC: No guardo rencor con nadie. Pero también estoy en un punto donde no tengo miedo. No tengo miedo de que la última convocatoria haya sido la pasada. No tengo miedo de decir “hasta aquí”. Así soy.

El día que yo decida que ya, que se acabó, nadie lo va a saber antes. Puede ser mañana, puede ser en cinco años… no lo sé. Muchas veces siento que a mí se me mira bajo lupa. Puedo hacer 30 goles, y aún así la pregunta es: ¿por qué no hiciste 50? Y está bien… pero a otras no se les mide igual. A mí se me exige más. Es como si dijeran: "Haz un gol de chilena o no cuenta”. Y bueno… así ha sido mi historia.

SI: ¿Siempre hay un “pero”?

CC: Claro. Hasta la fecha me siguen buscando un “pero”. Me siguen cuestionando. Y ahí es cuando yo me pregunto: ¿pero de qué?
Con todo respeto… ¿de qué me vas a encontrar? Si llevo desde los 13 años en esto, tengo 33, y aquí sigo.

Y como soy frontal, también espero que se hable con frontalidad. Si se va a decir “por X o por Z no está”, bueno, dilo claro y ya está. A lo mejor no es mi lugar. A lo mejor ya toca que pase otra chica más joven, con otro estilo, y perfecto. Yo nunca he tenido problema con eso.

Pero sí creo que, cuando se me ha dado la oportunidad de ser Charlin, de mostrar mis características, de sacar mi potencial… ahí es donde creo que puedo acertar. Cuando no se da esa oportunidad, por más que una quiera, es muy complicado.

SI: ¿Si escribieras un libro, qué capítulo no faltaría?

CC: Sí, yo creo que sí lo voy a escribir. Es un proyecto que tengo en mente y sé que mucha gente lo leería. El capítulo que no puede faltar no sé cómo nombrarlo, pero sería algo así como las incongruencias de lo que se ha hablado de mi vida; algo así. 

SI: ¿Algo reivindicativo? 

CC: Algo así como lo que a la mejor muchas veces se dijo de mí y engañó a la gente, que yo quiero aclararlo ahí. Algo así como ‘Mi verdad (ríe). Ahí contaré muchas cosas que nadie sabe y solo yo viví. 

SI: Danos un adelanto de eso que sólo Charlyn Corral conoce. 

CC: Yo creo que muchos de ustedes que han seguido mi carrera saben que desde niña he vivido cosas que, por mucho tiempo, decidí callar. A veces por sanar, otras por seguir adelante. Porque cuando uno tiene una mala experiencia, el cerebro la guarda en un rincón. Pero basta que alguien te toque el tema para que se te muevan las fibras… y ahí está, en el baúl de los recuerdos.

No hablo solo de cosas que pasaron en selección, sino de experiencias desde muy chica, relacionadas con el futbol, con el entorno… incluso con la discriminación. Y hoy lo quiero compartir porque puede servirle a más niñas. Yo, por ejemplo, he vivido discriminación por mi estatura. También por ser delantera, pero no la “típica” delantera. Siempre cuento esta anécdota —y no me da pena, al contrario—. Cuando me ves con ropa normal, sin el uniforme o el físico marcado que da el entrenamiento, muchas veces la gente ni cree que soy yo. Me ha pasado en el supermercado, en la calle… Se me quedan viendo y me dicen: ¿Tú eres Charlin? ¡No inventes, estás bien chiquita!”
Y luego rematan: “En la tele te ves más fuerte, más ruda.”
O incluso niños me gritan: “¡Eres bien mala!”, y luego: “¡Estás bien chiquita!”
Y yo siempre les digo: “Sí, esta soy yo”.

Yo he tenido que callar muchísimas bocas por eso. Y no solo en la cancha. Una vez, por ejemplo, fui a pedir una beca deportiva, y el director de la universidad me preguntó —así, sin filtro—: “¿Y cómo le vas a hacer para meter goles de cabeza?”
Yo solo lo miré, le di las gracias… y me salí.
Pensé: “Se van a arrepentir.” Porque ahí estaban dejando ir a una de las mejores deportistas que pudieron tener. Y todo por un comentario basado en el físico.

Ese tipo de historias, sí las contaría. Porque no deberían repetirse. Porque nadie tiene derecho a faltarte al respeto ni a juzgarte por no encajar en lo que supuestamente es “lo normal”.
Hay muchas cosas más que podría contar… quizás algún día las escriba en ese libro.

SI: ¿Cuáles son esas cosas?

CC: No, las conocerán cuando lean ese libro que algún día escribiré…


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Ángel Soto M.
ÁNGEL SOTO M.

Editor y redactor de Sports Illustrated México.