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El FC Barcelona y el Zenit de San Petersburgo han hecho oficial el traspaso del futbolista brasileño desde el conjunto blaugrana al club ruso, un secreto a voces que se llevaba anunciando desde hacía días y ya es una realidad. 

Tan real como su cambio de aires es la desaprovechada compra que hicieron los culés el verano pasado, cuando firmaron a Malcom para hacerle perder un año de su carrera.

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El joven extremo tiene toda una trayectoria por delante a sus 22 años, pero esta temporada que ha desaprovechado en la Ciudad Condal nadie podrá devolvérsela. Malcom podría haber dado el salto a la élite desde Burdeos a la Roma, e incluso el equipo italiano anunció su fichaje en las redes sociales, y ahora tendrá que volver a "empezar de cero" en la liga rusa. De su paso por Barcelona tan solo podrá sacar en positivo su aprendizaje y los goles, contados con los dedos de una mano, que anotó con la elástica azulgrana.

El capricho de la directiva culé ha quedado en un "juguete roto" que ahora pone rumbo a Rusia con la idea de volver a demostrar su valía y crecer como verdaderamente deba hacer un futbolista: jugando partidos. Con su salida a cambio de 40 millones de euros, cantidad similar a la que abonó por él hace un año, queda demostrado que la operación no fue más que una tontería pues, además de polémica, ha sido inútil para el club.

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De este modo Malcom se une a otros como Paulinho, Chigrinskiy o Ibrahimovic, que llegaron a Barcelona y un curso después se marcharon, con más o menos rédito. La afición siempre se quedará con el recuerdo de su gol al Real Madrid y de sus lágrimas celebrando su primer tanto, pero para el equipo no ha sido más que una molestia pues no ha tenido oportunidades y su situación siempre ha estado con pie y medio fuera del vestuario.