Lía y Mía, las niñas de bronce de México

Todo comenzó como un juego para las gemelas mexicanas Lía y Mía Cueva Lobato. Practicaban gimnasia cuando el entrenador Iván Bautista las invitó a probar suerte en la alberca de clavados y les enseñó algunos pequeños saltos. Rápidamente llamaron la atención del equipo olímpico con Paola Espinosa, Alejandra Orozco, Gaby Agúndez, Iván García y Germán Sánchez, quienes comenzaron a entrenarlas sin imaginar que —con el tiempo— se convertirían en una de las grandes protagonistas del ciclo olímpico a Los Ángeles 2028.
Desde pequeñas, Lía y Mía se distinguían por dos detalles muy particulares: Lía, la mayor, nació un minuto antes que su hermana, exactamente a las 09:00 horas del 21 de enero 2011; Mía llegó a las 09:01 y se reconoce fácilmente por una oreja con forma de pequeño corazón, un rasgo que siempre la hizo especial.
A pronta edad, a los 6 años, asumieron con seriedad su entrenamiento. Sus padres Jorge y Paulina, relatan en entrevista que sus hijas siempre llegaban puntuales a cada sesión, una disciplina que las distinguía incluso entre atletas mayores. Esa misma constancia es la que ahora les llevará a enfrentar su primer Mundial de la especialidad en Singapur.
Desde pequeñas, Lía y Mía contaron con un sólido respaldo dentro del mundo de los clavados. Arantxa Chávez, una destacada atleta, fue de las primeras en brindarles apoyo. También Paola Espinosa e Iván García las motivaban durante sus descansos, corrigiendo su técnica y animándoles a superar el miedo de lanzarse al agua. Las vieron crecer dentro del deporte. Al terminar sus sesiones con el equipo olímpico, el entrenador Iván Bautista se quedaba una hora y media más para entrenarlas y solía decirles: “Sueñen con ser grandes”.
Con el tiempo, los entrenamientos de clavados se volvieron más exigentes, y las gemelas dejaron la gimnasia para enfocarse de lleno en esta disciplina. La dedicación que requerían los clavados era cada vez mayor —especialmente en un deporte que le ha otorgado a México 17 medallas olímpicas, convirtiéndose en el deporte olímpico más exitoso del país.
Cuando las cosas no salen bien, Lía y Mía no se rinden fácilmente. Analizan lo ocurrido y, aunque a veces se frustran, logran recuperarse con rapidez. Mía, por ejemplo, enfrentó una competencia complicada durante el selectivo en la pasada Copa del Mundo de Guadalajara: en los entrenamientos comenzó a fallar clavados que ya dominada, y en un momento de desesperación se acercó a su papá y le dijo: “No puedo. Hoy no me sale nada. No voy a poder”. Con el apoyo de su gemela Lía y de su hermana mayor Suri, también clavadista, logró sobreponerse, recuperar confianza y clasificarse al evento que marcó el inicio del ciclo olímpico a Los Ángeles.
Entre las tres hermanas —Suri, Lía y Mía— suman más de un centenar de medallas principalmente en Campeonatos Nacionales, Copas Jalisco, Copas del Mundo y diversas competencias internacionales. Su trayectoria refleja no solo talento sino una disciplina a constante a edades muy tempranas.
En aquellos días, vale recordarlo, a medida que se acercaba el evento, la familia y sus amistades se volcaron por completo en apoyarlas. Prepararon caras gigantes de cartón con los rostros de las gemelas, banderas y matracas para animarlas desde las gradas del Metropolitano. El entusiasmo es contagioso y la confianza evidente. “¡Queremos ganarles a las chinas!”, exclamaban Lía y Mía con una mezcla de ilusión y determinación. Las chinas Chen Yiwen y Chang Yani ganaron el oro, pero las jóvenes mexicanas lograron subir al podio justo detrás de ellas conquistando la medalla de plata y su primera presea en una Copa del Mundo.
El evento más importante en sus jóvenes carreras es el Mundial de Singapur. Aunque los nervios están presentes al enfrentarse a figuras olímpicas de talla mundial, Lía y Mía llegaron decididas a dar lo mejor de sí: “Tienen potencial, tienen talento”, afirma con convicción su entrenador, Iván Bautista. Lejos de intimidarse, a veces se sienten aún más emocionadas por competir contra rivales de alto nivel, como las clavadistas chinas, consideradas la máxima potencia en este deporte.
Iván Bautista se mantiene cerca de la fosa de clavados en el Centro Acuático Metropolitano, en Guadalajara, donde entrenan de base. Está atento a cada movimiento de sus atletas. Observa a Lía y Mía con la misma concentración con la que sigue a las demás clavadistas, sin perder un solo detalle, incluso cuando varias se lanzan al mismo tiempo. Su mirada precisa y sus indicaciones constantes son parte clave en el desarrollo de las gemelas.
Las gemelas se distinguen por sus playeras rosas y verde fluorescente. Repiten una y otra vez los giros en el cinturón de seguridad, realizando vuelta tras vuelta, mientras Iván tira con fuerza para impulsarlas en el aire y ayudarlas a perfeccionar sus clavados.
Con 14 años, las gemelas son las clavadistas más jóvenes de la Selección Mexicana de clavados. Compitieron con éxito (bronce) en el Mundial de Singapur en el trampolín de 3 metros sincronizados, prueba en la que ganaron medalla de plata en la Copa del Mundo de Guadalajara.
Lía y Mía lo tenían claro desde pequeñas. Soñaban con llegar lejos y eran conscientes de que el camino no sería sencillo. Sin embargo, ese deseo de alcanzar grandes alturas las impulsa con fuerza hacia los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
