América, contra dos relatos del tetracampeonato

I
Sucedió hace casi 100 años, esos números cerrados que tanto gustan para convertir la historia en efeméride. El América, casi recién fundado en una casa de la Santa María la Ribera, se convirtió en tetracampeón del futbol mexicano. Lo hizo entre 1924 y 1928 en un torneo que era completamente diferente al actual. Tenía sólo siete equipos y, más allá del Necaxa, estaba lleno de nombres que fueron archivados desde hace décadas: España, Asturias, Aurrerá, México y Germania.
Era futbol en blanco y negro, de manga larga y pantaloncillo a media pierna. El América era dirigido por uno de sus padres fundadores: el todo terreno del campo y del banquillo, Rafael Garza Gutiérrez “Récord”. En el campo brillaban nombres como el de Ernesto “El Oso” Sota, Enrique Esquivel y Juan Terrazas, entre los once que levantaban los trofeos.
Sin embargo, hay algo que aleja aquellas hazañas de los libros de récords: la liga todavía no era profesional.
Aún faltaban dos décadas para que el futbol fuera de paga, sin embargo, ya contaba sus épicas. En la primera temporada, la de 1924-25, el América quedó ocho puntos por encima del Necaxa. En la siguiente, la 25-26, venció al Asturias en una serie final de tres partidos que se definió en el Parque España. Las reglas se ajustaban y en la 26-27 quedó dos puntos por encima del España. Finalmente, la cuarta vela del pastel, se encendió en la 27-28 con seis puntos sobre el Asturias.
La gesta parecía inalcanzable. Poco después se estableció el profesionalismo y otro equipo levantó cuatro copas consecutivas…
II
El Campeonísimo es un equipo que tiene nombre propio. Enclavado en el México más nacionalista defendió la idea de que 11 futbolistas nacidos en esta tierra podían vencer a cualquiera. Y así marcó una época.
Si fuera un relato para la pantalla grande pertenecería a la época de oro del cine mexicano y sus protagonistas serían grandes estrellas con sobrenombres célebres: El “Tubo” Gómez, el “Jamaicón” Villegas, el “Tigre” Sepúlveda, “Chava” Reyes… mitología pura en el imaginario del futbol mexicano.
Las hazañas de las Chivas se intercalaron entre las décadas de los cincuentas y la de los sesentas. En el rectángulo verde dominaron el futbol mexicano, pero dentro de su exitoso muro, lograron el primer tetracampeonato de la era profesional, entre 1958 y 1962.
El primer año, el 58, las Chivas quedaron por dos puntos por encima de León; en la segunda, sumaron cuatro puntos más que el América y levantaron el trofeo. Eran otros tiempos y otros nombres: en la temporada 60-61 sumaron más puntos que el célebre Oro y en la 61-62 una vez más quedó encima de los cremas del América.
El círculo virtuoso fue cortado un año después por el Oro y ahí se cortó la hegemonía. Sin embargo, se mantuvo un relato que hoy está en peligro de ser igualado por el América de Jardine. Si el América lo consigue igualará algunas líneas gloriosas de la historia del Campeonísimo. Y en ese escalón escribirá su leyenda.
