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 Vergüenza es lo que deben sentir los aficionados griegos al fútbol después de los hechos que acontecieron el pasado fin de semana en la Superliga griega. Corría el minuto 89 del encuentro cuando el presidente del club local, el PAOK, tercero en la clasificación, bajó a increpar al árbitro del encuentro después de que éste hubiese anulado un gol a los locales ¡Con una pistola!

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Para situarse en contexto, por primera vez en muchos años, parece que la hegemonía que ejerce el Olympiakos podría llegar a su fin. Consciente de ello, tanto PAOK como AEK de Atenas (actual líder) se jugaban algo más que tres puntos. Con empate a cero en el marcador y rondando ya el pitido final, el club local marcó tras botarse un córner que fue invalidado. La respuesta de los aficionados locales no se hizo esperar y rápidamente saltaron al campo, entre ellos, el mismo presidente del club, Ivan Savvidis, que iba armado, para increpar al árbitro del encuentro que tuvo que salir corriendo para los vestuarios.

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La gravedad del asunto ha sido tal, que ha tenido que salir el Ministro de Cultura y Deportes griego para anunciar la suspensión indefinida de la competición después de los incidentes sucedidos. La policía ha emitido una orden de arresto contra el presidente del PAOK, aunque, según El Mundo, tiene licencia para portar armas. No es la primera vez que el gobierno griego tiene que actuar para poner fin a la violencia en los campos de fútbol, ya en la temporada 14/15 la violencia continuada en los estadios motivó que el ejecutivo griego suspendiera indefinidamente la competición, o la misma temporada pasada por un sospechoso incendio en la casa del Presidente de la Comisión de Arbitraje, aunque está vez la suspensión vino desde la propia federación.