Beisbol, la única tregua del verano capitalino

Este domingo la LMB armó fiesta, invitó amigos y prendió las velas para un cumpleañero que nunca llegó. La cita era en el Estadio Alfredo Harp Helú, en el oriente de la capital, pero cinco horas de lluvia se abatieron sobre el diamante hasta que finalmente la celebración cedió ante el diluvio. Hoy, contra todo pronóstico, los fanáticos vinieron.

El Juego de Estrellas de la Liga Mexicana de Beisbol fue suspendido el domingo y reanudado este lunes 30 de junio. / Foto: Liga Mexicana de Beisbol

La Ciudad de México, el vasto corazón de un país que se define a partir del trabajo, parece haber firmado una relación problemática con la lluvia. Es el último día de junio y llueve con obstinación absurda sobre una ciudad que no se detiene. Su gente, consumida por el rigor penitencial del horario extendido y el salario menguado, halla, en el beisbol, su única tregua legítima.

Ha sido así desde los tiempos del Parque Franco-Inglés, el primer estadio en la historia de la Liga Mexicana de Beisbol. Pero el verano —ese viejo enemigo que nunca se comporta como debería— no da concesiones fáciles.

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Este domingo la LMB —que celebraba 100 años de existencia— armó fiesta, invitó amigos y prendió las velas para un cumpleañero que nunca llegó. La cita era en el Estadio Alfredo Harp Helú, en el oriente de la capital, pero cinco horas de lluvia se abatieron sobre el diamante hasta que finalmente la celebración cedió ante el diluvio.

Ni la lluvia quiere perderse el juego…🌧️

Pausa momentánea ⏸️ en el Juego de Estrellas presentado por Mission, pero esto se juega porque se juega. 😤#CienAñosSiendoElRey👑 pic.twitter.com/UtvtMjcvqC

— Liga Mexicana de Beisbol (@LigaMexBeis) June 30, 2025

Hoy lunes, la historia fue otra. En un gesto de tozuda perseverancia, tan propio de este país, el juego se disputó finalmente a las cuatro de la tarde gracias que el agua se contuvo en las nubes grises y claras que dejaban entrever un cielo celeste, inédito en estos días. Pero ir a un estadio a esa hora supone desertar a la oficina, un acto casi subversivo ante los corporativos que veneran la presencia perpetua en el puesto: ¿O a qué se dedican las 5,860 almas que —sorpresivamente— vinieron a este juego que se sintió como una ceremonia clandestina?

No hubo fuegos artificiales, no hubo homenaje a las estrellas. El espectáculo quedó reducido a su esencia: el juego.

La crítica eterna al centralismo beisbolero encontró aquí un irónico refrendo. Ayer la fiesta prometía ser para todos, para los de la sierra y los de la península; los de las fronteras y los del calor, para los que al final, salieron expulsados por la hostilidad climática y los designios de la logística. Después de todo, quedaron los mismos de siempre: los locales, los fieles incorregibles, los que compran un impermeable afuera del metro y se sientan a sentir la lluvia a la que ya están acostumbrados. 

Hoy, fueron ellos los testigos de que Art Charles nació para las alturas, donde el aire transforma el poder que construye mitos. El primera base de los Leones de Yucatán conectó 43 cuadrangulares en el Home Run Derby mientras el estadio se rendía a sus pies; hoy fue nombrado Jugador Más Valioso del juego —se quedó a un doble de batear el ciclo— y escuchó como miles de aficionados que acostumbran a abuchearlo, lo despidieron con una ovación de pie. 

El juego tuvo su propio drama contenido, una especie de recompensa ante las circunstancias. Las Estrellas LMB, estaban a dos outs de irse a entradas extras con el juego empatado 3-3 en la novena entrada, pero un batazo de Jesús Fabela bastó para ponerle final al juego.

¡La estrella que más brilló! 🤩

Art Charles 🦁 se llevó los reflectores en el diamante 💎 para ser nombrado MVP del Juego de Estrellas 2025 presentado por Mission. 🔝

Presentado por New Era 🧢 #CienAñosSiendoElRey👑 pic.twitter.com/3R4r7RkdLD

— Liga Mexicana de Beisbol (@LigaMexBeis) July 1, 2025

El domingo, después de que a las 11:45 de la noche se anunció la reanudación oficial del Juego de Estrellas para este lunes, último día de junio, el Estadio ya se imaginaba vacío, porque, seguramente, la frustración de la víspera disuadiría incluso a los más devotos. Vinieron con el cansancio acumulado de una semana que apenas comienza; vinieron porque el beisbol es un ritual, vinieron a pesar de saber que llovería otra vez. 

“Si lo construyes, ellos vendrán”, Field of Dreams (1989)