Singapur consagra a la “Escuela mexicana de clavados”

Siete medallas mundiales consolidan a los clavados como el deporte más ganador de México. Su historia de éxito, que comenzó hace casi ocho décadas con Joaquín Capilla, hoy llega a la cima con Osmar Olvera .
Ósmar Olvera es campeón del mundo en el trampolín de 3 metros individual.
Ósmar Olvera es campeón del mundo en el trampolín de 3 metros individual. / Lintao Zhang/Getty Images

Las noticias llegaron con constancia desde Singapur, la isla al otro lado del mundo en la que se llevó a cabo el Campeonato Mundial de Deportes Acuáticos 2025. Los éxitos se encimaron. En ambos géneros y diferentes alturas; desde los trampolines y la plataforma, los clavadistas mexicanos sumaron siete medallas, una cifra histórica que llevó a una cima a la llamada “escuela mexicana de clavados”.

Así, el arte de despegar, girar y caer de cabeza en el agua se consolidó como el deporte más prolífico de México.

Jesús Mena ganó medalla de bronce en la plataforma de Seúl 88 y desde entonces su vida ha estado ligada a los clavados. Hoy evalúa el momento de México con la perspectiva de quien conoce el pasado y se alegra por el presente: “Siempre ha habido una gran escuela mexicana de clavados. Hay un dato que siempre me gusta compartir, y es el que desde la primera ocasión que un mexicano compitió en los clavados olímpicos, que se remonta a 1928, ha habido un representante nacional en las finales sin excepción”. 

Aquel primer mexicano al que se refiere Mena fue Federico Mariscal, que en los Olímpicos de Amsterdam 28 quedó en sexto lugar. Era apenas el inicio del fuego. La primera gran historia se contó 20 años después con Joaquín Capilla, todavía hoy, el máximo referente de México en los clavados. 

Capilla se formó en el Club Deportivo Chapultepec bajo la mirada de Mario Tovar, el primer gran entrenador de la escuela mexicana. Con ojo fino y estilo estricto, Tovar guió la primera camada triunfadora.

Antes que nadie, Capilla. En Londres 48 ganó el bronce desde la plataforma. Cuatro años después sumó una plata y, finalmente, en Melbourne 56, oro y bronce que lo convirtieron en el máximo medallista mexicano.

Mientras Capilla escalaba los podios olímpicos, en la misma alberca del Chapultepec se formaba Juan Botella, que tenía agendada su cita con el éxito en Roma 1960, donde ganó una medalla de bronce, que daba continuidad en el podio en cuatro olímpicos consecutivos.

Ese equipo de Mario Tovar parecía interminable. En esos mismos mismos juegos de 1960, Álvaro Gaxiola quedó en el cuarto lugar de la plataforma de 10 metros. El dolor que le provocó quedarse tan cerca de la medalla lo hizo luchar ocho años más, hasta que se colgó la plata en México.

El legado de Tovar cerró con seis medallas olímpicas. A partir de entonces, el Deportivo Chapultepec ya no sería la sede del éxito. Las medallas se forjarían en el Instituto Mexicano del Seguro Social, con la guía de Jorge Rueda.

Carlos Girón fue el primero bajo los reflectores olímpicos con su plata en Moscú 80; después siguió Jesús Mena con una medalla de bronce en los Olímpicos de Seúl. Ya habían comenzado también, desde 1973, los Campeonatos del Mundo. Y México, de a poco, sumaba éxitos.

Hoy es la presidenta del Comité Olímpico Mexicano, pero hace tres décadas era una clavadista de élite que ganó la medalla de bronce en la plataforma del Mundial de Roma 1994. Marijose Alcalá opina con el orgullo de que su deporte es el más exitoso del país: “La escuela de México tiene determinación, coraje, pericia, técnica, formación y orgullo. Se conforma con muchas características de los mexicanos. Allá afuera se respeta a las y los clavadistas de México y ahora más con el triunfo de Osmar. Todos los países tienen un reconocimiento. Todos tienen logros importantes”.

La inercia gloriosa del Seguro Social todavía continuó hasta Sídney 2000, con el segundo lugar de Fernando Platas en el trampolín de tres metros y con una medalla mundial en 2001. Hasta aquí, las medallas tuvieron la misma genealogía: Mario Tovar y Jorge Rueda, dos entrenadores que entendieron de manera empírica las evoluciones en el aire. No hubo manuales ni documentos escritos. Pero los éxitos continuaron. Con el nuevo siglo comenzó la renovación. 

A principios de siglo, Iván Bautista comenzó un centro de desarrollo en el CODE Jalisco, donde entrenan la gran mayoría de los clavadistas que representaron a México en Singapur. Desde sus inicios, Bautista estableció un sistema de captación de talentos basado en mediciones antropométricas y videos para corregir la técnica. También apoyó sus entrenamientos con mucho trabajo fuera del agua. 

Con esos fundamentos, Bautista convirtió Guadalajara en el máximo centro de desarrollo del país. Ahí se han forjado medallas olímpicas y mundiales. Sus primeros grandes éxitos fueron con Iván García y Germán Sánchez, en Londres 2012. Desde entonces, los nombres se renuevan. En el pasado Mundial ganaron medalla de bronce las gemelas Lía y Mía Cueva, de apenas 14 años.

La escuela mexicana también se ha nutrido con otro conocimiento. Hace poco más de dos décadas llegó a México Ma Jin, una entrenadora de origen chino que empezó a formar atletas en México. Entre sus primeros pupilos estuvieron Rommel Pacheco y Paola Espinosa (quien en 2009 fue la primera campeona mundial de México). Pronto se le unieron muchos más, hasta llegar al punto más alto con Osmar Olvera.

Ma Jin dice que su método “es muy exigente. De muchas horas de trabajo. Aunque no puedo adaptar aquí al 100 por ciento el sistema chino. Allá, desde muy pequeños, los niños hacen clavados dolorosos y los tienen que repetir. Aquí en México, si duele ya no quieren hacerlo de nuevo”. 

Sin embargo, Ma Jin ha encontrado el punto medio en el que el sistema chino se adapta a la idiosincracia mexicana. Así, en un sistema de alta exigencia, guió a Osmar Olvera a sus medallas olímpicas y mundiales , siempre bajo una premisa: “Para nosotros los chinos, la medalla de plata significa perder. Siempre queremos el oro”.

La influencia china también se refleja en Monterrey, donde Shi Qingyang (quien se nombró Epifanio Shi para lograr más identificación nacional) también forja medallas. Con Epi Shi entrenan Randall Willars, Kevin Berlín, Alejandra Estudillo y otros clavadistas mexicanos que ganaron medallas mundiales en Singapur.

Después de las siete medallas de Singapur, Marijose Alcalá opina: “Los clavados en México han tenido mucha continuidad. Al final lo más importante creo es que no se ha dejado de construir. En mi época los entrenadores eran Jorge Rueda y Salvador Sobrino, que él ya tiene bastantes años en Australia como entrenador. Eran de los más destacados. Ahora están Iván, Ma Jin y Epi. Siempre es buena la competencia y eso ha ayudado al equipo de clavados. Estaba la época del profesor Tovar o la época de Bertha Baraldi. Ha sido un recorrido interesante”.

El recorrido termina con las cuatro medallas de Osmar Olvera, que se han convertido en el gran referente de la piscina mexicana. Jesús Mena pone el cerrojo: “Ha sido un círculo virtuoso. Ha habido apoyo, ha habido resultados, hay escuela, hay talento”.


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Tlatoani Carrera
TLATOANI CARRERA

Editor general de Sports Illustrated México.

Yarek Gayosso
YAREK GAYOSSO

Periodista en Sports Illustrated México, con 13 años de experiencia cubriendo eventos de gran magnitud como los Juegos Olímpicos de París 2024.