La legión curazoleña de los Algodoneros de Unión Laguna

“Riba bo lomba” significa llevar sobre los hombros el peso de todo un equipo; cargar con la esperanza de toda una afición, de toda una ciudad, de la historia. Así definen en papiamento, la lengua materna de Curazao, una consigna que se ha vuelto emblema en el vestuario de los Algodoneros de Unión Laguna.
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Y acaso nadie lo encarna mejor que los tres curazoleños que hoy sostienen un tercio del lineup: Jonathan Schoop, Hendrick Clementina y Didi Gregorius (nacido en Ámsterdam, pero de padres curazoleños), la legión isleña que ha trasladado a Torreón el eco de su tierra natal.
Hoy, cuando la eliminación pende sobre ellos en una serie agónica contra los Charros de Jalisco, esas tres palabras retumban con más fuerza que nunca. Porque es precisamente a Jalisco, al mismo equipo al que derrotaron en 1950 para conquistar su último campeonato de la Liga Mexicana de Béisbol, a quien ahora deben doblegar si quieren prolongar la esperanza.
SIR DIDI GREGORIUS 😎🔥
— Algodoneros Unión Laguna (@AlgodonerosUL) April 14, 2024
El primer cuadrangular de nuestro equipo, cortesía de Didi Gregorius 👊🏻
Se llevaba por delante a Allen Córdoba para poner dos rayitas más en la pizarra 👏🏻#HéroesEnRevolución 🦸♂️⚾️ pic.twitter.com/brQkAffeQq
La historia es caprichosa y se complace en dibujar círculos. Setenta y cinco años después del histórico título, los fantasmas aquel campeonato se invocan de nuevo bajo el guinda de los Algodoneros, pero esta vez con un acento distinto: el del papiamento caribeño.
Porque la actual legión extranjera que alimenta los sueños de Torreón proviene de una isla que ha dado al béisbol algunas de sus criaturas más excelsas: Curazao, ese pedazo de tierra minúsculo en el mapa que, con apenas 200 mil habitantes, bien podría nombrarse un edén beisbolero.
Allí nacieron manos veloces, swings elegantes y brazos prodigiosos. De allí salió Didi Gregorius “Sir Didi”, uno de los jugadores más emblemáticos de la unión entre Curazao y la Comarca Lagunera. En 2023, el campocorto que alguna vez encarnó la herencia de Derek Jeter en los Yankees de New York, vistió la franela guinda en lo que entonces fue una de las contrataciones más importantes de la LMB esa temporada.
Un homenaje a su gran carrera, pero sobretodo un gran honor tener invitado de lujo a lanzar la primera bola: el gran, Andruw Jones 👏🏻
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Gracias, Andruw 🙌🏻 @andruwjones25 #HéroesEnRevolución 🦸♂️⚾️ pic.twitter.com/SJwBLdti4E
Poco después irrumpió la figura mayúscula de Andruw Jones, leyenda de los Bravos de Atlanta y máximo símbolo del beisbol curazoleño, quien en 2024 se incorporó como asesor deportivo del club y abrió la puerta para que más compatriotas se animaran a recalar en México. Jones, con el prestigio de diez Guantes de Oro y su aura de futuro miembro del Salón de la Fama, convenció a sus connacionales de unirse a la causa guinda.
De esa mediación nacieron nuevas incorporaciones: Jonathan Schoop, segunda base de poder que tras una década en Grandes Ligas llegó a Torreón en 2024 con la consistencia de un All-Star curtido en la élite; Darren Seferina, infielder veloz y versátil que, aunque con números discretos, ha aportado chispa y defensa en el cuadro; y Hendrick Clementina, el más joven de la legión, catcher robusto y de manos recias que ha tenido momentos clave para el equipo en estos playoffs 2025.
El #MVP 🏆 @playdoitmexico
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Gran noche ofensiva de Hendrik Clementina 👊🏻 con 2 hits, 2 carreras anotadas, 3 impulsadas y 1 cuadrangular 👏🏻#SomosImparables 👊🏻😎 #ProhibidoRendirse 🙌🏻 pic.twitter.com/llCMeG6GqC
Antes de ellos, otros isleños también sembraron huella en la tierra lagunera, como Roger Bernadina.
Detrás de todos ellos hay una genealogía común: la isla que se acostumbró a producir talentos como si fueran perlas en el Caribe. Curazao, pese a su geografía exigua, ha dado a las Grandes Ligas más de 80 jugadores, con Jones como tótem, pero también con linajes de Schoop, Ozzie Albies, Jurickson Profar o Kenley Jansen.
Los Algodoneros han sabido tejer esta sinfonía: la guinda tradicional, el recuerdo glorioso de 1950, y el acento isleño que hoy le da nuevas esperanzas en el Juego 6 ante los Charros de Jalisco.
Al final, lo que queda es la certeza de que el beisbol es un juego de cargas compartidas. De cargar con la memoria, con las derrotas, con las ilusiones de un pueblo entero. De cargar, hombro con hombro, desde el Caribe hasta el desierto. Eso, y nada más, significa hoy para los Algodoneros la consigna que resuena en papiamento: Riba bo lomba.
