Osmar Olvera: el oro del niño que soñó con vencer a los chinos

Osmar es Campeón del Mundial en el trampolín de tres metros, el mexicano suma cuatro medallas en el Campeonato Mundial de Singapur; su entrenadora Ma Jin recuerda cómo llegó con ella con 14 años de edad con un sueño: "me dijo que solo quería oro".
Osmar Olvera es Campeón Mundial, un sueño que logró hacer realidad: vencer a los chinos
Osmar Olvera es Campeón Mundial, un sueño que logró hacer realidad: vencer a los chinos / MANAN VATSYAYANA/AFP

Fue casi un día como hoy, 31 de julio de 2012: Ivan García y Germán Sánchez conquistaron la medalla de plata en la plataforma sincronizada de los Olímpicos de Londres. Mientras estaban en el podio, un niño de ocho años que veía la televisión en la Ciudad de México festejaba su logro y hacía una promesa con la seguridad de los que prefiguran desde muy pequeños su misión en la vida: “yo un día también voy a tener una medalla, pero va a ser de oro. Le voy a ganar a los chinos”.

Hoy, 13 años y un día después, aquel compromiso infantil se hizo realidad.  Osmar Olvera subió a lo más alto del podio, por encima de los chinos Cao Yuan y Wang Zongyuan y sumó así su cuarta medalla en el Campeonato del Mundo de Deportes Acuáticos de Singapur, un hecho sin competencia en la historia del deporte mexicano: la cima de la montaña. 

Horas antes de la competencia, vía telefónica desde Singapur, Ma Jin, la entrenadora de origen chino asentada en México desde hace más de dos décadas, empieza a contar la historia de su pupilo.

Recuerda que cuando hace siete años Osmar se acercó a ella, la deslumbró con su hambre de triunfo: “Tenía 14 años. Era chiquito cuando llegó al equipo, pero tenía su meta grande, quería ganar, quería una gran carrera en el deporte y me dijo que solo quería oro. Osmar se acercó y me dijo que ve en nosotros resultados, que ha visto mi foto y la de mis clavadistas triunfando. Que por eso quería venir conmigo para ganar medalla y ganarle a los chinos. Así era su meta”. 

Ma Jin festeja con Osmar la medalla dorada
Ma Jin festeja con Osmar la medalla dorada / Sports Illustrated

Ma Jin escribió rápidamente las letras del compromiso: “Yo le dije: ‘Yo soy muy especial, yo siempre quiero impresionar y soy muy exigente’. Y Osmar me dijo: ‘por eso me gusta. Los dos somos muy exigentes, por eso nos vamos a llevar bien’”.

A partir de ese día, Osmar no se detuvo. Subió miles de veces la escalinata del trampolín y se lanzó de cabeza a la alberca. Todo con el objetivo de convertirse en una máquina perfecta.

Así empezó a dar pasos para llegar a lo más alto, aunque el camino comenzó con paciencia. Ma Jin tenía entonces otros aspirantes a medallas, el principal, Rommel Pacheco, quien se preparaba rumbo a sus cuartos Juegos Olímpicos: “Primero yo no tenía mucho tiempo para atenderlo, pero después ya se fue Rommel a Mérida y yo pude ponerle más atención a Osmar”.

Pronto comenzaron a llegar los éxitos. Triunfos en Panamericano juvenil y medallas mundiales en Fukuoka y Qatar, donde ganó una medalla de oro en el trampolín de 1 metro (prueba que no se compite en Juegos Olímpicos). “Desde niño él sabe qué quiere. Le gustaban los clavados, le gustaba la pelea, le gusta trabajar y ganar. Eso me gusta mucho de Osmar”.

Todos los días, Ma Jin sincronizaba su ideología con la de Osmar: “Yo le dije: sí muchas medallas, pero el deporte es de oro. Para nosotros los chinos, ganar una plata es perder y Osmar también piensa lo mismo. Por eso nosotros trabajamos para clavados de 10, no para 8, no para 7”.

En los Olímpicos de París, Osmar ganó una medalla de plata en los sincronizados de tres metros (aunque la crítica asegura que debió ser oro) y un bronce individual también en el trampolín de tres. Aquellas dos medallas fueron una hazaña histórica, sin embargo, no cumplía la promesa.

Ma Jin revela que los días posteriores a París no fueron fáciles: “Después de los Olímpicos estuvo enfermo. Tenía problemas de naríz, le dolía la cabeza y no podía dormir bien. Se sometió a una operación, subió de peso y tuvo un momento un poco difícil, porque tuvo que pasar mucho tiempo fuera del agua. Todavía Osmar no llegó al 100 por ciento a Singapur y aun así ganó las medallas, pero él también sabe los detalles que faltan. No está como antes de los Juegos. Le falta un poco de constancia en sus clavados, pero ya aprendimos, ya sé qué falta”. 

Hoy esas palabras fueron rebasadas desde el trampolín. El niño que se propuso vencer a los chinos, cumplió la promesa que se hizo aquella tarde frente a la televisión. Ya es el máximo clavadista de México y promete convertirse en el mejor deportista de todos los tiempos. Ma Jin lo cree, pero sabe que la paciencia es el único camino: “Lo tengo que cuidar. Yo no pienso en un año después. Yo siempre pienso en el hoy y en el mañana. A las metas se llega solo con trabajo”.


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Tlatoani Carrera
TLATOANI CARRERA

Editor general de Sports Illustrated México.