“Gilberto Mora está tocado con una varita diferente”, dice Juan Ignacio Palou

La carrera de Gilberto Mora ha transitado a máxima velocidad. La naciente estrella del balón nacional nunca ha respetado ninguno de los plazos que marca la ruta de desarrollo del futbol. Desde que tenía seis años se aburría cuando practicaba con los niños de su categoría. “Siempre estuvo muy adelantado a todo en el campo”, cuenta Juan Ignacio Palou, director deportivo de Xolos de Tijuana entre 2007 y 2022.
En esos 15 años que estuvo a cargo del diseño del equipo, Palou conoció las entrañas y reclutó a todos los jugadores que pasaron esos años en la organización. En 2010 trajo a Gilberto Mora (papá de la emergente estrella del futbol nacional) para cubrir la banda izquierda de un equipo que buscaba el ascenso.
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"Siempre el equipo es lo más importante". 🗣️
— Selecciones Nacionales Menores (@miseleccionsubs) October 9, 2025
Gil Mora, sus sueños, sus gustos, sus metas y lo que siente al representar a México. 👏
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“Cuando nosotros trajimos a su papá, en 2011, Gilberto era un niño de dos o tres años. Y de las primeras cosas que recuerdo es que iba a todos los entrenamientos y desde ahí traía la pelota. No la soltaba, aunque en ese momento todavía no se notara hasta donde podía llegar”.
Los Xolos ascendieron en 2011 y Gilberto Mora (papá) no continuó el proceso del equipo en Liga MX. La familia se mudó a Chiapas (su estado natal), pero volvió en 2014 en el papel de formador.
Gilberto Mora y su camino desde la infancia
Entonces Gilberto Mora estaba un poco más desarrollado. Palou asegura que ya tenía los primeros trazos de un super estrella: “Ya para entonces tenía seis años y ya se le veían las cualidades de un niño fuera de serie. En el club había un frontón dentro del vestidor en el que se quedaba los hijos de los jugadores. Ahí era sobresaliente. Jugaba muy bien en la pared y en el piso. Dominaba la pelota de una manera inusual y nadie se la podía quitar. Era demasiado coordinado. De verdad era algo fuera de lo normal. Tenía condiciones superlativas”.
Es entonces que se aburría con los jóvenes de su categoría. Cuando regresan de Chiapas “su papá lo mete a nuestro centro de iniciación, el CIX, pero estaba muy por encima de todas las categorías. Entonces había que buscar otro camino para desarrollar su talento: lo lleva a una liga local en Tijuana para que juegue con niños más grandes y se empieza a curtir con jóvenes que eran dos o tres años mayores que él. Ya hasta que tiene 11 o 12 años se integra a las fuerzas básicas formales del equipo”.
Ahí mismo, en algunas ocasiones, le costaba respetar las indicaciones de algunos entrenadores jóvenes: “Llegaba y me decía. Profe, no dijeron nada. Ya entonces tenía una cabeza muy diferente para entender el futbol”.
Otro de los trazos del retrato hablado que hace Palou tiene que ver con la fortaleza mental y con los valores con los que fue criado: “Nació en una familia muy tradicional, sencilla, con valores importantes. Gilberto papá fue un profesional al 100 por ciento. Y así es Gil. Eso ha hecho que sea un chavo muy pegado a sus objetivos. Si lo ves piensas que es serio, porque es tanto el enfoque que él tiene que está metidísimo. Todos los técnicos se lo peleaban para que salieran bien los ejercicios. Con él lograban su objetivo”.
Hoy todas esas anécdotas son una realidad. Gilberto ya suma minutos, goles y hazañas en Liga MX y es el líder de la selección Sub 20, a pesar de que tiene 16 años (otro proceso que se salta). “Ya es un extraordinario jugador de Primera División a los 16 años y, por supuesto, en los torneos de categorías inferiores, el talento estaba frente a los ojos de todos y, principalmente, los grandes equipos de la Liga MX “le llenaban los oídos y los ojos a su papá. Todos lo querían. Pero muy firme en sus convicciones lo mantuvo en Tijuana”.
Palou siente una alegría especial cuando ve bajo los reflectores a la joven figura de la selección: “Patea con las dos piernas, tiene control del balón y lo más importante es su lectura del juego. Recibe la pelota y ya sabe dónde están sus compañeros, juega entre líneas”.
Sin embargo, hay algo que lo sorprende aún más: Parece que crece cada partido. Es de esos jugadores que acumula experiencia en su mochila personal y en el siguiente partido lo ves mejor. Lo ves que corrige algo que tal vez no le salió bien”.
No cabe duda, dice, “Gilberto es uno de esos jugadores que están tocados con una varita diferente. Solo le queda triunfar”.
