Del corazón culé al escudo azulcrema: el reencuentro de Sandra Paños con su familia

Para Sandra Paños el partido en el Estadio Azulcrema no es solo otro juego. Es un reencuentro con su pasado, con las raíces de una era histórica del futbol femenil. Porque esta vez, el escudo que defiende es el del Club América Femenil, pero del otro lado estará el FC Barcelona Femenil, el equipo donde se hizo leyenda, donde creció al lado de algunas de las futbolistas más influyentes de su generación. Ahí donde ganó cinco títulos de Liga, cuatro de la Copa de la Reina, tres de la Super Copa y tres de la Champions League. Todo en nueve temporadas.
“No lo veo como lo puede ver otra persona, porque yo estuve allí. Viví ese proceso desde dentro, compartí vestuario con Alexia (Putellas) y Aitana (Bonmatí) cuando apenas tenían 17 años. Verlas hoy con Balones de Oro me llena de orgullo. No solo por lo que han ganado, sino por todo lo que han luchado para conseguirlo”, comparte la portera en entrevista con Sports Illustrated.
Las palabras de Paños son más que una declaración; son testimonio de una generación que cambió la historia del Barça y del futbol femenino. Un equipo donde el talento se mezclaba con la ambición diaria, donde ganar no era suficiente, porque siempre había algo más por conquistar.
“Éramos muy exigentes. Ganábamos y ya estábamos pensando en el siguiente partido, en el siguiente título. No valía solo con ganar la Liga: queríamos la Copa, la Supercopa, la Champions. Y eso nos empujó a otro nivel”, añade la arquera, quien fue cuatro veces la portera menos goleada de la Liga y tres más elegida en el equipo ideal de la Liga de Campeones (2016, 2018 y 2019). Además, la temporada 2015/16 fue elegida como una de las dos mejores guardametas de la Liga de Campeones.
Pero más allá de los trofeos, Paños habla de personas. De compañeras que se convirtieron en hermanas. De Alexia Putellas, a quien describe como tranquila, metódica, centrada, una líder silenciosa. Y de Aitana Bonmatí, como una fuerza de la naturaleza: intensa, rápida, revolucionaria. Dos personalidades distintas, dos caminos únicos, pero un mismo destino: la cima.
“Aitana quería todo ya. Se frustraba si no lo lograba. Pero lo trabajó. Se enfocó, maduró y lo consiguió. Y Alexia… Alexia siempre supo lo que quería. Lo trabajó en silencio, sin hacer ruido. Son diferentes, pero las dos son brillantes. Y las vi crecer cada día”, sostiene.
Hoy, esas amigas se han convertido en rivales por 90 minutos. Enfrente estará el Barça, con la camiseta que Paños defendió durante casi una década, el club donde lo ganó todo. Pero su presente es otro: las Águilas del América, un proyecto que la hizo sentir importante otra vez.
“Cuando tú sales de un club como el Barça, tienes que pensar muy bien. Yo quería volver a ser titular, quería sentirme útil, buscaba un reto nuevo. Y América me lo dio. Desde el primer día, el club hizo todo por tenerme aquí y eso es algo que no se olvida”.
Paños habla de México con el mismo brillo en los ojos con el que habla del Barça. De la ilusión de jugar en el estadio Azteca pronto, de la pasión que se vive en las gradas en cualquier estadio en México, de las amistades que la ayudaron a decidir —Andrea Pereira, Andrea Falcón— y de su nuevo papel, que va más allá del campo.
“No solo vine a jugar. Vine a aportar desde dentro, a profesionalizar cosas, a ayudar a mis compañeras a crecer. Es una responsabilidad, pero también una oportunidad hermosa... La decisión de venir aquí es porque es un proyecto ganador. Vengo de un proyecto muy ganador, quería venir a un equipo donde quisiera pelear por todo".
Esta tarde, bajo las luces del estadio Azulcrema, Paños no solo atajará balones. Atajará también los recuerdos que vienen como ráfagas: los entrenamientos en Ciudad Deportiva Joan Gamper, las charlas en vestidor, las celebraciones, las derrotas, las luchas invisibles.
“Hemos pasado momentos complicados, no solo deportivos, también personales. Y ver cómo todas hemos salido adelante, cómo hoy el mundo admira lo que alguna vez soñamos juntas… eso no se paga con nada”.
Habrá emociones. Habrá nervios. Pero sobre todo, habrá respeto. Porque aunque hoy defienda otros colores, Sandra Paños sabe que el Barça no es un rival cualquiera. Es familia.
