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Convertirse en futbolista profesional es el sueño de muchos niños. Lograrlo y además ser nombrado mejor jugador del mundo con tan solo 22 años, es un escenario de cuento de hadas. Sin embargo, no todos los cuentos tienen final feliz y a veces hay quien odia su final.


Michael Owen, que ganó el Balón de Oro en 2001, ha confesado en una entrevista para BT Sport que odió el deporte rey en los últimos siete años de su carrera, donde las lesiones fueron un calvario. Inició su trayectoria profesional en el Liverpool en 1996 y se retiró en 2013 vistiendo la elástica del Stoke City.


El ariete inglés tuvo una gran carrera en su etapa en Liverpool, pasando más desapercibido por el Real Madrid y sufriendo por su estado de salud especialmente desde 2006, donde pasó prácticamente un año lesionado. De hecho, desde ese momento terminó sumando 2 años y 135 días de baja, lo cual equivale a 132 partidos en siete campañas, en las que el propio Michael Owen reconoce haber odiado el fútbol.

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Las palabras del ganador del Balón de Oro en 2001, el mejor jugador de Europa del mismo año y ganador de una Premier League y una Copa de la UEFA, fueron las siguientes: "Durante seis o siete años lo odié. No podía esperar a jubilarme. No fui yo, todo lo que estaba haciendo era quedarme corto. Al final, la gente pensó que yo era un gran goleador que no hacía mucho más. Mentalmente podía hacerlo, pero físicamente no. Para mí, fue un caos".


Pese a un final de carrera muy lastrado por sus dolencias físicas, el participante en tres Copas del Mundo y dos Eurocopas con Inglaterra siempre será recordado por su etapa en el Liverpool, donde comenzó una prometedora carrera que acabó mucho más discreta de lo que se esperaba.

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