La seguridad en los estadios, el ensayo más delicado de México rumbo al Mundial 2026

Las cifras de seguridad que dejó la Liga MX en 2025 no solo hablan del futbol mexicano. Dialogan, de forma inevitable, con el mayor evento deportivo que el país recibirá en su historia reciente: la Copa Mundial de la FIFA 2026. En un contexto nacional marcado por altos índices de violencia, cada decisión tomada dentro de los estadios funciona como un ensayo de lo que vendrá.
A lo largo del año, la liga retiró a 1,288 personas de los inmuebles por incumplir el código de conducta. No fue una cifra aislada ni casual. Fue el resultado de una política de tolerancia mínima ante alteraciones al orden, con el objetivo de contener incidentes antes de que escalaran en escenarios de alta concentración de personas.
Los números en materia de seguridad no se explican sólo desde el futbol. Se leen mejor como un termómetro social y como un primer ensayo rumbo a la Copa Mundial de la FIFA 2026. La decisión de aplicar con mayor firmeza los protocolos dentro de los estadios adquiere un peso que trasciende lo deportivo.
El Clausura 2025 fue el primer aviso. Se registraron 707 incidentes, de los cuales 395 terminaron en detenciones y 312 en desalojos. El Apertura mostró una evolución: 581 personas retiradas, pero con una respuesta más directa, ya que el 71% de los casos derivó en puesta a disposición de las autoridades. La lectura es clara: detección más temprana, reacción más rápida y menos margen para la improvisación.
Desde la liga, el balance se explica por una mayor coordinación con autoridades locales y federales, además de operativos específicos en partidos de alta asistencia. El objetivo fue evitar que los incidentes escalaran y proteger la experiencia de quienes acuden al estadio a disfrutar del espectáculo. Pero el contexto va más allá del torneo local.
Este giro ocurre mientras México se prepara para recibir el evento deportivo más vigilado del planeta. Las tres sedes mundialistas —Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey— ya han sido objeto de análisis externos sobre seguridad. De acuerdo con evaluaciones de riesgo publicadas por Base Operations, el Estadio Azteca, símbolo histórico del futbol mundial, se ubica en una zona catalogada con riesgo muy alto, con más de 7,100 incidentes de seguridad registrados en un radio cercano en los últimos dos años, principalmente robos y delitos contra vehículos. El análisis señala que los horarios de mayor riesgo coinciden con las franjas habituales de partidos, un factor crítico para eventos de escala mundial.
El Estadio BBVA, en Monterrey, presenta un escenario de riesgo medio, con más de 3,300 incidentes documentados en su entorno ampliado. La principal vulnerabilidad no está dentro del inmueble, sino en los traslados, accesos y salidas, donde la congestión y el flujo masivo de aficionados elevan la exposición a delitos oportunistas.
En Guadalajara, el Estadio Akron también es considerado de riesgo medio, con focos asociados al robo vehicular y a la seguridad en nodos de transporte. La presencia regional del crimen organizado forma parte del análisis, aunque los reportes no anticipan violencia directa dentro de eventos deportivos, sino riesgos colaterales en el entorno urbano.
Estos diagnósticos no provienen de autoridades gubernamentales, pero sí de evaluaciones utilizadas en la planeación de seguridad de eventos internacionales. En ese sentido, el balance de la Liga MX en 2025 adquiere otra dimensión: no solo habla del control dentro de los estadios, sino de la capacidad del futbol mexicano para operar bajo estándares que el Mundial exigirá.
En ese escenario, la Liga MX opera como un laboratorio real. Partidos cada semana, emociones al límite, aforos elevados y una presión constante por mantener el orden. La coordinación con autoridades locales y federales, así como el despliegue de operativos específicos en encuentros de alto riesgo, buscan enviar un mensaje claro hacia dentro y hacia fuera del país.
Más allá del castigo, el objetivo es simbólico y práctico a la vez: demostrar que el estadio puede ser un espacio contenido, predecible y seguro incluso en un entorno social complejo. La seguridad dejó de ser un discurso preventivo para convertirse en una política visible, incómoda cuando fue necesario.
El Mundial 2026 no permitirá errores. Cada incidente contará, cada video circulará y cada falla será amplificada a escala global. Por eso, los datos de 2025 no solo cierran un balance anual: abren una pregunta central rumbo a la Copa del Mundo.
El futbol mexicano ya juega su partido más silencioso. No se decide con goles ni títulos, sino con control, prevención y confianza. El reto es mayúsculo. Mantener los estadios como espacios seguros no será solo una obligación deportiva, sino una condición indispensable para que México esté a la altura del escaparate global que representa la Copa del Mundo. Y en un país donde la violencia es una realidad cotidiana, garantizar estadios seguros será la condición mínima para recibir al mundo. En 2025, la Liga MX dio un paso firme. El Mundial dirá si fue suficiente.

