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Miralem Pjanic conversó en una entrevista con Paolo Bandini, en Turín, donde contó una conmovedora historia que seguramente tocará el corazón de más de un lector. 

Mientras la Juventus se prepara para enfrentar al Manchester United en la Liga de Campeones, el centrocampista cuenta cómo sus lágrimas de bebé ayudaron a su familia a huir de la guerra en Bosnia.

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El padre del futbolista, Fahrudin, sabía que la guerra se avecinaba. Como futbolista de FK Drina Zvornik en la tercera división yugoslava, viajó por todo el país lo suficiente como para ver las tensiones sociales y políticas que se estaban acumulando a principios de los años noventa. Como padre de un hijo recién nacido, Miralem, su instinto era sacar a su familia antes de que sucediera lo peor.

Unos amigos cercanos en Luxemburgo lo pusieron en contacto con un club semi profesional llamado Schifflange, que le ofreció un contrato a tiempo parcial y le ayudó a encontrar un trabajo para pagar las cuentas. Sin embargo, para aprovechar esa oportunidad, Fahrudin necesitaría a su club, el Zvornik, para liberarlo y proporcionarle la documentación necesaria para viajar.

Dos veces fue a hablar con la secretaria del club y dos veces salió con las manos vacías. Desesperada por la situación, su esposa Fátima fue a intentarlo ella misma, cargando a su bebé en sus brazos.

Miralem Pjanic era demasiado joven para saber lo que estaba pasando, pero la historia se ha convertido en una tradición familiar. "Mi madre quería que nos fuéramos, absolutamente, pero aún así el club dijo que no", recuerda. "Entonces empecé a llorar. Le molestó tanto a la secretaria que finalmente dijeron: "Está bien, lo haré solo por este pequeño niño".

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Ese chico tiene ahora 28 años y es un componente clave de la Juventus que se prepara para la visita de la Liga de Campeones del martes a Old Trafford. Esas lágrimas quejosas cambiaron su vida para siempre, liberando a sus padres para que lo llevaran a Luxemburgo, donde creció a salvo mientras cientos de sus bosnios estaban siendo asesinados en Zvornik y otros miles más fueron expulsados de sus hogares.