Lorenzo Bundy y los Diablos Rojos: el mánager que persigue la misma cima que conquistó como jugador

Del poder zurdo en los ochenta al estratega vehemente de hoy, Bundy busca un lugar único en la historia: ser el primero en darle a los Diablos Rojos un bicampeonato tanto desde el campo como desde el banquillo.
Lorenzo Bundy en sus años como jugador de los Diablos Rojos del México
Lorenzo Bundy en sus años como jugador de los Diablos Rojos del México / Foto: Diablos Rojos

“That was a fucking strike!”, grita Lorenzo Bundy, manager de los Diablos Rojos del México, desde el dugout. El destinatario, el umpire detrás del plato; el motivo, un envío de Tomohiro Anraku que a los ojos de Bundy había pintado la parte baja de la zona. Sus gritos revelan la fibra de un hombre que jamás negocia la intensidad en el terreno, un hombre que dirige como alguna vez jugó. 

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En 1987 y 1988, Lorenzo Bundy logró con el uniforme de los Diablos Rojos del México lo que solo se puede describir como extraordinario: el segundo bicampeonato en la historia del equipo escarlata—antes lo habían logrado en 1973 y 1974—. Como primera base, fue parte esencial de aquel histórico linaje de los años ochenta que bajo la batuta de Benjamín “Cananea” Reyes instauró una dinastía irrepetible. 

Hoy, casi cuatro décadas más tarde, Bundy enfrenta un desafío tan mayúsculo como tentador: repetir la hazaña, pero ahora desde el otro lado de la línea de cal: convertido en mánager

En 2024 retornó al banquillo del club con la promesa de reavivar una gloria que él mismo había ayudado a construir con el bat en las manos. Y el resultado fue inmediato: los Diablos firmaron una temporada histórica con 71 victorias y apenas 19 derrotas, el mejor porcentaje de ganados en más de 90 años de existencia de la Liga Mexicana de Beisbol

En octubre coronaron la gesta con la Serie del Rey. Barrieron a los Sultanes de Monterrey y rompieron una década sin títulos. Bundy, a sus 65 años, alzó la Copa Zaachila con una sonrisa. 

Su regreso al equipo fue el testimonio de una fidelidad que el tiempo nunca erosionó. 

Para entender lo que significa Lorenzo en la historia escarlata hay que volver a aquellos años ochenta en el Parque del Seguro Social. Los días de tribunas atiborradas, de 25 mil personas comprimidas en aquella estructura de concreto que era la amada catedral del beisbol en la ciudad. “El Parque del Seguro Social fue muy especial. La gente mostraba su pasión, especialmente cuando jugábamos contra los Tigres. Veinticinco, veintisiete mil personas gritando. Era diferente”, recuerda Bundy.

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“Mis días como pelotero ganando los tres campeonatos fueron muy especiales… Muchas amistades. Hay amigos que ya no están con nosotros. Nelson Barrera, Armando “Aguijita” Sánchez, Antonio Pulido, para nombrar tres”, recuerda Bundy

Bundy compartió un especial vínculo con Nelson Barrera. Ambos formaron la famosa “Doble B”, la mancuerna que infundía temor en los lanzadores rivales. Barrera, con su estoicismo sinaloense, y Bundy, con su poder zurdo importado desde Philadelphia, fueron los pilares de una ofensiva que empujó al equipo hacia la gloria

El título de 1985 abrió la puerta; los de 1987 y 1988 consolidaron una dinastía. Aquel back-to-back, recuerda Bundy, fue como escalar dos veces la misma montaña: “Yo recuerdo cuando ganamos los back to back, ganando el segundo en Saltillo, fue como: ya subimos la montaña dos veces, y subir una montaña es muy difícil”, cuenta con una sonrisa. 

“Éramos un equipo muy distinto”, dice el dirigente al poner en perspectiva aquel histórico equipo de 1987 y 1988 con la novena que ahora él conduce rumbo al cuarto bicampeonato en la historia de la organización.

“Solo había cuatro extranjeros y la columna vertebral era mexicana. Hoy, aunque hay más extranjeros, todavía los mexicanos son muy importantes. Yo tengo cuatro mexicanos en mi lineup todos los días”, reflexiona Bundy

El único resquicio de frustración que le queda es 1986, el año perdido, cuando los Diablos cayeron en playoffs frente a los Ángeles de Puebla. “Ese año perdimos contra un equipo muy bueno, y nosotros en ese tiempo no teníamos el pitcheo para jugadores como Willie Aikens, Orlando Sánchez, David Stocksdale. Para mí, uno de los mejores equipos que jugaba en la historia de la liga”, señala Bundy, que como buen cronista de su propia carrera, recuerda nombres, lanzadores, series completas.

Hoy, Bundy carga sobre los hombros un desafío de otra magnitud. Ningún manager en la historia de los Diablos ha sido bicampeón habiéndolo sido antes como jugador. De hecho, cuando Diablos barrió a los Sultanes de Monterrey para levantar la Copa Zaachila y proclamarse campeones de la Serie del Rey 2024, Lorenzo Bundy se convirtió en el primer y único mánager en México en ganar un campeonato tanto como jugador como mánager,

La posibilidad de consumar esa dualidad lo coloca en la antesala de la leyenda. No es, sin embargo, un camino allanado: en frente se erige Benjamín Gil, el otro gran dirigente del béisbol mexicano contemporáneo, múltiple campeón en la Liga del Pacífico y líder de los Charros de Jalisco.

El enfrentamiento entre ambos es una epopeya. Para Bundy, significa medirse con el hombre que ha dominado los inviernos mexicanos y que amenaza con conquistar también el verano

“Obviamente no es fácil ganar, y menos repetir. No viene muchas veces esa oportunidad”, concede Bundy. Y lo cierto es que los antecedentes son escasos: pocos equipos han logrado el bicampeonato en los últimos quince años. La historia pesa, la competencia es feroz, los imponderables abundan. Pero Bundy, como en 1987 y 1988, parece moverse cómodo en esa atmósfera de presión

Lo que está en juego ahora es la posibilidad de cerrar un círculo de casi 40 años, de inscribir su nombre en la historia escarlata con tinta doble.

Bundy sabe que la montaña es empinada, que el bicampeonato no se regala. Sabe también que enfrente tendrá al rival más duro posible en Benjamín Gil. Pero si algo ha demostrado es que su carrera ha sido una sucesión de retos imposibles convertidos en hazañas.

En 1987 y 1988 llevó a los Diablos al primer bicampeonato de su historia. En 2024, a los 65 años, los devolvió a la cima tras una década de sequía. El futuro inmediato le ofrece la posibilidad de conjugar ambas memorias y convertirse en el único hombre que, como jugador y como mánager, condujo a los Diablos Rojos a un bicampeonato.

La historia y el beisbol, siempre caprichosos, parece haberlo reservado para esta escena.


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Alejandra González Centeno
ALEJANDRA GONZÁLEZ CENTENO

Reportera y creadora de contenido en Sports Illustrated México.