Marcelo Bielsa y México: un vínculo que se escribe desde 1992

Marcelo Bielsa tiene un vínculo especial con México, una relación tejida entre recuerdos, partidos y enseñanzas que aún resuenan en el futbol del país. Vivió en el país, dirigió a dos de los clubes más emblemáticos, dejó una huella profunda en el Atlas y generó debate en el América.
Conoce la intensidad de los estadios, la pasión de los aficionados y la exigencia del futbol mexicano mejor que casi cualquier técnico extranjero. Por eso, cada vez que su camino se cruza con México, ya sea desde un banquillo sudamericano o desde la mirada del análisis, su figura aparece rodeada de contexto y de una historia que nunca se termina de cerrar.
El vínculo de Bielsa con México comienza en Guadalajara. Atlas lo trajo en 1992 y Bielsa transformó al club desde sus cimientos: exigió máxima disciplina y un trabajo meticuloso con las categorías juveniles. Su estilo de entrenamiento, para la época, parecía de otro planeta.
El impacto fue inmediato y duradero: debutó a Jared Borgetti, y futbolistas como Rafael Márquez, Pável Pardo, Oswaldo Sánchez o Daniel Osorno surgieron de un sistema que los catapultó a primera división y dejó huella en toda una generación.
Más tarde llegó al América, donde enfrentó un entorno radicalmente distinto. En Coapa no se habla de procesos: se exige título inmediato. Bielsa dirigió 40 partidos, con 12 victorias, 18 empates y 10 derrotas, cifras que reflejan un ciclo de presión constante, exigencia mediática y resultados siempre bajo la lupa. Su estilo, sólido pero distinto a lo que la afición esperaba, dejó enseñanzas sobre orden táctico y abrió la puerta a una modernidad futbolística que otros entrenadores replicaron años después.
La historia de Bielsa frente a México en selecciones también tiene matices curiosos. Con Argentina, se enfrentó al Tri en cuatro ocasiones, con un saldo favorable: tres victorias en amistosos —1–0 en febrero de 1999, 2–0 en diciembre de 2000 y 1–0 en febrero de 2003— y una sola derrota en la Copa América de 2004 en Chiclayo (0–1). Con Chile, el balance fue más equilibrado: ganó en Los Ángeles 1–0 en 2008, pero perdió 0–1 en Ciudad de México en 2010. Estos encuentros muestran que, aunque rara vez se enfrentó al Tri, sus partidos siempre tuvieron tensión táctica, ajustes precisos y resultados que no pasaron desapercibidos.
El duelo más reciente y contundente se dio con Uruguay. En el último amistoso previo a la Copa América de Estados Unidos 2024, la Celeste goleó 4–0 a México el 5 de junio en Denver, con un hat-trick de Darwin Núñez y un gol de Facundo Pellistri, dejando una imagen de absoluta superioridad táctica. Con Uruguay, Bielsa suma 31 partidos, con 15 victorias, 10 empates —incluyendo triunfos por penales ante Brasil y Canadá— y 6 derrotas, reafirmando su sello: orden defensivo, presión alta y claridad estratégica.
En Torreón, Coahuila, Bielsa volverá a cruzar su camino con México. Su historia con el país no es solo estadística; es experiencia vivida, aprendizaje compartido y un legado que marcó la manera de entender y jugar al futbol. Él entiende a México porque lo vivió y lo enseñó; México lo entiende porque vio de cerca su forma de pensar y cómo se adelantaba a su época. Cuando ambos se encuentran, el partido no resulta casual: es un recordatorio de que el método de Bielsa sigue vigente y de que su influencia permanece intacta desde 1992.

