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Ayer debía ser un día grande para el continente africano. Era la vuelta de la final de la Champions League Africana. El partido que enfrentaba al Esperanza de Túnez y el Wydad Casablanca. El encuentro de ida había quedado 1-1. 

Los tunecinos iban ganando el encuentro por un gol a cero cuando en el minuto 58, los marroquíes anotaron el gol del empate. El árbitro erró y anuló el tanto que debió subir al marcador. A partir de aquí, un mar de protestas, errores y fallos esperpénticos propiciaron el escándalo de uno de los encuentros que África deseará olvidar.

El árbitro anuló el gol del Wydad por fuera de juego y los jugadores lo acribillaron a protestas, estaban convencidos de que su goleador no estaba adelantado. Ante las protestas, el colegiado decidió acudir a consultar el VAR, primer error. Aquí llegó uno de los peores momentos de la noche: el VAR no funcionaba. Nadie entiende este punto. Tanto el cuerpo arbitral como los dirigentes de la CAF eran plenamente conscientes de que no funcionaba antes de comenzar el. El partido nunca debió iniciarse.

Ante esto, los jugadores se rebelan en protestas contra el árbitro y se niegan a seguir jugando el partido. Los dirigentes de la CAF bajaron al terreno de juego para intentar solucionar las cosas y que la final siguiera su cauce. No lo consiguieron. El juego llegó a estar parado durante una hora, mientras equipos y dirigentes negociaban qué hacer. Cuando el árbitro quiso reanudar el partido, los jugadores del Wydad, mosqueados, decidieron que no seguirían jugando. El colegiado finalizó el partido y le dio la victoria al Esperanza de Túnez por un gol a cero.